André Butzer: músculo impresionista y ciencia ficción alemana en el Museo Thyssen

La pinacoteca madrileña presenta la primera retrospectiva del pintor germano en España. 22 obras realizadas entre 1999 y 2022 que ponen el foco en el expresionismo europeo y el hiperrealismo

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'Wanderer' (2001), de André Butzer
'Wanderer' (2001), de André Butzer

Con un toque de Francis Bacon y otro de Edvard Munch, André Butzer (Stuttgart, 1973) se erige como uno de los grandes representantes contemporáneos del hiperrealismo. El artista alemán navega en un mundo de contradicciones, un torbellino de emociones opuestas que plasma en sus obras. Ha bebido de la cultura de masas estadounidense que convirtió el McMenú en el epicentro del universo pop y mainstream, pero también del aura de destrucción e intemperie del arte germano.

Con motivo del 50 aniversario del nacimiento del artista, el Museo Thyssen-Bornemisza dedica una retrospectiva a su catálogo artístico, la primera exposición monográfica del autor fuera de su Alemania natal. Compuesta por 22 obras realizadas entre 1999 y 2022, ésta explora las diversas influencias que conforman el universo pictórico de Butzer. Guillermo Solana, director artístico del Thyssen, ha comisariado el proyecto junto al alemán, dando continuidad a una serie de exposiciones sobre figuras que forman parte de la colección y dedicadas al hiperrealismo. Ésta se podrá visitar desde el 9 de mayo hasta el 10 de septiembre.

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Expresionismo ‘blockbuster’

Para Butzer, la alta cultura y la cultura popular están conectadas. El pintor comenzó a dar vida a su subconsciente cuando tenía 20 años, a mediados de los noventa, tras visitar una exposición sobre la colección Guggenheim en la Hamburger Kunsthalle. Aunque apostó por cultivarse cursando estudios artísticos, terminó creando su propia escuela de arte independiente, la Akademie Isotrop.

'Sin título' (2021), de André Butzer
'Sin título' (2021), de André Butzer

En el contexto de la Alemania Occidental en la que nació y creció, el pintor germano recibió infinidad de influencias estadounidenses: tenía en Disney un reducto cómico y pictórico encabezado por Mickey Mouse y el Pato Donald, había conocido los peligros del colesterol si abusaba de la ingesta de patatas fritas y Coca-Cola y se interesó por los pesos pesados industriales, aquellos magnates de empresas globales que alentaban el consumismo y las reacciones bursátiles en cadena.

El siglo XX se presenta para Butzer como una contradicción constante. Un jugo sentimentalista que baila entre la alegría y la tristeza, entre el colapso, la destrucción y el consumo de masas. Una globalización que brinda una recompensa, pero que esconde una condena posterior. El pintor alemán cuenta, además, con esa mirada germana de posguerra, ligada a los horrores del nazismo, que brinda a sus obras cierto tono austero y casi vampírico. Entre esos dos mundos navegan gran parte de sus creaciones, a las que denomina “expresionismo de ciencia ficción”.

En sus inicios, Butzer proyecta mayor angustia vital y cromática. Aquí es donde la tradición del expresionismo alemán convierte sus lienzos en figuras fantasmagóricas y oscuras, como en el caso de Wanderer (2001), una representación de la vergüenza que para él supone todo lo relativo a la Alemania nazi. Pinturas como Sin título (2021) muestran, en cambio, esa fusión entre el terror y el dibujo animado. Son obras que remiten a los iconos de las figuras infantiles, pero que mantienen una esencia casi existencialista. Un juego disfrazado de ansiedad.

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Industria perversa

Mezclando color, abstracción, oscuridad y formas diversas, André Butzer fusiona los mundos con los que construye sus murallas artísticas. Con todo ello pretende “transformar el pasado en futuro en términos ópticos”. El pintor alemán conforma su propia visión distópica de un universo en el que belleza y horror comparten mesa en un restaurante y cuya carta nace de una perversión del mundo industrializado.

'Tom und Jerry' (1999), de André Butzer
'Tom und Jerry' (1999), de André Butzer

La exposición presenta a un autor fascinado y horrorizado por su contemporaneidad. Un particular universo pictórico que confirma la predilección del museo por el expresionismo alemán, una corriente muy presente en la colección de obras de la pinacoteca. Un movimiento que despertó el interés del barón Hans Heinrich Thyssen‐Bornemisza por el arte y que le llevó a adquirir numerosos lienzos expresionistas de artistas como Emil Nolde, Ernst Ludwig Kirchner, Max Pechstein o Erich Heckel.

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