Jagoba Arrasate, de profesor de Primaria a un paso de hacer historia con Osasuna: “Es el primero que se lo cree y eso impregna al resto”

Sencillez, pasión y cercanía. Tres términos que suenan muy ambiguos y que al mismo tiempo reflejan plenamente la forma de ser de un club, Osasuna, y de un entrenador, Jagoba Arrasate. El técnico casa idílicamente con los valores e ideas de la entidad navarra. Ahora, tras cinco años de relación, ese matrimonio está a un paso de hacer historia. Lo cierto es que ya lo ha hecho, llegando a la segunda final copera para Osasuna, la primera en 18 años. El reto, inaugurar la vitrina de trofeos de El Sadar, le colocaría en otra dimensión, muy alejada del resto.

Para ello, los pupilos de Arrasate deberán superar nada más y nada menos que al Real Madrid, equipo que se maneja como ninguno en esto de las finales. Un desafío extremo que no afrontarán solos: 22.500 aficionados han cruzado toda la península para arropar a su equipo desde la grada de La Cartuja, en Sevilla. El resto lo hará pegado al televisor o vibrando en la Plaza del Castillo de Pamplona, que estará abarrotada.

La ilusión y el nerviosismo desbordan la ciudad navarra desde hace un par de semanas. Los sentimientos, claro, también traspasan fronteras y alcanzan a todos los aficionados de Osasuna, estén donde estén. Ya puede ser Chipre o Irán, por ejemplo. Allí viven y juegan ahora dos de los jugadores que fueron imprescindibles para Arrasate en los últimos años: Oier Sanjurjo y Roberto Torres. El primero forma parte de la disciplina del AEK Larnaca chipriota, mientras que el segundo defiende los colores del Foolad iraní.

Dos navarros, canteranos de Osasuna, emblemas ya del club, que aguardan un momento histórico del equipo de su vida. Oier, el sexto jugador con más encuentros disputados en la historia de Osasuna –356 en 14 temporadas–, lo vivirá a miles de kilómetros. Tiene partido en Chipre y no podrá estar en Sevilla. Roberto, 18 años en la entidad rojilla, 12 en el primer equipo, sí estará en La Cartuja. Y con razón, porque si los de Arrasate levantan la Copa del Rey, él también será campeón. El centrocampista, que abandonó Pamplona a principios de año, disputó las dos primeras rondas del torneo y ha viajado como un miembro más de la expedición navarra.

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“Estoy más nervioso que los propios jugadores”, confiesa Roberto Torres a Infobae España. Oier, alejado del ruido, también se siente partícipe a su manera. “Los que han llegado a la final son el staff y los jugadores. Ellos son los protagonistas, aunque sí me siento partícipe de haberles aportado a mi manera los valores e idiosincrasia del club”, asegura.

Arrasate, el técnico que ha cambiado la historia reciente de Osasuna, dejó el aula donde daba clase de matemáticas para impartir una lección distinta desde el terreno de juego, ahí donde es tan importante poseer los conocimientos como saber transmitirlos. Y Arrasate llegaba con experiencia. “Se nota que fue profesor porque sus charlas van más encaminadas al hecho de sentir lo que vas a hacer. Es muy importante la táctica, conocer al rival, pero él le da mucho peso al sentir lo que vas a hacer, a hacerlo todo desde el corazón, dar todo lo que tienes”, explica Roberto Torres.

Oier, en la misma línea que su excompañero, expone además la clave para que el mensaje cale en los futbolistas. “Es didáctico y pedagógico. Tiene cierta mano izquierda, pero es racional. Es un mensaje que llega porque él es el primero que se lo cree y eso al final impregna al resto”, cuenta el defensa. “Jagoba se muestra tal y como es. Sencillo, natural y cercano al grupo. Hace que el trabajo del día a día sea más sencillo para todos”, añade desde Chipre.

Como en cualquier relación, los momentos felices se alternan con baches, y también los hubo, y muy bruscos, entre Osasuna y Arrasate. El más sonado se produjo hace dos años, cuando los navarros acumularon doce jornadas sin una victoria. El descenso estaba a solo tres puntos y parte de la opinión pública pedía la destitución del entrenador. Era lo fácil, pero Braulio Vázquez, director deportivo del club, no estaba dispuesto a ceder. En una rueda de prensa, acabó con el ruido y respaldó a su técnico. “El barco lo pilota el capitán que es Jagoba, el teniente es Bittor y la tripulación somos el resto. El barco llegará a puerto o no, pero con el mismo capitán. Si nos hundimos, nos hundimos todos. Y si no, llegaremos todos a puerto. Confiamos en ellos a muerte. Vamos todos juntos”, afirmó.

Aquella ratificación marcó al vestuario rojillo y supuso un antes y un después para Osasuna. “Fue un momento que te enorgullece porque te hace sentir a Osasuna como un club diferente. La cercanía y la humildad de Arrasate es uno de los valores de nuestro club. Aquello reforzó al vestuario y lo unió más aún con Jagoba”, rememora Roberto Torres. Oier lo recuerda como un paso adelante clave. “Para que un equipo funcione es importante la unión y conexión entre todos los estamentos que forman el club. Y eso se basa en la confianza que hay en unos hacia otros”, reflexiona. “En esos momentos claves de máxima de tensión por los malos resultados futbolísticos, es fundamental la confianza que se transmite por parte de todos. Los jugadores nos sentimos más comprometidos con el entrenador después de aquello”, revela el zaguero

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En cuanto a la pizarra, el fútbol que plantea Arrasate para su Osasuna es de sobra conocido. Un estilo de juego equilibrado, intenso, directo y vertical, con balones largos buscando la segunda jugada y con laterales de largo recorrido. Su equipo es una especie de martillo pilón en campo rival. Más allá de su planteamiento, Jagoba y los suyos han demostrado la capacidad para adaptarse también a equipos como el Real Madrid, esos que te obligan a defender la mayor parte del encuentro.

A la espera de ver qué plantea el técnico en Sevilla, tanto Oier como Torres no tiene dudas de por dónde irán los tiros. “No espero que haga nada diferente a lo que acostumbra a hacer. Hará cuatro matices de cómo es el rival, de cómo juega, cómo intentar frenarlos y como hincarles el diente”, confiesa el primero. “Transmitirá a los jugadores que sean ellos mismos, que hagan lo que vienen haciendo, un equipo competitivo, sólido, aguerrido, que no dejen pensar al rival para así plantear un partido incómodo. A partir de ahí, intentar robar en campo rival para amenazarles”, analiza el defensa.

Para Roberto Torres, “el mensaje estará relacionado con la pasión y el corazón”. “Jugar esta final es muy importante para el club. Viene haciendo las cosas muy bien y esto es un premio, un éxito totalmente merecido. Nunca he jugado una final, pero sé que la cabeza juega un papel fundamental. Si el equipo está convencido de que se puede ganar, pueden conseguir algo muy importante” afirma.

El reto para levantar la Copa es extremo y los precedentes no son los mejores: Arrasate nunca ha ganado al Real Madrid desde que entrena a Osasuna. Pese a ello, los dos excapitanes confían en las posibilidades navarras. “Obviamente, me encantaría que se ganase la final. Pero todos los rojillos vamos a disfrutar de una noche mágica que va a generar mucha pasión. Le daría importancia a eso, que las generaciones más pequeñas vean que Osasuna es capaz de conseguir grandes éxitos. Esto viene bien para seguir generando osasunismo. Vamos a saborearlo, vamos a disfrutarlo porque el resultado importa, pero no es lo más significativo. Ya es una gran suerte poder competir esta final”, asegura Oier.

Roberto Torres, por su parte, espera que al Real Madrid “se le haga un partido muy duro”. “La clave contra este tipo de equipos es ser efectivo en las pocas ocasiones generadas. El partido se definirá por detalles”, afirma el centrocampista, que, como el resto de la plantilla, también tendría su medalla de campeón. Para que eso pase, Arrasate y sus jugadores tendrán que firmar la mayor gesta en la historia de Osasuna.