Tiene una de las carreras más amplias y diversas del cine español y, aunque su rostro en los últimos tiempos se suela relacionar con el thriller, lo cierto es que compatibiliza este género con otros papeles tanto cómicos como dramáticos. Tiene el don de la versatilidad y no importa el género que toque porque siempre está perfecto. Puede ser tierno, romántico, divertido... o dar mucho miedo.
El gran público lo conoció en Flores de otro mundo (1999), de Icíar Bollaín, en la que interpretaba a un tímido campesino que buscaba encontrar una mujer con la que casarse y tenía serios problemas para verbalizar sus emociones. Fue su primera nominación al Goya, como actor revelación. Sin embargo en Galicia ya era bien conocido después de participar en la serie Mareas vivas, donde coincidió con Luis Zahera, cuya trayectoria tardaría algo más en arrancar. Además, ya había comenzado a moverse en el mundillo audiovisual gallego con compañeros de instituto como Jorge Coira, con el que hizo varios cortos y con el que repitió 30 años después en Código Emperador.
Tras Flores de otro mundo, Icíar Bollaín contó con él para un papel completamente distinto, el de un hombre maltratador. Primero hicieron juntos un cortometraje titulado Amores que matan, y después llegaría Te doy mis ojos, gracias a la que ganó la Concha de Oro del Festival de San Sebastián y el Goya. Fueron años muy activos para Tosar. En poco tiempo participó en La comunidad, de Álex De la Iglesia, en Visionarios, de Manuel Gutiérrez Aragón (con el que repetiría en La vida que te espera), Sin noticias de Dios, de Agustín Díaz Yanes y la película que se convertiría en todo un acontecimiento cinematográfico en nuestro país, Los lunes al sol. Por aquel momento su compromiso social y activismo político era notorio, por eso participó en Hay motivo, compuesta por 32 cortometrajes dirigidos por la plana mayor del cine español para criticar la gestión del PP, que en ese momento, 2004, gobernaba con José María Aznar como presidente.
Proyectos internacionales
Su primer proyecto de carácter internacional fue Cargo (2005), en la que compartió reparto con Peter Mular y Daniel Brühl y un año más tarde rodaría a las órdenes de Michael Mann junto a Colin Farrel y Jamie Fox Corrupción en Miami, el reboot de la célebre serie de los años ochenta. En ella interpretaba a Jesús Montoya, narcotraficante colombiano. Más tarde participaría en Los límites del control, de Jim Jarmush, que se hizo en España, pero con un reparto que incluía los nombres de Isaach de Bankole, Bill Murray, Tilda Swinton, Hiam Abbass o Alex Descas y también en Mr. Nice, de Bernard Rose (el director de Candyman), junto a Rhys Ifans o Chloe Sevigny. Sin embargo, después de esos coqueteos, volvió al cine independiente, a los grandes o pequeños papeles, pero sin cesar de trabajar.
Entonces llegó Celda 211, que supuso un antes y un después en su trayectoria, un punto de inflexión, así como el personaje de Malamadre y su relación profesional con Daniel Monzón, el director con el que rodaría más tarde El niño y Yucatán. Comenzaron a llegar los thrillers, casi todos producidos por Vaca Films y ambientados en Galicia. El actor consiguió que se modificara de alguna manera el centralismo que había dominado hasta el momento los rodajes y que la industria audiovisual gallega alcanzara una mayor visibilidad y crecimiento.
El rostro del thriller
En estos thrillers, a veces ha estado a un lado de la ley, en otras, en el otro bando. Fue agente antidroga en El niño, teniente en Plan de fuga, policía en la Barcelona de los años veinte en La sombra de la ley, pero también ha sido atracador de bancos (Cien años de perdón, Way Down), un tío bastante chungo en Toro y un sádico en Mientras duermes (más inscrita en el thriller psicológico y el terror) y, también, un hombre al límite de sus circunstancia que ve cómo los chanchullos de las preferentes le explotan en la cara en El desconocido. En Quien a hierro mata, compuso un personaje cargado de ambigüedad moral que se debate entre la luz y la oscuridad, atrapado en una espiral de muerte y de destrucción que lo conducirá a convertirse al mismo tiempo en víctima y verdugo.
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Ese estatus que tiene le permite al mismo tiempo apostar por proyectos pequeñitos y arriesgados, como es el caso de Ventajas de viajar en tren, Canallas o El extraño caso del Golem, pendiente de estreno, también más comprometidos, como Adú, En los márgenes o Maixabel, donde encarnó a uno de los miembros de ETA que asesinaron al político José María Jaúrregui.
Tiene pendiente de estreno: Los nombres De Dios (otra vez a las órdenes de Calparsoro, porque casi todos los directores con los que trabaja, repiten), que aborda un ataque yihadista y que se podrá ver a partir de 29 de septiembre y Tratamos demasiado bien a las mujeres, la ópera prima de Clara Bilbao, junto a Carmen Machi.
Seguramente mucha gente piense que es demasiado serio, pero tiene su lado gamberro e incluso un trío cómico, The Magical Brothers, junto a César Gordi y Piti Sanz, con el que también formó un grupo musical, Di Ellas, que versionan temas cantados por voces femeninas. Pero sí, también tiene su vena activista: formó parte de la Plataforma Nunca Máis y se involucró en política al apoyar al partido BNG y el nacionalismo gallego, participando en las listas durante las elecciones europeas de 2004 y en las municipales. Actualmente comparte su vida con la actriz chilena María Luisa Mayol con la que tiene dos hijos.