Tamara Falcó ha regresado a su trabajo en ‘El Hormiguero’ tras vivir, el pasado fin de semana, uno de los momentos más especiales de su vida: su fiesta de compromiso. Un evento en el que reunieron a sus respectivas familias antes de su esperada boda, que tendrá lugar el próximo 8 de julio. Se trata de una tradición en la que la novia suele recibir un nuevo anillo, pero en el caso de Tamara no fue así pues su prometido eligió otra joya para ella.
En esa fiesta celebrada en la vivienda de Isabel Preysler, ubicada en la exclusiva urbanización Puerta del Hierro de Madrid, acudieron un total de 25 invitados, todos ellos familiares y amigos íntimos, que fueron testigos del amor de la pareja.
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Mientras que Tamara le entregó al empresario un reloj de la firma Patek Philippe, valorado en más de 50.000 euros, él le regaló una pulsera de oro. Al igual que el anillo de pedida, Íñigo eligió un diseño exclusivo y hecho expresamente para su futura mujer. Una joya que ya lleva en su muñeca izquierda y que este jueves ha llevado a su trabajo en ‘El Hormiguero’, donde se la ha mostrado a sus compañeros y al público.
“Son rubíes. La ha hecho el tío de Íñigo, está hecha a mano. Resulta que los rubíes son las piedras del amor. ¡Y no lo sabía!”, le dijo Tamara a Pablo Motos a la hora de mostrarla. En total, según explicaba, la pieza cuenta con nueve de estas piedras preciosas: “Han puesto una por mí y por cada hermano que tengo. Somos en total nueve, cuatro por parte de padre y otros cuatro por parte de madre”.
Sobre cómo fue la cena, Tamara desveló que aunque “estábamos muy nerviosos”, todo salió muy bien ya que “hubo muy buen rollo” entre las familias. La fiesta comenzaba a las nueve de la noche y, cuando solo pasaba un minuto de esa hora, llegaron los primeros invitados, los Onieva. “No es la puntualidad cosa de los Preysler”, confesó divertida. “Mi hermana llegó media hora tarde y mi madre cuando pudo. Se me hizo eterno”, bromeó.
Por suerte, Íñigo Onieva pensó en todo y llevó a unos cocteleros que amenizaron la espera. Tampoco faltó la música, una sorpresa que no se esperaba ni ella: “Hubo musicón por sorpresa. Un grupo se ‘metió’ y no lo sabía ni mi madre. Todo el mundo se echaba la culpa, pero fueron Íñigo y mi primo Álvaro”.
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Aunque todo salió rodado, Tamara Falcó desveló que hubo un pequeño inconveniente a la hora de preparar la mesa, pues no esperaba que los invitados fueran impares, un total 25 personas. “Fue bastante nefasto porque las vajillas son de doce en doce”, confesó muy seria, asegurando que encontrar los platos adecuados no fue fácil y finalmente tuvo que elegir una vajilla muy exclusiva de su madre. “Vale la pena mencionar que mi madre tiene una habitación de vajillas. Estos platos estaban pintados a mano, todos diferentes. Eran del tío Miguel (Boyer), auténticas joyitas”.
El último marido de Isabel Preysler, un hombre muy importante en la vida de Tamara, no fue el único en ser homenajeado, también recordaron a Carlos Falcó, el padre de la novia. “Pusimos el vino de mi padre e hicimos discursos hacia él”, explicó a Pablo Motos, emocionada.
De lo que no quiso dar más detalles es de su vestido de novia. Una pieza de Sophie et Voilà que, como aseguraba días atrás, no dejará a nadie indiferente. “No es un vestido que todo el mundo vaya a entender, pero es un vestido que a mí me encanta. Es como mi anillo, que no es lo más normal del mundo y me tuve que pelear bastante. Mi madre y mi hermano no lo han entendido...”, expresó convencida y segura de su elección.