Hugo Silva: “No sé lo que se cuece en un campo de fútbol, no he ido a un partido de Primera División en mi vida”

Beto construye su ethos a través de un mapa de adicciones. Al fútbol, al alcohol y a las drogas. A la adrenalina del deporte, de las pastillas y del líquido. También a la fiesta, fuerza motriz de todo lo anterior. Del terreno de juego a los despachos, el personaje al que da vida Hugo Silva (Madrid, 1977) en Pollos sin cabeza, la serie que HBO Max estrena este viernes en España, es una versión estilizada, y ficcionada, de Mino Raiola.

“Mi personaje es un adicto y viene bien para la historia”, indica el actor a Infobae España, pero niega “que los futbolistas lo sean”. Evitando generalizar con conceptos unidos a un mundo que considera “hostil”, Silva interpreta a un exfutbolista convertido en representante de estrellas balompédicas que navegan entre el hat-trick y la fama de las redes sociales. Figuras estratosféricas enfundadas en pijamas de Versace y que se preparan para los partidos escuchando el Top 50 de Spotify. Deportistas profesionales que, a diferencia de los de la generación de su personaje, no sólo se enfrentan a una grada enfurecida, también a internet.

Uno de los puntos que la serie producida por Pokeepsie Films -y creada por Jorge Valdano Sáenz, hijo de Jorge Valdano, y Pablo Tébar- aborda es el futuro de los deportistas de élite tras su retirada o cómo mirar a un horizonte en el que ya no existen los compromisos que otorgaban sentido a sus carreras. “Tienen muchos recursos para seguir adelante con su vida, ganan mucho dinero”, afirma el actor sobre los Kylian Mbappé de turno. “Pueden gastarlo en terapeutas para suplir la adicción a la adrenalina”.

Pese a que el fútbol rodea la trama de la serie, Hugo Silva afirma “no saber nada” del deporte. “Si te soy sincero, no he ido a un partido de Primera División en mi vida, no sé lo que se cuece en un campo de fútbol”. El actor considera que la ficción apelará a aquellos que cancelan citas y cenas para disfrutar de un apasionante Mallorca-Getafe, pero también a los aficionados de los relatos cómicos. “No hace falta ser seguidor de ningún equipo para disfrutarla”, insiste.

Lo que llevó al actor a meterse en la piel de Beto fue “la lucha del personaje”, sus “defectos” y cómo éste sobrelleva la vida en la piscina de tiburones hacia la que ha virado el fútbol de élite. “Parece el consejo de dirección de una gran empresa”, afirma cómico sobre las rivalidades y puñaladas del gremio, “nada comparables con el mundo audiovisual español”.

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Pollos sin cabeza es un producto “que busca la comicidad con el tabú”. La serie introduce una trama en la que un futbolista ha de lidiar con la prensa, con su familia y con sus compañeros de equipo tras la filtración de un vídeo de contenido sexual con otro hombre. La ficción trata la problemática de la homosexualidad en el balompié a través de los clichés, navegando por la lacra entre chistes y bromas. “En la historia de la liga española sólo hay un jugador que se haya declarado homosexual, y ni siquiera jugaba aquí, eso es un hecho”, explica, haciendo referencia a Jakub Jankto, jugador checo del Getafe cedido al Sparta de Praga.

“Se podría haber hecho de otra manera”, dice sobre cómo la serie lidia con lo anterior, pero “es la realidad que hay”. “No creo que sea un problema de la serie con la homosexualidad en el fútbol, el problema es del fútbol con la homosexualidad”, insiste Silva. “Cuando un personaje lo pasa mal, la comedia lo convierte en algo divertido”, responde para zanjar el tema.

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Hugo Silva afirma haber estado en consonancia con su personaje durante los dos meses y medio del rodaje. “Beto tiene una energía bastante parecida a la mía”, relata. El actor ha sentido esa fuerza arrolladora que nace de la simbiosis entre intérprete e interpretado. “No me quiero poner místico”, arranca, “pero llegaba al set y ponía el piloto automático, no me preocupaba de nada”.

Uno de los retos de la actuación ha sido “hacer un personaje que sale en el 99,9 por ciento de las secuencias de la serie”, algo que ha llevado a Silva a sólo tener “un día libre”. Matiza, porque no quiere que suene a queja, sino a que su rol está “muy presente”. Se muestra entusiasmado porque parece haber llevado al extremo lo que ahora muchos denominan method acting. Es decir, no hay separación entre el actor y el personaje, los dos son uno. Como Jeremy Strong con Kendall Roy en Succession. “Ha habido momentos en los que yo ya era Beto, es fantástico porque suele pasar más a menudo en el teatro y a mí me ha pasado con esta serie”, dice.

Aunque por su sangre no corra el fervor de conducir hacia el área con la pelota, Hugo Silva ha podido compartir escenas con Jorge Valdano, un “señor maravilloso, un tipazo” con el que se ha “quedado embobado” escuchando las anécdotas que vertebran su cronología como futbolista, comentarista y apasionado del deporte. “Te empieza a contar cosas de Maradona y eso son historias vitales, no del fútbol”.

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