La lucha de Fausto Canales por sacar a su padre de Cuelgamuros: “Mis heridas siguen abiertas 87 años después de que le mataran”

Lleva más de dos décadas reclamando que los restos de su padre, un jornalero fusilado en 1936, salgan del Valle de Cuelgamuros, donde fueron llevados en 1959 sin conocimiento ni autorización de la familia

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Fausto Canales junto a una
Fausto Canales junto a una fotografía de su padre, fusilado en 1936. (Cedida)

*Los restos de Valerico Fausto, su padre, fueron encontrados finalmente esta semana en el interior del Valle de los Caídos: “Estoy contento por la identificación de mi padre”, cuenta a Infobae España

A Fausto Canales no le ha quedado más remedio que entrenar la paciencia. Lo lleva haciendo desde hace mucho tiempo, al igual que el resto de familiares de víctimas de la Guerra Civil y el franquismo que siguen esperando a que los restos de sus seres queridos sean exhumados del Valle de Cuelgamuros (antes llamado de los Caídos).

Su turno aún no ha llegado a pesar de que la justicia madrileña acordó en junio de 2022 levantar la suspensión de las obras y dar luz verde a la exhumación de decenas de víctimas allí enterradas o de que el Tribunal Supremo eliminó el último escollo el pasado mes de marzo para que dieran comienzo los trabajos. “Tengo 89 años y mis heridas siguen abiertas 87 años después de que asesinaran a mi padre”, recuerda Fausto en esta entrevista con Infobae, si bien se muestra esperanzado y cree que “más pronto que tarde” tendrán resultados.

Tras años de silencio y de numerosas trabas burocráticas, las 118 familias que como Fausto han reclamado a sus antepasados están más cerca que nunca de lograrlo, pues solo falta un informe de toxicidad sobre la cripta, donde yacen más de 33.000 personas. Los recursos presentados por grupos de extrema derecha y la paralización de la licencia de obras que solicitó la alcaldesa de San Lorenzo del Escorial, Carlota López, del Partido Popular, imputada ahora por un delito de prevaricación, son algunas de las razones que explican el retraso de todo este proceso.

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“Han sido muchos años de lucha y no sabemos qué va a pasar ahora, porque los resultados pueden ser positivos o negativos, pero el hecho de que el equipo de expertos llegue a nuestros familiares y pueda tomar muestras y ver si coinciden con nuestro ADN significa mucho. Se va a documentar y nos van a entregar esa información, e incluso podremos ver los restos en algún momento”, dice Fausto, consciente de las dificultades del proceso debido al mal estado de conservación de los restos óseos después de tantos años desde que se cometieron los crímenes.

De momento, las únicas exhumaciones que se han llevado a cabo en el Valle de Cuelgamuros son la del dictador Francisco Franco, cuyos restos fueron trasladados al cementerio de Mingorrubio en 2019, y la de José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange, que ha tenido lugar este 24 de abril, coincidiendo con el 120 aniversario de su muerte, tal y como pidió su familia.

Trauma y vacío

Como tantas otras víctimas, Fausto apenas conoció a su padre, pero reivindica el derecho a enterrarle dignamente. Solo tenía dos años cuando en la madrugada del 20 de agosto de 1936 un grupo de falangistas armados irrumpió en su casa en Pajares de Adaja, Ávila, y se llevó a su padre, Valerico Canales, junto a otras siete personas más del pueblo. Aquel mismo día les fusilaron y les tiraron a una cuneta. Valerico, un jornalero que pertenecía al sindicato UGT y a la Casa del Pueblo, tenía 29 años.

“Tengo un trauma y un vacío por no haberlo conocido. Mi madre, que se quedó viuda con 30 años y que nunca volvió a ser la misma. Murió en 2005 sin haber recuperado los restos de mi padre. Mi hermano, dos años mayor que yo, tampoco pudo verlo porque falleció el año pasado y eso es muy duro”, relata Fausto, quien a pesar de todo el sufrimiento asegura haberse fortalecido al ir “llenando huecos con disgustos y satisfacciones” en este largo camino.

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Tras el crimen de su padre, Fausto y su hermano se fueron a vivir con sus abuelos mientras que su madre “se vio obligada a servir en otro pueblo”. “Afortunadamente pudimos quedarnos con nuestros abuelos maternos, que eran gente muy humilde, pastores de otros patrones, pero fueron años muy duros, de mucho sacrificio”, asegura.

Los restos de su padre y de las otras siete personas del pueblo a las que mataron los falangistas aquel 20 de agosto fueron arrojados a un pozo seco y allí permanecieron durante 23 años, hasta que en 1959, sin conocimiento ni autorización de la familia, los trasladaron al Valle de Cuelgamuros. En 2003, explica Fausto a Infobae, las familias pudieron recuperar algunos restos tras una exhumación que llevaron a cabo con sus propios medios en la zona donde se ubicaba el pozo. Allí encontraron un cráneo fragmentado, parte de otro, algunas vértebras y objetos como un dedal, “lo que prueba que entre las víctimas había una mujer”.

¿Para cuándo sus demandas?

Fausto celebra que los restos de Franco y de Primo de Rivera ya no se encuentren en Cuelgamuros, pero después de todas “las trabas, palos en la rueda y recursos”, también recuerda que las demandas de las familias “ya estaban aprobadas” desde hace tiempo y ahora solo esperan obtener resultados pronto.

La paciencia cultivada por los familiares de las víctimas del franquismo solo es comparable al dolor y al desamparo que han sufrido durante tanto tiempo en España, pues en muchas ocasiones sus casos han sido archivados por la justicia sin ni siquiera llevar a cabo una investigación, tal y como han denunciado. Y como la paciencia también se acaba, Fausto, quien recuerda que el franquismo no es cosa del pasado, solo espera ahora que los compromisos del Gobierno de coalición se cumplan y que “en las próximas semanas o meses” las familias puedan tener resultados favorables para así trasladar a sus seres queridos de una vez por todas a los cementerios que ellos elijan.

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