“Podemos ver el culo de Tito Valverde”, indica Víctor García León (Madrid, 1976) sobre Vaya Vacaciones, la comedia española en la que unos abuelos, un matrimonio y tres nietos se pelean por disfrutar de un remanso de paz entre discusiones y egos desmedidos. La cinta destaca por su ímpetu de “no tratar a los niños como si fueran idiotas” y de no “despreciar al público al que va dirigida”. También se vislumbra como un producto que promete mantener el buen ritmo de la taquilla local.
García León plantea un homenaje a “una generación que nos ha ayudado a tener hijos”, tal y como explica a Infobae España. De no ser por ellos, “no hubiéramos podido criarlos”. El director considera que su cinta funciona porque “frivoliza” el drama de unos padres que, con tal de descansar, mienten para que sus hijos puedan quedarse con sus abuelos durante unos días. Éstos, a su vez, tenían planeado un viaje de aniversario a Helsinki. La guerra se da por desatada entre Toni Acosta, Ernesto Sevilla, Gracia Olayo y Tito Valverde . De no ser por el humor, Vaya vacaciones “se convertiría en un drama espantoso”.
Reuniones por Zoom, coffee breaks, sesiones de team building, acudir a las tutorías, llevar a los niños a clases de piano, de canto, de natación... compaginar horarios laborales y vitales es el equivalente a participar en unos Juegos Olímpicos para padres. “Es un problema para la sociedad, porque hablamos de tener hijos, no estamos diciendo ‘es que me quiero ir a esquiar a Chamonix’”, indica García León, que considera a los abuelos como verdaderos “héroes”.
“Para una pareja de clase media que quiera tener un hijo, o uno de los dos no trabaja, lo que supone no llegar a fin de mes, o tienen que tener algún tipo de ayuda”, insiste. “Algo estamos haciendo mal”. El director considera que, “si queremos que alguien pague las pensiones en unos años”, lo lógico sería poner en marcha una planificación estatal en torno a la natalidad. “Aunque llegue a ser un poco estalinista”, apostilla.
“Para una pareja de clase media que quiera tener un hijo, o uno de los dos no trabaja, o tienen que tener algún tipo de ayuda”
El mejor (y peor) trabajo del mundo
Si abrir y cerrar un Excel durante ocho horas es considerada una ardua tarea en el mundo empresarial, ser padre debe estar un escalafón por encima. “La paternidad y la maternidad son labores bastante más duras que el trabajo”, explica García León, que en ocasiones ha tenido la sensación de haber “abandonado” su hogar cuando se ha marchado a grabar y ha dejado a su mujer en casa con los niños. “Me estaba quitando de encima un marrón y me iba a un sitio muy agradable a hacer cosas muy chulas”, dejando, por ende, un lugar en el que “tenía que estar currando todo el rato y durmiendo muy poco”.
Vaya vacaciones presenta a una juventud que articula su vida social a través de lo que varios académicos han denominado ‘el demonio se viste de Instagram’, un fenómeno en el que la fama se mide en likes. Los hijos de Acosta y Sevilla en la ficción pasan tiempo en el pueblo con los abuelos sin cobertura, sin tele, sin nada. “Los niños están hartos y lo que quieren es un móvil y drogarse”, dice su director.
Te puede interesar: Toni Acosta: “La maternidad es maravillosa, pero me parece sano decir que hay días que quiero irme a pasear para no escuchar a mis hijos”
García León busca representar la adolescencia del ahora: por ejemplo, el personaje que interpreta Daniela Rubio es homosexual y también se pone sobre la mesa la hiperactividad en la infancia como una baza y no como una lacra. “A un chica le gusta otra chica, pero podría ser un chico, o podría ser un caimán”, dice en tono cómico. Considera que, a las nuevas generaciones, su sexualidad no les define “como nos definió a nosotros”, y acusa a sus coetáneos de querer “hacer muchas casillas pequeñas” para definir las variantes vitales del amor. “Tenemos un armario con 150 millones de casillas distintas para que cada uno diga si es líquido o no binario 24. No hay que ubicarse”, insiste.
Celebra que los centennials no ensalcen las etiquetas y considera que los avances sociales se consiguen sin “dar importancia” a éstos. Se explica. Cree que presentar a una chica homosexual en su cinta sin profundizar en sus decisiones aporta más que “una película que fuera enteramente sobre el conflicto de una niña que decide que le gusta otra niña”, algo que considera “viejo”. El cineasta enarbola dicha teoría con mayor profundidad al considerar que es más “útil”, por ejemplo, cómo Vaya vacaciones lidia con el sexo en la tercera edad, “convertido en un chiste de una película mainstream”, que aquellas “en las que los ancianos se pasan los 90 minutos en la cama para que veamos que también follan”.
Entre miradas diversas, enfoques profundos y parámetros caducados, el cineasta se mantiene firme a la hora de presentar el personaje del padre: un hombre con bromas desgastadas y con escaso afecto por sus hijos, que además deja que todo el peso de su crianza recaiga sobre la madre. “Ernesto Sevilla está en una clave muy poco verosímil”, justifica. “Hace de cuñado muy gracioso”, de un personaje que, “por exagerado y arquetípico” le “funciona” como producto en su película. “¿Quién va a querer a un hombre que abandonó a sus hijos?” se pregunta, para inmediatamente responder: “Como tiene tanta jeta, se lo perdonas”.