La ley estrella del ministerio de Irene Montero, la conocida como ley de ‘solo sí es sí', ha generado polémica desde el momento de su aprobación en la Cortes Generales, el pasado agosto. Desde entonces, el texto, al contrario de lo que se buscaba en un principio que era endurecer los castigos contra los individuos que atentaran contra la integridad sexual de una persona, ha permitido 978 reducciones de penas en casos de agresiones sexuales y violaciones y facilitado 104 liberaciones, de acuerdo a los últimos datos aportados por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).
Esta situación, que desde Igualdad siempre achacaron a una mala interpretación de la norma por parte de los jueces, consiguió lo que a lo largo de toda la legislatura ha sido una quimera: socialistas y populares han llegado a un acuerdo y se disponen hoy a modificar la ley para revertir los puntos que han permitido la excarcelación de agresores sumamente peligrosos.
Violador desde los 14 años
Daniel Padial, de 37 años, es uno de ellos. Conocido como el violador de Lleida, Padial arrastra un historial de 17 agresiones sexuales contra mujeres, la primera de ellas cuando apenas tenía 14 años. La aplicación de la polémica ley habilitó que se le redujera la pena, de 15 a nueve años y medio, que le había caído por agredir sexualmente a dos niñas de 16 y 17 años en 2008.
Antes ya había ingresado, en 1999, a un centro de menores tras cometer sus cuatro primeras agresiones. Sin embargo, el 27 de noviembre de 2000 se fugó y sólo espero un día para volver a violar, acto que repitió 48 horas más tarde, el día 30. Finalmente, el 2 de diciembre fue recapturado. En 2001, con 16 años, comenzó a disfrutar de salidas transitorias las que aprovechó para, otra vez, cometer agresiones sexuales: entre noviembre de ese año y febrero de 2002 al menos 12 mujeres se convirtieron en sus víctimas.
Estas nuevas agresiones lo mantuvieron tras las rejas hasta 2008, pero al salir cometió las violaciones por las que estaba cumpliendo pena hasta ahora, gracias a la ley del ‘solo sí es sí' quedó libre el pasado enero. La Justicia consideró, al interpretar el texto de la nueva norma, que Padial ya había cumplido su castigo y que puede gozar de libertad de movimiento, por lo que tampoco le corresponde estar bajo un sistema de libertad vigilada.
Liberado y deportado
Otros de los beneficiados por la ley de Montero fue Rachid Ez Zariy, de 42 años y de origen marroquí. Ez Zariy se encontraba cumpliendo una pena de un total de 16 años de prisión en el presidio de Alcázar de San Juan, Ciudad Real, por los delitos de violación y robo con violencia, ambos perpetrados contra la misma mujer, por los que estaba pagando 13 y 3 años de cárcel respectivamente, según fuentes policiales citadas por el portal Miciudadreal.
El violador había sido capturado en Almería, Andalucía, y desde 2009 había pasado por varios centros penitenciarios del país hasta recaer en el de la ciudad manchega. Allí debía parmanecer, como mínimo, hasta 2025, pero al solicitar la reducción de condena, al amparo de la norma que hoy se quiere modificar, consiguió que su pena se redujera en tres años y medio.
Sin embargo, al recuperar la libertad a finales de febrero, el hombre fue detenido nuevamente por agentes de la Policía Nacional en cumplimiento de la ley de extranjería, que establece la expulsión de cualquier ciudadano extranjero condenado a más de un año de cárcel por cometer un delito doloso.
El falso policía
Una de las mayores reducciones de pena tuvo lugar en Aragón, cuando la Audiencia Provincial de Zaragoza rebajó de 12 a 7 años la condena de Jalal Aarabou, como consecuencia de la nueva redacción del Código Penal. No obstante, según publica el Heraldo, Aarabou había cumplido casi la totalidad de su pena dado que estaba encerrado desde abril de 2011 por haber violado, en 2000 y con 25 años, a una mujer de 55. Aarabou estuvo prófugo casi una década antes de comenzar a purgar su crimen.
El condenado abordó a su víctima, esposa de un policía nacional, mostrándole una placa policial y la invitó a subir a su vehículo para refugiarse de la lluvia que caía en ese momento, alrededor de las 20.15 horas, y conducirla a su casa. La mujer creyó reconocer en Aarabou a un compañero de su marido y aceptó el favor. Sin embargo, una vez en el coche, el hombre se dirigió hasta la orilla del río Ebro donde amenazó a su víctima con unas tijeras y la violó. La mujer, en un momento de descuido del agresor, huyó corriendo del lugar pudiendo arrebatarle antes la placa con la que la había engañado, identificación que resultó ser del cuñado del violador y fue una prueba esencial para su condena.