Tres generaciones de Argilés llevan años perfeccionando el arte del churro. Una buena masa, un aceite muy caliente y azúcar para el toque final. Aunque hayan aparecido infinidad de variaciones posteriores –con coberturas de chocolate blanco y negro, o incluso rellenos–, nada vence a un clásico. Ubicada en el Carrer de la Marina 107, J. Argilés es una de las churrerías más icónicas de Barcelona, además de una de las pocas que mantiene sus sartenes calientes las 24 horas del día.
Jordi lleva toda la jornada atendiendo llamadas de periodistas interesados en conocer por qué Rosalía y Rauw Alejandro han escogido su negocio como una de las varias localizaciones que aparecen en su último videoclip, Vampiros. Se muestra emocionado, y sobre todo agradecido, porque no todos los días “una figura como ella se acuerda de una actividad tan minoritaria, tan artesana y tan humilde”. Desconoce si la catalana había visitado su negocio con anterioridad. Un antes que no involucra el espectáculo que la intérprete dio en Coachella el pasado sábado: ante miles de personas, y en el escenario musical más importante de la industria, volvió a demostrar que nadie lo hace como ella.
Lo que Jordi sí puede afirmar, pese a la rapidez de la grabación y los escasos descansos entre toma y toma, es que “es una persona extraordinaria, amable, sencilla y simpática”. Vuelve a recalcar lo que supone para el gremio que alguien “de su talante” piense en ellos. No sólo en el negocio familiar, también en el resto compañeros que sobreviven a un oficio que sortea infinidad de trabas: desde los agonizantes horarios, pasando por la complejidad de adquirir licencias públicas para sus reposterías. A la cuestión de si la pareja musical del momento se comió el churro que aparece en el vídeo, la respuesta del dueño es contundente. “Los devoraron”. No se quitaron ni los colmillos.
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En Vampiros, segundo sencillo de RR –el proyecto musical de tres canciones en el que ambos artistas se dedican todos los sinónimos del amor–, Rosalía y Rauw Alejandro recorren algunos de los lugares icónicos de Barcelona. La casa Corberó, el bar Marsella y la churrería J.Argilés. La intérprete muestra, con cariño y estética, aquellos rincones de su ciudad natal que no se promocionan en los panfletos turísticos. “Nos muestra su lado más humilde y sus orígenes”, afirma Jordi, que considera que la “grandeza” de la catalana reside en “fijarse en las pequeñas cosas cotidianas”.
La churrería familiar está cerca de la sala Razzmatazz, una de las discotecas que regentan los vampiros nocturnos de Barcelona, aquellos que, tras una noche de sudor y diversión, acuden a J.Argilés para reponer energías. A nadie le amarga un dulce, ni siquiera a los sucedáneos de Drácula. Si Jordi tuviera que describir su trabajo en pocas palabras, sin duda destacaría “la humildad, la artesanía y las horas”. La continuidad del sector se ha visto, en parte, minimizada, porque el relevo generacional ha ido desapareciendo. “A la juventud le cuesta más trabajar los fines de semana o en horario nocturno, es un hándicap que condiciona”, afirma.
De Rosalía a Messi
La publicidad que han recibido tras la aparición en el videoclip dirigido por Stillz y producido por Canadá “nos viene fenomenal”. Jordi, que relevó a su padre, cuenta emocionado cómo ha recibido la noticia de que “dos iconos musicales” hayan escogido su negocio para reivindicarlo como escenario artístico. “Me ha dicho que qué bonito que se acordasen de nosotros”. Rosalía, sin embargo, no es la única que ha visitado el local para dejarse llevar por el pecado carnal del azúcar.
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“Aquí ha venido Messi pidiendo churros de dulce de leche”, pero también muchos alcaldes, porque Jordi considera que la fama no es incompatible con la ingesta de chocolate y derivados. Su deseo, como aficionado del Espanyol, es celebrar la salvación del equipo –que se encuentra en el descenso en la recta final de LaLiga, a falta de pocas jornadas para que termine la competición– con algún representante del club. “Soy muy perico, muy perico, pero cero ‘anti-todo’, de hecho les pondría churros a Shakira y a Piqué si vinieran, seguro que les endulzaba sus vivencias”, comenta entre risas.
En una sociedad en la que los zumos de cilantro y apio se consumen a ritmo de café con leche, Jordi reivindica la magia de su producto y denuncia el aura de “falsa información” en torno a la repostería. “Es contraproducente no poder degustar un chocolate con churros, son tres ingredientes muy básicos que reúnen un poderío y vitalidad que tendría que estar pautado por la seguridad social”, concluye.