“Una experiencia excelente, insuperable”. Así describió la espeleóloga y deportista Beatriz Flamini los 500 días que permaneció de forma voluntaria en una cueva en Granada a 70 metros de profundidad tras su salida este viernes pasadas las 9:00 de la mañana, visiblemente emocionada y con las manos temblorosas. “No quería salir”, añadió poco después en una rueda de prensa en la que contó con más detalle cómo fue su larga estancia sin contacto con el mundo exterior ni referencias temporales.
Flamini explicó ante decenas de periodistas que ha pasado los días leyendo, tejiendo, escribiendo o haciendo ejercicio, “sin presiones”, y que acabó perdiendo la noción del tiempo. También recordó como uno de los peores momentos cuando se vio invadida por moscas que entraron a la cueva y “empezaron a poner sus larvas”, pero a pesar de todos los inconvenientes, la aventurera española se mostró muy satisfecha con la experiencia.
Te puede interesar: Beatriz Flamini sale de la cueva de Granada en la que pasó 500 días aislada para ser récord mundial: “No quería salir. Me han pillado durmiendo”
Este viernes se conoció que, cuando habían transcurrido 298 días de aislamiento, Flamini se vio obligada a salir de la cueva durante ocho debido a un fallo técnico, si bien aclaró en declaraciones a laSexta que ese tiempo se mantuvo aislada en una tienda de campaña. La alpinista de 50 años, cuya hazaña será reflejada en un documental, aseguró que nunca pensó en abandonar.
Diferentes desajustes
Más allá de que Flamini haya batido el récord mundial de permanencia en una cueva, su aislamiento tan prologando sin ver la luz de sol conlleva un impacto físico y psicológico, tal y como detalla a Infobae España la doctora Elena Urrestarazu, especialista del departamento de Neurofisiología y de la Unidad del Sueño de la Clínica Universidad de Navarra.
Te puede interesar: Beatriz Flamini y sus 500 días aislada en una cueva
“Al final lo que se produce es una cronodisrupción, un desajuste entre la hora externa e interna, porque no se trata solo de dormir más o menos horas, sino de que los diferentes relojes del organismo se han desfasado”, indica Urrestarazu. Ese desfase, añade la experta, tiene consecuencias en la salud y, aparte de generar trastornos en el sueño, “puede generar problemas de concentración, de memoria, de estado de ánimo, así como problemas de metabolismo”.
Un riesgo para la salud
El hecho de que una persona esté expuesta a esas condiciones durante tanto tiempo aumenta también “el riesgo cardiovascular y de padecer diabetes”, señala la neuróloga, quien considera que el aislamiento de 500 días al que se ha sometido Flamini “es un riesgo” pese a las buenas condiciones físicas de la deportista. “La biología manda y el desgaste pasa factura igualmente”, precisa.
Lo importante ahora, subraya Urrestarazu, es que Flamini –o cualquier otra persona que experimente un aislamiento prolongado bajo tierra– “retome el ritmo de 24 horas y lo acople a la luz solar para regular el sueño y todos los sistemas del organismo”. “Es muy importante que en la mañana, con la luz del día, realice ejercicio y vaya disminuyendo el ritmo a lo largo del día”, añade la experta en medicina del sueño, que también recomienda tomar suplementos como la melatonina.