No había dado tiempo a que el Santiago Bernabéu alcanzase la temperatura habitual de una noche grande de Champions cuando el público congregado en Chamartín puso el foco en un aspecto que nada tenía que ver con el duelo entre el Real Madrid y el Chelsea que estaba a instantes de iniciarse. Podría decirse incluso que aquello iba más allá de lo meramente futbolístico. El protagonista capaz de robarle la atención durante unos segundos a todo un partido de cuartos de final de la máxima competición europea no podía ser otro que el protagonista de la semana: Fede Valverde. El uruguayo, en el centro de la polémica tras propinarle un puñetazo en el rostro a Álex Banea el pasado sábado después, supuestamente, y siempre según el entorno del madridista, de recibir graves ataques hacia su familia, recibió en tromba el respaldo de la hinchada blanca.
Fue sonar el himno de la Champions y el Bernabéu rompió con un cántico de apoyo dirigido a su jugador: “¡Fede Valverde lololo! ¡Fede Valverde lololo!”, coreó todo el estadio. El futbolista, visiblemente emocionado, respondió con dos gestos. Primero, el del perdón, asumiendo su error. Segundo, el de agradecimiento, levantando el pulgar y golpeándose el pecho. Y después, todos a lo suyo. A lo importante. Al fútbol. Valverde, tal y como reconocían estos días fuentes cercanas al vestuario del Madrid, necesitaba justamente eso, dejar atrás el altercado y centrarse únicamente en la competición. “Está con la intención de pasar página cuanto antes”, repetían desde el domingo.
Afectado por el incidente
Los días posteriores a la agresión, que ha terminado con una denuncia interpuesta por Baena, no fueron fáciles de digerir para Valverde, un chico que desde su llegada al Madrid no había levantado ninguna polémica ni había sido protagonista por ningún tipo de asunto extradeportivo. Ni una salida de tono ni un mal gesto desde que aterrizase en el club blanco en 2016, a los 18 años. Tampoco es de ese tipo de jugador duro ni propenso a meterse en grescas cuando está sobre el césped. De hecho, en su expediente deportivo solo figura una tarjeta roja en 267 partidos, en la final de la Supercopa de España ante el Atlético de la temporada 2018-2019, cuando arrolló a Álvaro Morata para evitar que se plantase solo ante Courtois. La acción era tan necesaria que hasta Simeone, entrenador rojiblanco, reconoció el acierto de Valverde.
Pero esta semana, su injustificable agresión a Baena le ha sacado del segundo plano. Desde Valdebebas aseguraban que “estaba tranquilo y centrado en lo suyo”. “El vestuario le está apoyando y se habla cero del tema”, decían en los días previos al encuentro ante el Chelsea. La realidad, en cambio, era menos alegre. Valverde no lo ha pasado nada bien. “Están siendo momentos difíciles”, reconocían desde entorno. El atlético Josema Giménez, compatriota y uno de los mejores amigos del jugador del Madrid, lo confirmaba: “Hable con él y está jodido. Fede está jodido”, desvelaba el defensa a los micrófonos de El Chiringuito de Jugones el pasado domingo tras el partido de su equipo.
Baena denuncia y se defiende
Pese a todo, Valverde, en boca de su entorno, ha defendido siempre que actuó tras una “gravísima” provocación previa de Baena, tal y como trasladó instantes después de la agresión su gente más cercana. “Llora ahora, que tu hijo no va a nacer”, fue la frase que, presuntamente, el español le dedicó de manera similar hasta en dos ocasiones. La primera, en el partido que enfrentó al Madrid y al Villarreal en los cuartos de Copa del Rey el 19 de enero, y una segunda en el choque de Liga del 8 de abril. Fue tras este encuentro cuando Valverde esperó a Baena en la zona del parking del Bernabéu. “¡Repite ahora lo que dijiste sobre mi hijo!”, le espetó el uruguayo justo antes de soltarle un puñetazo en el pómulo. Aquellos días, en los márgenes del duelo copero, el madridista y su pareja, Mina Bonino, atravesaban una situación extremadamente delicada ya que en las pruebas del embarazo del hijo que esperan se detectó que el bebé era incompatible con la vida, algo que finalmente se descartó.
Baena, que presentó una denuncia ante la Policía el día posterior, negó que de su boca salieran esas palabras. “Tras el suceso, salieron a la luz unas declaraciones presuntamente realizadas por su entorno, en el que se decía que había deseado el dolor de un familiar. Desde entonces, y como no puede ser de otra forma, no se ha publicado ninguna evidencia que pruebe los hechos que se me imputan”, aseguró en un comunicado. Además, deslizó que el argumento utilizado por el entorno de Valverde no era más que una excusa: “Se aprovechó una desgracia para justificar la agresión y hay mentiras que duelen más que los golpes. El daño que se está haciendo a mi familia es irreparable e injustificable: amenazas, insultos e incluso mensajes privados deseando la muerte de mi familia”
Las primeras palabras de Valverde
Valverde, por su parte, se limitó a guardar silencio. Fue Mina la encargada de responder al comunicado de Baena. “¿Te parece una excusa? Podría poner miles pero jamás un hijo de por medio sabiendo cómo estuvimos. Hay un Dios que todo lo ve, que sabe la realidad y estamos tranquilos”, escribió en Twitter su pareja. “¿Crees que vamos a poner en juego la salud de nuestro hijo inventando algo así teniendo en cuenta los dos meses de mierda que pasamos? El límite llega hasta el dolor de la otra persona y bastante tuve para que vengan a cuestionarme las fechas sobre la salud del hijo que espero”, se defendió.
“Me he apoyado en la familia, en la gente del Madrid y en los que me apoyan en la calle. La verdad es que es de agradecer bastante”, ha reconocido el jugador uruguayo
El jugador uruguayo había preferido mantenerse callado hasta que el jueves, tras abandonar Valdebebas después de la sesión de entrenamiento del Madrid, habló por primera vez tras lo ocurrido. “¿Cómo estás Fede?¿Más tranquilo?¿Mejor anímicamente? ”, le preguntaron los medios congregados a las puertas de la ciudad deportiva. “Gracias a la gente y a mi familia, sí, estoy mejor”, respondió. “Me he apoyado en la familia, en la gente del Madrid y en los que me apoyan en la calle. La verdad es que es de agradecer bastante”, aseguró.
Durante estos días, el jugador ha recibido el apoyo del club, desde los dirigentes hasta sus compañeros y su entrenador, Carlo Ancelotti. El italiano le defendió en la previa del duelo ante el Chelsea y le alabó tras el encuentro. “Ha sido el mejor en el campo”, dijo. Antes, pese a evitar hablar del conflicto, destacó su forma de ser. “Yo le conozco muy bien y tiene cualidades humanas especiales, extraordinarias”.
Antiviolencia decide el lunes
Aunque Valverde esté tratando de pasar página y se centre en lo futbolístico, a la historia de su agresión a Baena aún le quedan unos cuantos capítulos. El caso está ahora en manos de la Comisión Nacional Antiviolencia, organismo adscrito al Consejo Superior de Deportes (CSD), que actuó de oficio tras la denuncia presentada por el jugador del Villarreal y se reunirá este lunes a primera hora de la mañana. La Comisión se basará en el análisis de dos documentos: por un lado, el parte facultativo de la lesión, a partir del cual un perito tendrá que determinar el alcance de ésta, y la propia denuncia interpuesta por Baena ante la Policía.
El caso, por tanto, irá por la vía penal. De momento, y así será salvo giro radical de los hechos, no está enmarcado en un contexto deportivo. Para que esto suceda, tendría que entrar de oficio el Comité de Competición de la Real Federación Española de Oficio, algo que no ha sucedido ya que ni el propio Baena ni el Villarreal han presentado una denuncia por esta vía. Solo si Antiviolencia eleva el caso al Comité de Competición y propone una sanción, el órgano deportivo podría tener margen para actuar, aunque lo más probable es que no lo hiciese.
Ante es escenario, lo más probable es que el incidente se resuelva con una importante multa económica para Valverde si, finalmente, tal y como parece, su agresión al jugador español se considerase una lesión leve. Otra posibilidad, y esta sí afectaría al uruguayo en el plano deportivo, es que la propia Comisión le inhabilitase con sanción mínima de entre uno y seis meses. Esto nunca ha sucedido.
A la espera de la resolución, Valverde se arropa en los suyos y se centra en el fútbol. Su gente y la pelota han sido su vía de escape para superar su semana más difícil como jugador profesional.