Primera escena. Rosalía enfundada en un total look de la marca italiana Blumarine. Una cruz vaquera con tachuelas le ocupa todo el pecho y le recorre la nuca y la espalda. Enseña sus dientes a la cámara. Sus pupilas están dilatadas. Rauw Alejandro le agarra de la mano y ambos caminan por una desértica calle. “La luna me escolta de la oscuridad y de la maldad”, entona ella. La noche se apresura.
La pareja musical y sentimental acaba de estrenar el videoclip de Vampiros, el segundo sencillo de RR: el proyecto artístico en el que ambos se declaran amor puro, eterno y carnal. El último es, precisamente, el que se plasma en el proyecto dirigido por Stillz y producido por Canadá -que trabaja con la catalana desde El Mal Querer-. El vídeo, que tenía la complicada tarea de abordar una temática tan oxidada como una estaca clavada al propio Drácula, consigue, con sencillez, plasmar la relación entre ambos artistas. Ella y él. Él y ella. Dos que son uno. De noche, pasión. Cuellos que se acercan y se besan sin necesidad de mirar el reloj. De día, admiración y tranquilidad. Desayunan y componen música en un entorno distópico.
Rosalía y Rauw Alejandro recuerdan a un Crepúsculo moderno, a una familia Cullen que no necesita sangre para subsistir y que pasea sus chaquetones de pelo sintético por los solitarios callejones de la ciudad. Llevan las últimas tendencias, lo saben. Se gustan, son atractivos y no escatimarán en mostrarlo. Son Vampiros del Diesel de Glenn Martens, sanguijuelas de TikTok. Recorren Barcelona con su Rolls Royce, beben absenta en el histórico bar Marsella, comen churros en J. Argilés -una repostería sobre ruedas de la ciudad condal que abre 24 horas- y espantan a los humanos con sus “colmillos afilados de metales”. Al final del día, lo único que importa son ellos.
Los seguidores del dúo ya han comenzado a establecer paralelismos audiovisuales. Algunos les comparan con los maléficos Victoria, James y Laurent de la saga de Stephenie Meyer; otros afinan más el disparo y consideran que el videoclip de Stillz estaría inspirado en la película Only Lovers Left Alive (2013), protagonizada por Tilda Swinton y Tom Hiddleston, en la que se cuenta la historia de dos vampiros que, además de amantes, también son músicos alternativos.
El videoclip transforma las referencias clásicas del personaje creado por Bram Stoker. No hay madera, pero sí hay ajos, que Rosalía pela con discreción en los créditos, quitándole peso a la tradición o a la maldición. Vampiros es una declaración de intenciones, una expresión lasciva, de lujuria. Un deseo que no tiene miedo a mostrarse, pero que no puede compartirse, porque es único e inmortal.
La estética del videoclip cumple con los estándares del vampiro actual, de existir. La sangre ya no se chupa en el cuello, sino en Twitter. No tienen un polvoriento castillo como habitáculo para resguardarse de la luz, sino un espacio abierto y blanco de Xavier Corberó con una estética propia de un artículo de la revista Architectural Digest. Las cortinas no son de terciopelo rojo y las capas no son de seda, sino de las pasarelas de Milán.
Rosalía y Rauw Alejandro son, en Vampiros, la pareja que todos ansían ser. Los guapos de la clase, los que siempre salen bien en las fotos. Un dúo que comparte noche y día, fiesta y trabajo. Son la versión gótica y dosmilera de aquella frase de Sally Rooney que tantas veces han compartido aquellos que los domingos sacan a relucir su corazón roto: “No soy una persona religiosa, pero a veces pienso que Dios te hizo para mí”. En su caso, no chupan la sangre ajena, únicamente la propia. No necesitan otro calor corporal que no sea el suyo.
Primero, la relación; luego la música
Rosalía siempre ha sido contundente a la hora de hablar de una posible colaboración artística con Rauw. No en vano, cuando anunció el remix de su éxito Despechá, muchos pensaron que el artista invitado sería el puertorriqueño. “Para mí, nuestra relación es lo primero... Por supuesto que mi carrera es súper importante, pero al mismo tiempo, en mi vida, tú eres mi compañero, y todo lo demás viene en segundo lugar”, expresó en una entrevista reciente con Billboard. La artista, que tiene en su hemeroteca el tema Antes de morirme, la colaboración con C. Tangana que escribió antes de que se convirtiera en su expareja, sabía que apresurarse a firmar una canción con Rauw podría ser contraproducente. Lo suyo comenzó con una declaración de admiración de él, hablaron por redes sociales, se conocieron e iniciaron una relación en 2020.
La pareja acaba de anunciar su compromiso después de tres años de relación. Lo revelaron en el videoclip de Beso, el tema principal, y más dulce, de RR: tres cartas románticas en las que fusionan el pop, el reggaeton y el bolero, acompañadas de vídeos no aptos para los solteros con tendencia al sabotaje. Aunque el EP se ha hecho esperar, la promoción musical del dúo Rauw-Rosalía viene con anillo de boda incluido, testamento de que lo suyo no sólo es una colaboración espontánea o una relación de interés.