¿Sumisión química o pánico?: los pinchazos a mujeres en discotecas de España disparan alertas en las redes y el debate político

Los ataques crecen, pero no se encuentran evidencias de drogas en las víctimas: el PP y VOX piden protocolos de actuación, y el Gobierno habla al tiempo de sumisión química y de miedo

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El parte médico de un hospital de Barcelona de una mujer que se presentó con un pichazo que sufrió en una discoteca
El parte médico de un hospital de Barcelona de una mujer que se presentó con un pichazo que sufrió en una discoteca

Amnesia, confusión, rigidez en los brazos, pérdida de la voluntad… El miedo recorre las redes sociales; el número de casos crece de un día tras otro. Sumisión química en las discotecas. A través de un pinchazo. El needle spiking ha llegado a España tras pasar por Reino Unido y Francia. Hay discrepancias. Las víctimas hablan de sumisión química. Algunos políticos, también. Hay quien habla de violencia, sin más. De la violencia del miedo. De hacer correr el pánico, de crear psicosis. No hay evidencias de presencia drogas en el cuerpo de las personas atacadas (todas mujeres, sólo un hombre). Solo en un caso se habla de presencia de MDMA (droga sintética).

“Hoy en la discoteca Arena Classic [Carrer de la Diputació, 233, Barcelona] me han pinchado en el muslo. En cuanto me he dado cuenta he ido corriendo al portero de la discoteca, el cual, ayudándome, me ha sentado en un sofá y a los 10 minutos me he desplomado, quedándome inconsciente y con una sensación de que tenía que decir y hacer todo lo que me dijesen”. Así comienza el relato de Miriam Alba, una joven que tuvo que ser atendida en el Hospital Clínic de Barcelona tras ser agredida en una sala de la ciudad el pasado 27 de julio.

Como ella, decenas de mujeres, la mayoría de entre 20 y 30 años, han denunciado en las últimas semanas que han las han pinchado -con la aguja de una jeringuilla, explican la mayoría- en alguna parte de su cuerpo -brazos y piernas, sobre todo- cuando estaban en eventos multitudinarios (discos, conciertos, festivales, fiestas populares…). La intención era evidente, cuentan: someterlas.

Veintidós casos en Cataluña, 12 en el País Vasco, ocho en Navarra, cinco en Cantabria. La lista no acaba. Los casos se reproducen, pero nadie sabe qué hay detrás de estos ataques.

“Necesitamos saber qué pasa en el fenómeno del pinchazo, no sabemos si hay sustancias en determinados casos, pero es un hecho grave porque se nos expulsa de espacios de diversión y ocio donde queremos estar”, ha declarado hoy, 3 de agosto, Pilar Llop, ministra de Justicia.

Hasta la fecha no se han encontrado en ninguno de los casos denunciados -puede haber incontables que no hayan terminado en comisaría o en un hospital- rastros de sustancias químicas. Sólo se ha dado un caso en Gijón (Asturias), donde, según publica Maldita.es, se habrían detectado rastros de anfetaminas.

He sido víctima de una sumisión química. Han venidos Mossos (policía autonómica catalana) y la ambulancia. He acabado en urgencias del Hospital Clínic y el equipo médico no ha sabido decirme qué sustancia me han inyectado”, continúa el relato de Miriam Alba.

En el parte de médico de la joven se lee: “Pinchazo en discoteca con características delictivas”. Y hay más: “Parece que se trata del mismo modus operandi que se está viendo últimamente en redes sociales y también en las noticias recientemente(…)”.

Primeros casos

Los primeros casos en España se detectaron en Pamplona (Navarra) durante los San Fermines. Ocho casos hasta la fecha. El Departamento de Presidencia, Igualdad, Función Pública e Interior del Gobierno de Navarra ha confirmado en los últimos días que “se constataron pinchazos”, que algunas de las personas agredidas “presentaban mareos”, que se les hicieron análisis clínicos, pero que no se ha podido constatar “que hubiese alguna sustancia inoculada” ni que el pinchazo fiera seguido de “un intento de robo o agresión sexual”.

El Ministerio de Igualdad que dirige Irene Montero ha promovido los llamados Puntos Violeta. Se definen como “un instrumento promovido para implicar al conjunto de la sociedad en la lucha contra la violencia machista y extender, de forma masiva, la información necesaria para saber cómo actuar ante un caso de violencia contra las mujeres”.

En la Guía se dan instrucciones para actuar tanto si una persona es agredida como si presencia una agresión. “¿Te encuentras en el interior de un lugar o establecimiento público? ¿Estás en un supermercado, una farmacia, una tienda, en un bar o en una discoteca, por ejemplo?”, se pregunta el prontuario. “Pide ayuda a otras personas que se encuentren en el lugar. Arropad a la víctima. Preguntadle qué necesita, respetando sus ritmos y sus decisiones. Valorad si es necesario llamar a los servicios de emergencias, la policía y/o Guardia Civil. Puedes avisar a la persona encargada, cuéntale lo que sucede y conjuntamente, manteniendo la calma, acompañad a la víctima en lo que necesite”.

Irene Montero dejó claro el lunes a través de cuenta de Twitter su posición sobre esta ola de ataques cuyo objetivo no se acaba de determinar: “En los últimos días hemos conocido testimonios de mujeres agredidas mediante sumisión química en bares, pubs y discotecas. La semana pasada firmamos un convenio con @espana_denoche para que los lugares de ocio nocturno sean también puntos violetas”.

El Equipo Ágora, uno de los más destacados de España en formación de género y el que denunció los primeros cuatro casos en las fiestas de San Fermín de Pamplona, ha lanzado una campaña en sus redes sociales en los que advierte de este nuevo método de sumisión química. Bajo el título “Estaba de fiesta y sentí un pinchazo en la pierna”.

Equipo Ágora explica que “las sustancias que se aplican habitualmente son benzodiazepinas, GHB, aunque hay casos con otras sustancias como la ketamina, con la problemática de que desaparece en sangre rápidamente. Hay que pedir un análisis de este tipo de sustancias”.

Además, señala que “hay que aplicar un protocolo de seguimiento de posibles enfermedades que se contagian vía sanguínea ante la probabilidad de que la aguja fuera usada con más de una persona. Así podemos tener tratamiento adecuado”.

Este último es uno de los factores a tener en cuenta de los que se ha advertido a las potenciales víctimas de estos ataques. De hecho, en Cataluña se ha puesto ya en marcha un protocolo de actuación profiláctica postexposición al VIH.

Las evidencias, las denuncias y los testimonios no son, hoy por hoy, concluyentes. Fuentes policiales hablan de psicosis, de casos aislados y piden prudencia. Al no haberse detectado en ningún caso -salvo el citado anteriormente en Gijón- restos de sustancias tóxicas en las víctimas, aún no se puede hablar de sumisión química. Y si lo fuera, no encaja que estos casos no fueran seguidos de un intento de robo o de violencia sexual, que es el objetivo último de este tipo de violencia contra las mujeres.

162 violaciones bajo sumisión química

Los datos sobre violencias sexual en España indican que una de cada tres violaciones se produce bajo sumisión química. El dato corresponde a marzo de este año y se centra en los casos de 2021. Entonces se registraron 3.001 agresiones sexuales. El Instituto de Toxicología puso el foco en 994 de ellas al tener la sospecha de que la mujer hubiera sometida mediante alguna sustancia tóxica. El resultado fue positivo en el 72% de estos casos estudiados.

En los últimos tres años, el Ministerio del Interior ha contabilizado 162 violaciones en las que hubo de manera probada sumisión química de la víctima. Los datos de ambas instituciones no coinciden, pero ambos están disponibles en sus páginas oficiales. Los primeros los defendió públicamente la ministra de Justicia.

La ONG Energy Control, un programa de intervención desde la reducción de riesgos en el ámbito de los consumos recreativos de drogas de la Asociación Bienestar y Desarrollo (ABD), ha lanzado un comunicado en el que muestra su escepticismo sobre los pinchazos y su vinculación con un intento de sumisión química. “No existen evidencias claras de las sustancias utilizadas bajo esta modalidad y sí algunas dudas sobre que la administración de sustancias psicoactivas sea posible a través de este método”.

Energy Control pone en duda que una sustancia química se pueda administrar de esa manera. En su comunicado lo han dejado claro: “Inyectar una sustancia requiere conocimiento médico y técnico (…). Las sustancias inyectables son más difíciles de obtener y más difíciles de administrar. De hecho, no se ha encontrado ninguna evidencia que respalde el uso de sustancias inyectadas con la finalidad de abusar sexualmente. La inyección intramuscular o subcutánea tiene un inicio de acción más lento que la intravenosa y los efectos son menos predecibles. Además, las punciones suelen ser dolorosas, por lo que no resultan un método eficaz, sea cual sea la intencionalidad, si el objetivo es que la persona no se dé cuenta”.

Las investigaciones se centran, por el momento, en que los pinchazos se realicen con dispositivos para administrar insulina o con punzones.

La realidad es que los pinchazos existen, que en las redes hay alarma y que el miedo se extiende. Los partidos políticos han entrado en el debate.

Vox ha clamado, por medio de su líder, Santiago Abascal, contra el silencio del Gobierno. “Esto es gravísimo. Y precisamente por ello nadie habla del asunto. Ni las feministas oficiales, ni los mandarines progres, ni los palmeros mediáticos”, ha escrito en sus redes sociales. El líder de la ultraderecha ha sido contundente: “Marean con frivolidades, ocultan los dramas reales. Nunca les ha importado la seguridad real de las mujeres”.

El PP pide un protocolo “por la alarma social” que han generado estos casos. La coordinadora de Políticas Sociales del PP en el Congreso, Marta González, ha pedido que se pongan en marcha iniciativas que permitan atajar estos ataques. Sin embargo, ha querido huir del alarmismo y ha dejado claro que para su partido “existe cierta duda” de que sea “un nuevo método de sumisión química o simplemente una terrible manera de infundir miedo y temor en las mujeres”.

El Gobierno, por su lado, ha recordado en que la nueva ley sobre libertad sexual -conocida como “Ley del solo sí es sí”- se establece que las violaciones con sumisión química han dejado se ser consideradas sólo abusos para pasar a estar tipificadas además como agresión sexual.

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