Caía la mañana del 27 de enero de 1993 cuando el frío y el silencio cubrieron España entera. Dos apicultores que recorrían el barranco de la Romana (Catadou, Valencia) descubrieron tres cuerpos. Desde el 13 de noviembre de 1992 -75 días antes de que los apicultores encontraran tres cadáveres semienterrados-, todo el país estaba pendiente de tres chicas de 14 y 15 años que habían desaparecido en la localidad valencia de Picassent.
Era ya de tarde ese 27 de enero cuando se confirmó que los restos humanos hallados en las cercanías de la presa de Tous eran muy posiblemente los de Desirée Hernández, Míriam García (14 años) y Toñi Gómez (15 años).
Los conocidos como Crímenes de Alcásser conmocionaron a la población de una forma profunda, persistente. Las niñas habían sido secuestradas, violadas, torturadas y, finalmente, asesinadas.
La noche de ese mismo 27 de enero, a las 22.40 horas, la Guardia Civil acudió a casa de Neusa, la matriarca del clan de los Anglés: una receta médica a nombre de Enrique Anglés encontrada en el lugar del crimen fue la primera pista con la que pudieron ponerse a trabajar. Enrique, esquizofrénico, quedó descartado como autor de la masacre. Anglés solía usar la identidad de su hermano y otros conocidos porque estaba en busca y captura por otro delito en el momento de los crímenes.
Cuando los agentes estaban en la casa, llegó Miguel Ricart; un tipo con antecedentes al que se llevaron al cuartel para interrogarlo y que pronto se convirtió en el primer acusado por los crímenes. Y, hasta hoy, el único que se sentó, en 1997, en el banquillo de los acusados. Pese a sus seis declaraciones contradictorias a lo largo de los años, Ricart fue sentenciado a 107 años de prisión: por su participación en el secuestro, violación, torturas y asesinato de Desirée, Míriam y Toñi. Salió en libertad en 2013.
Quien no estaba en casa de Neusa era su hijo Antonio, entonces de 26 años. De la noche a la mañana había desaparecido, había iniciado su huida. Nunca más se ha sabido de él. Quedan ocho años para que los delitos que se le imputan a Anglés prescriban. Y aún no se sabe, casi 29 años después de los crímenes, si está vivo o muerto.
Proyecto Prometeo
El 4 de noviembre la Policía solicitó al Juzgado de Instrucción Número 6 de Alzira, que investiga este caso, lanzar una nueva campaña de búsqueda de uno de los criminales más buscados de España y Europa. Un informe enviado a la autoridad judicial es el elemento clave en el que se asienta esta nueva empresa de busca y captura de Anglés.
Una de las claves para relanzar la búsqueda de Antonio Anglés reside en un informe remitido a la Justicia por la Asociación Laxshmi para la Lucha Contra el Crimen y la Prevención. Se trata de un dictamen de más de 50 páginas en los que se analizan 15 escenarios por los que presuntamente pudo pasar el criminal en su escapada.
Los investigadores han asociado cada lugar estudiado con distintas pruebas: forenses, testificales, indicios que apuntarían a la presencia de Anglés en esos escenarios o en análisis espacio-temporales entre diferentes sitios por los que pudo pasar.
Bautizado como Proyecto Prometo, el grupo de investigadores encargado de este caso y encabezado por el criminólogo Félix Ríos y formado por A. Vanacloig, A. Costea, D. Costea y B. Conde, ha analizado cada uno de los escenarios durante más de un año, ha entrevistado a testigos de la época y ha realizado una labor de registro con imágenes –fotos y vídeos- antiguas, actuales, tomas con dron e infografías de los escenarios.
La desaparición
El viernes 13 de noviembre de 1991, las adolescentes Derirée, Míriam y Toñi salieron de casa de una amiga, en el municipio de Alcásser, para acudir a una fiesta del instituto en la discoteca Coloor de Picassent. Llamaron al padre de Míriam para que las acercara. La distancia entre el origen y el destino de su viaje era de apenas dos kilómetros. El padre estaba con fiebre. No las pudo llevar.
Las niñas decidieron hacer autostop. Se subieron en el coche de una pareja –Francisco Hervás y Mariluz, su novia- que las dejaron en una gasolinera de Picassent, donde dos chicos en un Opel Corsa les dijeron que las llevaban hasta la discoteca Coloor. Eran Antonio Anglés y su amigo Miguel Ricart.
La huida
A las pocas semanas de encontrarse los cadáveres y lanzada la caza y captura de Anglés, se supo que el implicado había huido en un barco hacia Irlanda. Es aquí donde su pista se pierde y donde la vuelve a enganchar el equipo de investigadores que ha colaborado recientemente con la Justicia.
El informe incluye un análisis comparativo de todos los testimonios recabados entre la tripulación de City of Plymouth, el barco en el que se subió Anglés para abandonar España. Se han analizado entrevistas a tripulación de la época y entrevistas a la actual. Y se ha señalado en concreto a un tripulante que pudo ayudar al fugitivo.
Los nuevos estudios forenses demuestran que Anglés estuvo con vida al menos hasta el 7 de febrero de 1993. ¿Por qué? Porque su ADN se encontró en una caseta de Alborache y un chalé de Benaguasil. Pero el informe entregado al Juzgado de Alzira prolonga más aún el tiempo de vida de Anglés: al margen de los indicios forenses, los testimonios y el perfil geográfico realizado demostrarían que Anglés estuvo con vida al menos hasta el 24 de marzo de 1993 a las 18.00 horas. En ese momento estaba en la cubierta del buque inglés City of Plymouth. Los investigadores establecen la posibilidad de que Anglés no se lanzara por la borda del barco, como se ha especulado durante todos estos años, sino que llegara con vida a Dublín, capital irlandesa.
La Asociación Laxshmi para la Lucha Contra el Crimen y la Prevención, que ha tenido en cuenta para sus informes las investigaciones contenidas en el libro El Fugitivo, de Gernar Martí y Jorge Saucedo, ha realizado un mapa detallando los escenarios recorridos por Anglés en su huida. Y ha realizado un perfil psicológico del fugitivo basándose no sólo en publicaciones, sino en testimonios, incluida su manera de actuar frente a Ricart.
Su aspecto actual
Antono Anglés, nacido el 25 de julio de 1966 en Sao Paulo, Brasil, mide 1,75 metros de altura, tiene los ojos azules y varios tatuajes.
La última ficha policial actualizada difundida por Interpol y Europol, especificaba que tenía tatuajes en el brazo derecho –un esqueleto con guadañas-, en el brazo izquierdo –una leyenda que pone “Amor de madre”- y en el antebrazo izquierdo –una mujer china vestida y con una sombrilla-.
Además, se dice, tiene un quiste sebáceo junto a la nuez, se explica que es un hombre desconfiado y que toma –o tomaba- Rohipnol “para combatir la adicción a las drogas”.
Anglés puede estar vivo. Eso es lo que mantienen algunos investigadores y lo que alimenta la nueva campaña de busca y captura lanzada por la Policía con el auspicio del juzgado que lleva el caso. Hay tiempo para encontrarlo y sentarlo ante la Justicia hasta el 14 de diciembre de 2029. Entonces los cuatros delitos que se le imputan prescribirán: el secuestro, la violación, las torturas y el asesinato de tres niñas de 14 y 15 años entre los 75 días que transcurrieron desde el viernes 13 de noviembre de 1992 hasta el miércoles 27 de enero de 1993.
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