“Esto es como una urbanización de lujo. Te sales aquí a la terraza, te tomas un café y estás tan tranquilo. Por la noche oyes hasta los grillos y ves las estrellas”. Raúl tiene 46 años, lleva 33 de carnicero, desde que era un chiquillo, y, como siempre soñó con mudarse al campo, a la tranquilidad, lo ha hecho hace un par de meses tras divorciarse.
Su “urbanización de lujo” son cuatro casas móviles, a modo de caravanas, distribuidas en una amplia parcela vallada de Yuncos, una localidad de Toledo de casi 12.000 habitantes, a 40 kilómetros de Madrid. Su “terraza” es una mesa y dos sillas de madera pegadas al módulo y rodeadas de cantos blancos rodados. “Valen una pasta; lo busqué por internet”.
Es imposible no percatarse de las casas prefabricadas al pasar por esta zona de chalés casi ya en la salida hacia Illescas. Son como una isla en medio del océano.
Cada espacio de la construcción, de unos 30 metros cuadrados, está pensado al detalle. El salón-cocina-vestíbulo se apaña en apenas siete metros cuadrados. En un rincón de la estancia, una estufa eléctrica -también hay bomba de aire- y una televisión de plasma pequeña pegada a la pared, además de un sofá y una mesa. Las ventanas, de doble cristal, son de PVC.
Lleva solo dos meses aquí, pero parece que Raúl ya ha dado con su arcadia. “Tienes calidad de vida y, claro, sale más económico que un piso; el resto de gente que vive aquí son también gente trabajadora”, desvela sobre un tipo de hogar que en los últimos años se ha multiplicado en la comarca de La Sagra: hay más de 50 familias viviendo en la actualidad en módulos prefabricados, y la demanda va en aumento, desvelan en el sector de las mobil-homes.
El motivo principal es el boom de creación de empleo del sector logístico en la zona, sobre todo en Illescas, lo que ha disparado el precio de la vivienda más de un 25%, aunque en algunos casos mucho más, según las inmobiliarias. La falta de nuevos desarrollos urbanísticos ha ayudado a inflar la burbuja.
“En el alquiler, la demanda supera con creces a la oferta”, apuntan en la oficina de la inmobiliaria de Redpiso de Illescas, la que más movimiento ha tenido en los dos últimos años de las 260 que la empresa tiene repartidas por el país. En un día pueden mostrar un piso para alquilar a diez familias distintas.
Illescas, la capital de la comarca, es el máximo exponente de esta explosión demográfica. En 2015, según el INE, tenía 25.964 habitantes. El año pasado, 29.558. Gana 700 empadronados nuevos cada año.
La población se ha disparado de la mano del empleo: no paran de llegar empresas al municipio. Toyota, Amazon, Fm Logistic (la mayor empresa logística francesa), Michelin, Ehlis, XPO, Seur, Zalando, Mountpark o Día han instalado sus centros logísticos en Illescas en los últimos años.
Desde 2016 se han creado 5.000 empleos en el que es considerado el centro logístico en crecimiento más grande del sur de Europa. “Esto ha crecido una barbaridad”, apunta José, camarero de La Cantina, el único restaurante de Las Veredillas. Está compuesto por módulos prefabricados y sirve unos 110-120 menús diarios a 12 euros.
Pero el cuento de hadas del empleo también tiene sus inconvenientes. Comprar vivienda se ha convertido en una proeza. “Está muy complicado y lo que hay está totalmente sobrevalorado. Están pidiendo 100.000 euros por un piso de una habitación o 220.000 por una casa con parcela de unos 40 años alejada de todo”, protesta Alfredo indignado, uno de los vecinos de la localidad, mientras se toma el café de media mañana con unos amigos en un bar del centro del pueblo.
En el Señorío de Illescas, una de las zonas más selectas del municipio, el metro cuadrado se ha elevado a los 1.600 euros. “Aquí un chalé te valía antes 200.000 euros; ahora te pueden pedir fácil 320.000″, señalan desde una de las inmobiliarias de la localidad.
En la cercana Seseña la situación es parecida. El desarrollo de El Quiñón, levantado por el polémico constructor Francisco Hernando, El Pocero, tiene pocas viviendas libres, y el Consistorio acaba de desbloquear su ampliación para que se puedan construir miles de casas más. Lo mismo sucede en hasta 12 pequeñas localidades de Navarra, Vitoria, Zaragoza y Castellón, donde el ‘boom’ de los nuevos parques logísticos al calor del desarrollo del comercio electrónico en España está suponiendo un cambio en los hábitos inmobiliarios. Y de la compra o alquiler de pisos se ha pasado a la ‘burbuja’ de las urbanizaciones de caravanas.