La industria automotriz española perdería unos 3 mil millones de euros por la crisis de los semiconductores

La producción de automóviles ha caído un 21,6% en los 6 primeros meses de 2021 en comparación con el nivel pre-pandemia

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La merma en la producción de semiconductores ha afectado a diferentes industrias, en especial la automotriz
La merma en la producción de semiconductores ha afectado a diferentes industrias, en especial la automotriz

En este largo año, en el que todo se ha puesto patas arriba por el efecto del Covid-19, ha habido efectos colaterales a nivel económico perfectamente calculados y combatidos con mejor o peor fortuna. Otros, sin embargo, no han sido previstos ni paliados hasta que ha sido demasiado tarde. Cuando las grandes fábricas de coches conocieron por primera vez la escasez de chips a finales del año pasado, su solución fue parar las líneas hasta que los problemas desaparecieran. Pero ahora que la crisis de los semiconductores llega a su octavo mes y no deja de agravarse, intentan tirar de creatividad para mantener al menos una parte de la producción funcionando y reducir el millonario impacto económico que sufrirá el sector del automóvil en España en este 2021.

La producción de automóviles en España ha caído un 21,6% en los 6 primeros meses de 2021 en comparación con el ejercicio de 2019, lo que se debe a la crisis económica derivada del COVID-19 y, especialmente, al desabastecimiento de semiconductores y de otros componentes electrónicos cuya fabricación está en manos de unas pocas empresas en Taiwan y Corea del Sur y se lleva a cabo de una forma lenta y costosa. Esta última situación ha causado retrasos o paralizaciones tanto en la producción como en la comercialización. Anfac, la Asociación Nacional de Fabricantes de Automóviles y Camiones, estima que el retraso en las entregas de los vehículos nuevos está anulando entre el 35% al 40% de las ventas efectuadas desde principios de año.

Las marcas llevan semanas contactando con sus clientes para retrasar aún más los plazos de entrega que ya eran elevados. Así, marcas del segmento premium está anunciando a sus clientes tiempos de entrega que se alargan hasta mediados o finales del primer semestre de 2022. “Esta situación está provocando que muchos clientes anulen sus pedidos y empiecen a barajar otras opciones como vehículos de segunda mano o la opción de nuevas plataformas de alquiler de vehículos”, aseguran a Infobae desde varios concesionarios. Pero el problema no es únicamente a futuro. También es de presente. La escasez de vehículos nuevos es tal que muchas marcas no pueden vender las escasas unidades de su pírrico stock porque son, precisamente, los coches que cuentan en sus exposiciones. Una situación que derivará, en el corto plazo, en nuevos ajustes de personal en el ámbito de los concesionarios ante la falta de márgenes por la caída de las operaciones.

Esta crisis, además, parece no tener un fin próximo, ya que los expertos apuntan que el abastecimiento seguirá siendo muy inferior a la demanda incluso en 2022. De acuerdo con un informe de la consultora Boston Consulting Group, la proporción media entre demanda y suministro de este componente en 2021 será de 113 a 105 y en 2022 de 116 a 110, mientras que en 2020 era de 104 a 104, es decir, los proveedores completaron todos los pedidos.

Las consecuencias para la industria de la automoción pueden ser muy graves. Conforme aumenta la demanda de chips semiconductores y supera la oferta, se prevé que el sector del automóvil a nivel global sea el más perjudicado en 2021, con pérdidas de hasta 20.000 millones de dólares, casi 17 mil millones de euros, según estimaciones de Goldman Sachs.

A pesar de que el desabastecimiento de semiconductores no solo está afectando al sector de la automoción, sino también a otros como los electrodomésticos o la tecnología de consumo ( móviles, ordenadores, tablets…) preocupa este mercado especialmente por sus implicaciones en otros sectores de la economía española.

No hay más que echar un vistazo a cualquier vehículo de hace menos de 30 años para darse cuenta de la cantidad de electrónica que montan, tanto los relacionados con la gestión del propio motor (desde el mismo momento del encendido, al rendimiento del motor, pasando por los modos de conducción...), como con el comportamiento del coche en marcha y su seguridad activa y pasiva (ABS, ESP, control de tracción, control de crucero, airbags, asistentes -ADAS-...).

Interior de uno de un concesionario en España.
Interior de uno de un concesionario en España.

Y en los últimos tiempos, además, la electrónica también ha sido la clave del desarrollo de todos los sistemas que tienen que ver con la conectividad y el infoentretenimiento, en un mundo en el que el conductor y sus pasajeros están cada vez más ‘en línea’ y buscan la compatibilidad total con móviles, tablets, navegadores y cualquier otro dispositivo. Alrededor de la industria del coche conectado se ha generado un sector que ocupa a más de 300.000 personas en España.

El estudio de Boston Consulting apunta que la crisis de los semiconductores ha provocado que un 30% de los potenciales compradores posponga su operación, un 25% se decida por un coche de segunda mano en vez de nuevo y un 5% cancele la venta. Es decir, la crisis de chips altera el 60% de las potenciales compras de coches (y, probablemente, la seguirá alterando). De esta manera, el impacto económico en el sector del automóvil en España podría alcanzar los 3.000 millones de euros en el presente ejercicio, según datos de la consultora Deloitte.

Varios analistas de ING y Goldman Sachs coinciden en que la solución no es fácil ni parece poder encontrarse en el corto plazo. Según sus informes, el asunto es mucho más complejo a medida que se estudian sus distintas aristas y todo indica que los parones de la producción son sólo la punta del iceberg de una problemática que es mucho más compleja y que podría resumirse en la dependencia de la industria mundial del automóvil (especialmente en Europa y América) de los fabricantes y proveedores asiáticos, tanto en la fabricación de los cada vez más necesarios microchips y circuitos integrados como en otros elementos como las baterías para eléctricos, microhíbridos e híbridos enchufables.

La escasez de semiconductores ha provocado que se estén anulando entre el 35% al 40% de las ventas efectuadas en los primeros seis meses de 2021

Al parecer, no es sólo una cuestión de que los poco flexibles productores de electrónica mundiales aumenten el ritmo de fabricación, sino de que se agilice también la compra-venta de estos elementos, se racionalice la producción, se priorice en su justa medida al automóvil y no se utilice esta realidad como ‘guerra’ comercial entre países, como estaba sucediendo con este asunto, al igual que en otros temas, entre China y EEUU.

Las previsiones más optimistas apuntan a que la crisis de los semiconductores podría durar hasta 2022, cuando la situación económica de algunos mercados se estabilice, ello ayude a reactivar la demanda de automóviles... y este sector vuelva a ser interesante y prioritario para la industria de los componentes sobre otros bienes electrónicos de consumo.

¿Y por qué la industria del automóvil está entre las más perjudicadas? Muy sencillo. Los distintos fabricantes se encontraban entre las empresas que anularon los pedidos de chips, ya que las ventas de vehículos cayeron en los primeros meses de la pandemia. Luego, cuando quisieron retomar esos pedidos, se encontraron al final de una larga cola, por detrás de muchas otras empresas de diferentes sectores.

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