En marzo de 2020 irrumpió con enorme fuerza, casi con tanta virulencia como el virus que lo desató, un modo desconocido de trabajar en España. Sin abandonar la misma habitación donde uno había dormido, la tecnología nos conectaba con nuestros compañeros de trabajo de modo inmediato, en jornadas maratonianas, con el eco de fondo de nuestros hijos y otros familiares, que hacían lo propio, rodeados por un confinamiento atroz que la sociedad española ya tiene medio olvidado. Se generalizó, por la obligación del Covid-19, el teletrabajo, un modo de relación laboral que apenas estaba presente en el 3% de las empresas españolas.
Sin embargo, esta forma de trabajo en remoto tiene los días contados en España. Septiembre es la fecha del fin del teletrabajo, pese a que el Real Decreto, que legisla esta nueva forma de relación laboral desde hace un año, mantiene la posibilidad de seguir aplicándolo hasta que las autoridades sanitarias no decreten el final de la pandemia. “Faltan aún muchos meses para que eso suceda, pero ya se dan las condiciones sanitarias para proceder a la vuelta a las oficinas”, asegura a Infobae el responsable de Recursos Humanos de un banco español.
El alto ritmo de vacunación en España (más del 63% de la población ya tiene la pauta completa contra el Covid-19) y la escasa incidencia de la variante Delta son dos de los grandes motivos que han llevado a los empresarios españoles a decretar la vuelta a las oficinas a partir del 1 de septiembre. Sin embargo, existen otras razones más culturales que fomentan este retorno. “El empresario español, especialmente aquellos puestos directivos de mayor edad, están muy acostumbrados a la presencialidad de sus empleados y no entienden que, una vez controlada la pandemia y con todo los protocolos sanitarios de seguridad en marcha, se siga trabajando desde casa”, aseguran desde la consultora de recursos humanos Randstadt.
“No puedes ir completamente al teletrabajo a largo plazo”, asegura el presidente de Telefónica
Las empresas del Ibex español llevan tiempo retrasando el protocolo de retorno a las oficinas debido a los diferentes rebrotes del Covid-19 en España. El primer intento se produjo hace justo un año. La tercera ola de contagios de septiembre pasado, sin embargo, frenó la vuelta al trabajo presencial. Lo mismo sucedió en enero. El incremento de los contagios tras las vacaciones de Navidad obligó a seguir manteniendo el teletrabajo en la empresa española. Ahora, salvo catástrofe sanitaria tras el verano, no hay vuelta atrás.
Una veintena de grandes grupos españoles como Santander, BBVA, Iberdrola, Telefónica, Repsol, Sabadell, Mercadona y Mapfre ya han comunicado a su plantilla el retorno al trabajo presencial tras las vacaciones de verano.
Pero, si el fin del teletrabajo parece inevitable, ¿cómo será la vuelta a la oficina? Aunque apenas el 7,4% de los empleados españoles lo aplica, todo parece indicar que el trabajo híbrido será el protagonista del entorno laboral postpandemia. En este contexto, las herramientas que se han hecho imprescindibles durante el teletrabajo deberán seguir utilizándose por parte de los empleados para que la división de los equipos -los que estén en la oficina y los que trabajen desde casa- no afecte sobre la productividad.
La opción híbrida es la gran ganadora entre las firmas de mayor tamaño. Un informe de Adecco apunta que la opción preferida por las empresas (el 44%) es la de dos días a la semana en remoto seguida de la opción de un día (29%). Fuentes del Banco Santander explican que ahora mismo poco más de la mitad de su personal trabaja presencialmente en sus centros corporativos en España. El banco dice decantarse por un modelo “híbrido y flexible” que aproveche las ventajas de trabajar en remoto, aunque sigue impulsando el trabajo presencial y está en un proceso “de escucha activa” para limar los detalles de cómo organizarse.
El segundo mayor banco español, el BBVA, explica que desde julio de 2020 ha implantado “un modelo híbrido de carácter voluntario”, y se muestra partidario de su continuidad una vez termine la crisis sanitaria, sin detallar en qué se traducirá. La mayoría de las grandes entidades financieras piensa de forma parecida, aunque el modelo no supondrá una interrupción respecto a los tiempos prepandemia, sino más bien la aceleración de una tendencia. Otro ejemplo que mezcla presencia y distancia es el de Telefónica, que ha propuesto dos días a la semana de teletrabajo a 10.000 de sus 21.000 empleados en España, también voluntariamente. En una entrevista, durante julio pasado, con la cadena estadounidense CNN, su presidente José María Álvarez-Pallete, defendió la flexibilidad en el regreso, pero rechazó medidas más drásticas como desprenderse de sus oficinas físicas. “No puedes ir completamente al teletrabajo a largo plazo”, mantuvo.
Un estudio elaborado por la multinacional de recursos humanos Hays ha determinado que el 64% de los trabajadores que se ha visto obligado a teletrabajar durante la crisis sanitaria del coronavirus seguirá prestando su servicio de forma combinada: algunos días deberá acudir a la oficina, pero el resto podrá completar su jornada desde casa. Apenas un 3% vaticina que continuará realizando todas sus funciones de manera remota tras la pandemia.
Aprovechando este modelo, que junta el teletrabajo con las jornadas presenciales, muchas grandes compañías están apostando por un cambio de paradigma en las oficinas, utilizando la fórmula de las oficinas calientes. En realidad, no se trata de otra cosa más que realquilar algunos espacios de las grandes sedes, rediseñando los espacios propios para convertirlos en algo parecido a un coworking.
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