La verdadera razón por la que Teté Coustarot nunca se casó y por qué Ale Sergi no quiere tener hijos

La periodista y ex modelo y el cantante de Miranda! comparten la idea de que la disciplina es la clave del éxito y defienden sus elecciones fuera de los mandatos en una charla íntima sobre la vocación, la pareja, las pasiones y los chlichés sobre el mudo del modelaje y el rock

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Confesiones, segunda temporada: la charla íntima entre Teté Coustarot y Ale Sergi

Teté Coustarot y Ale Sergi son dos distintos, dos que supieron hacer del éxito una constante y que lograron hacerlo lejos de todos los mandatos. Si algo tienen en común la periodista y ex modelo, esa que para el cantante de Miranda!, como para tantos, es la representación perfecta de “una señora divina y fina”, es la convicción de que para sostener una carrera en el tiempo, lo importante es la disciplina y mostrarse desde el principio como uno es. En el escenario del Coliseo se entregaron a una charla franca sobre la vocación, sus comienzos, la pareja, sus pasiones y asignaturas pendientes.

Teté Coustarot: ––Cada vez que te veo te imagino chiquito, Ale; todavía tenés como una cosa infantil, inocente en la mirada.

Ale Sergi: —Me quedó. No sé por qué, Teté.

TC: —Es un privilegio.

AS: —Sí, o tal vez una suerte de máscara que me puse para atravesar la existencia, ¿no?

TC: —También. Pero es difícil disimular todo el tiempo, eh.

AS: —No es un personaje. A veces uno se busca dinámicas para ir encajando, y la mía siempre fue nunca generar grandes expectativas.

TC: —¿Y de chiquito cómo eras? ¿Cómo fue tu infancia y en dónde?

AS: —Nací en Morón y viví en Haedo toda mi infancia con mamá, papá y hermana. Hermana dos años menor que yo. Mi papá, abogado, y mi mamá entonces trabajaba en un concesionario de autos. Era perito mercantil, había venido de Entre Ríos. ¿Vos de dónde sos?

TC: —Yo soy de Río Negro. Fui la primera Reina de la Manzana. Soy producto de un valle, un valle divino.

AS: —¿Viviste ahí hasta que fuiste reina y viniste a trabajar?

TC: —Hasta que terminé la secundaria. Me recibí de maestra y me fui a La Plata a estudiar periodismo. Por suerte, a los 16 años pude descubrir mi vocación. Es bastante difícil encontrar lo que realmente te hace feliz, y yo tuve ese privilegio, después me di cuenta. Mi infancia fue allá y fue muy linda. Muy libre. Tengo dos hermanas mujeres, soy la del medio. Una madre que fue maestra toda la vida y mi padre, que tenía una agencia de publicidad –¡imaginate en aquel lugar y aquel momento: los autos con bocinas que hacían la publicidad en el recorrido!– y también tenía programas de radio, creo que ahí fue que me fui dando cuenta que lo que quería hacer era eso. ¿Y vos qué soñabas con ser?

AS: Yo quería ser siempre músico, cantante.

TC: —O sea que somos dos personas que siempre supimos lo que queríamos.

AS: —Siempre me gustó lo mismo, sí. Ya en el jardín de infantes en los recreos me paraba en un banquito y cantaba yo solito. Las maestras y algunas compañeritas me miraban, y ya me gustaba. Me gustaba llamar la atención y cantar, pero también que veía que era una manera de relacionarme, porque yo era muy tímido y todavía lo soy un poco, por más que no parezca.

"En el escenario no me pasa, pero si estamos en una fiesta con cuatro personas y me decís: 'Che, Ale, cantate algo con la guitarra', me agarra un terror. Por ahí lo hago, pero me da más nervios eso. Me siento más expuesto"
"En el escenario no me pasa, pero si estamos en una fiesta con cuatro personas y me decís: 'Che, Ale, cantate algo con la guitarra', me agarra un terror. Por ahí lo hago, pero me da más nervios eso. Me siento más expuesto"

TC: —¿Sos tímido y salís a un escenario y son 20.000, 30.000, un estadio repleto, y cantas y hacés?

AS: —No sé si te pasará lo mismo, pero a mí eso me sale. Ahora, si estamos en una fiesta con cuatro personas y me decís: “Che, Ale, cantate algo con la guitarra”, me agarra un terror. Por ahí lo hago, pero me da más nervios eso. Me siento más expuesto.

TC: —¿Y qué trabajos hiciste antes de empezar a tener éxito como cantante? Leí por ahí que tenías que ver un poco con sonido, con técnica, con discursos de presidentes.

AS:Charly García, que es casi te diría mi músico ídolo máximo, le daba un consejo a los músicos jóvenes que era que se graben y se escuchen. Parece una tontería, pero no lo es. Porque a uno cuando está cantando le parece divertidísimo, pero tiene que ser igual de divertido cuando te escuchas. La onda es que la pase bien el que escucha. Entonces yo me compraba portaestudios, cosas para grabar y, de manera autodidacta, fui aprendiendo a manejar esas cosas. Y terminé trabajando en una empresa de sonido donde hacíamos muchos sociales, bar mitzvá, casamientos, de todo. Y también la Feria del Libro. Y a la Feria del Libro van siempre los presidentes.

TC: —¿Y a qué presidentes te tocó ponerles el micrófono?

AS: De la Rúa y Menem. Y después, en la fábrica de galletitas donde tuve mi primer trabajo como administrativo, había un jefe que era radical, y en un acto en el comité estuvo Raúl Alfonsín, que ya había sido presidente. En la Feria del Libro siempre se ponía picante la cosa, y lo que más me llamaba la atención era toda la preparación inicial: temprano viene toda la seguridad y toda la parte de protocolo, llegan todos y empiezan “Bueno, el presidente va a entrar por acá, ¿quién va a estar acá?”.

TC: —A vos te gusta cantar en un tono, ¿no?

AS: —Yo soy tenor ligero. Lo que pasa es que soy fan de Prince, lo amo. A partir de Prince empecé a escuchar un montonazo de R&B, de funky, ¿y viste que los negros cantan en esa tesitura mucho, en el falsete? Yo empecé imitándolo porque me gustaba él, sin ninguna técnica, y así encontré una. Pero eso fue de más grande. Antes había tenido otros grupos y yo era del Oeste, donde la cosa era más rockera, y cantar así no está muy bien visto. Yo quería cantar como Mollo en ese momento, que también me encanta, es un súper cantante. ¿Vos qué música escuchás?

TC: —Todo tipo de música. En Río Negro tardaba todo en llegar, pero sí recuerdo que cuando llegaron los Beatles, yo empecé a escucharlos porque alguien que viajó había traído un disco; íbamos a la casa y lo escuchábamos. La secundaria la hice en un colegio de monjas, y en clase de inglés recuerdo que levanté la mano y dije: “Hermana, ¿qué quiere decir esto?” Y pasé al pizarrón y escribí “Beatles”. Me encantaban. Y después me rompió la cabeza cuando escuché el primer disco de Sandro, que fue muy impresionante. Diferente totalmente. Me gusta una cierta amplitud en el pensamiento en todo, también en la música, no tener prejuicios. Sandro me llamó un día, yo ya era modelo, conocida, y siempre decía que me gustaba él, y él me dijo: “Te agradezco, porque muchos dicen que soy grasa, y que lo digas vos, que sos una chica fina…”

AS: —Me hacés quedar bien. ¿Le decían grasa a Sandro, en serio? ¿Se lo catalogaba así?

TC: —Como grasa, sí. Porque acá los argentinos somos especialistas en catalogar a los demás de algo. Y estaba Palito, por un lado, y Sandro, por el otro. Siempre es Boca-River. Ahora hago radio y pongo todo tipo de música también... Pero contame, ¿cómo fue que encontraron un estilo como Miranda, Ale? Porque es lo más difícil, y salió.

AS: —Siempre tuve la obsesión de grabar discos y ganar notoriedad con eso. Siempre fue mi sueño y lo perseguí. Ese era mi norte. Pero estaba en Haedo y ahí tenía como que ponerme un disfraz de rock, de rockero, para encajar en la onda. A mí me gustaba Sonic Youth, Pixies, pero también Madonna. Me gustaban los Rolling Stones, y estaba todo bien, pero con Madonna y Michael Jackson me miraban de costado. Llegué a tener una banda con la que grabé un par de discos en el 90 y pico, y no tuve mucho suceso. Con eso descubrí la música electrónica, un par de años estuve haciendo tipo laboratorio en mi casa, investigando samplers, sintes, y después, me mudé a Capital, armé los equipos, y se me ocurrió ponerme a cantar arriba de esas bases que tenía: “A ver, voy a imitar a Prince”. Acá se canta en falsete, porque lo usaba Charly, Lebón, Porchetto, Nito Mestre, no es que era algo nuevo, pero nunca en música bailable, siempre canciones más tranca. Yo quería mezclar esa cosa funky del falsete con algo de ritmo de discoteca.

"Siempre he disfrutado de todo. Yo no tengo miedos. Siempre creo y tengo un trato abierto, porque te diría que el 99% de la gente nunca me defraudó", confesó Teté
"Siempre he disfrutado de todo. Yo no tengo miedos. Siempre creo y tengo un trato abierto, porque te diría que el 99% de la gente nunca me defraudó", confesó Teté

TC: —Y aparte a tu música la escuchas donde sea, inmediatamente te gusta y salís a bailarla, o la cantás.

AS: —Me gusta que pase eso, porque, como vos decís, soy muy abierto con todo, no solamente por escuchar muchas cosas, sino del lado del artista: de no elegir a tu público, sino que el público te elija a vos. Uno a veces dice “Soy cool y toco nada más que en este lugar, y que me venga a ver esta gente”. Esa nunca fue mi mirada. A mí me gusta ir a todos lados.

TC: —Yo salí Miss Siete Días, que era una revista, y me invitan a un cocktail en la editorial Abril. Llegué, no conocía a nadie, me senté en un sillón ahí a un costadito. Y al rato entra un chico medio rubión, se sienta al lado mío, y me dice: “¿Vos quién sos?”. Le digo que soy Miss Siete Días. “Ah –me dice–, yo acabo de grabar un tema que van a editar, ¿lo querés escuchar?”. Puso play en el grabador que tenía, y se escuchó el sonido de un teléfono. Era: “Te llamo para despedirme”, y él era Sergio Denis, que también empezaba en ese momento, así que estábamos ahí como los nuevitos.

AS: —¿Y cómo vivías ese momento de ser “la nueva”?

TC: —Siempre he disfrutado de todo. Yo no tengo miedos. Siempre creo y tengo un trato abierto, porque te diría que el 99% de la gente nunca me defraudó.

AS: —¿Y cómo te mantuviste en el tiempo?

TC: —Creo que he sido una persona disciplinada con el trabajo. Y que el secreto del trabajo es la disciplina. No tanto en la vida, pero en el trabajo, sí.

AS: 100% de acuerdo, desde siempre. En mi casa mi mamá era la que tenía mucha disciplina, sobre todo con respecto al trabajo.

TC: —¿Y nadie tenía que ver con la música?

AS: —No te conté: mi mamá era profesora de piano.

TC: —Ay, ¡yo también soy profesora de piano!

AS: —¡Me muero! Ella tocaba, es de Gualeguay, y se recibió de profesora de piano ahí, no sé por qué.

TC: —¡Era la formación de las chicas! Tenías que aprender piano.

AS: —Igual a ella le gustaba, pero la realidad es que no hizo carrera con eso. Trabajaba y le gustaba su trabajo. A nosotros nos tuvieron de más grandes.

TC: —Pero la música estaba ahí.

AS: —Escuchábamos música constantemente en mi casa y me bancaban mucho a mí con la música. Al principio me hacían escuchar, había mucha música que escuchábamos todo el tiempo: Estela Raval, Sandro. Lo que no le gustaba a mi mamá eran Los Beatles. Nunca escuchaban a los Beatles. Y yo siempre fantaseé con vivir la época de los Beatles.

TC: —Había una resistencia también un poco, sí, había gente que no los quería porque cantaban en otro idioma… El fenómeno Beatle vino asociado a todo un cambio tan enorme en el mundo, hay un gran autor que ya no está, Jorge Schussheim, que había hecho una canción que decía: “Eran los 60 y no nos dimos cuenta”. Porque fue tal la explosión en todo. Había grandes líderes en el mundo. Parecía que todo era posible, el sueño a concretar de una humanidad con bienestar y felicidad, y una creatividad enorme, por todos lados. Cada tanto, cíclicamente, aparecen esas explosiones porque toda esa creatividad está siempre.

AS: —Está siempre, pero en ese momento, al menos para mí que lo vi de lejos, fue alucinante.

Si algo tienen en común la periodista y ex modelo y el cantante de Miranda! es la convicción de que para sostener una carrera en el tiempo, lo importante es la disciplina y mostrarse desde el principio como uno es
Si algo tienen en común la periodista y ex modelo y el cantante de Miranda! es la convicción de que para sostener una carrera en el tiempo, lo importante es la disciplina y mostrarse desde el principio como uno es

TC: —Has hecho musicales también, ¿no?

AS: —Sí, con Ricky Pashkus y Osvaldo Bazán hicimos dos musicales. Hicimos Y un día Nico se fue, el primero, basado en el libro de Osvaldo. Y después hicimos la historia de Yiya.

TC: —¿De Yiya Murano, la envenenadora de Montserrat? Contame, por favor.

AS: —Una comedia re linda hicimos con Karina K. Yo escribía las canciones, Bazán hacía el libro y Ricky dirigía.

TC: —¿No hiciste un musical como actor?

AS: ¡Como actor no me tengo nada de fe! Soy muy malo para acordarme las letras –no las de las canciones, esas me las re acuerdo–, pero un parlamento me cuesta horrores. No hay manera. Y la primera vez que me tocó actuar en el jardín de infantes…

TC: —¡Te quedaste en un blanco!

AS: —Sí. Tenía que hacer de semillita. Estaba con un óvalo marrón, como una semillita, y cuestión que salí al escenario, me pongo en el micrófono: “Yo soy una semillita que vive en este jardín”, y ahí la quedé. Y arranqué de vuelta con la semillita y no podía pasar de esa línea. Y la maestra tiró la mano y me sacó por un costadito, y todos aplaudieron.

TC: —Mirá, yo no canto, porque en el colegio de monjas había un coro, estaban las primeras voces, los segundos y los bajos. A mí me habían puesto con los segundos. Y la hermana caminaba delante del coro y decía: “Hay una voz que me está arruinando todo el coro”. Y, de golpe, dice: “A ver, vamos a probar, porque es alguien de los segundos que se me va con los bajos”. Y probó y me dijo: “Coustarot, es usted, ¡baje!”. Adelante de todos me dijo: “Teté –yo soy Teté porque cuando empecé a hablar dije que me llamaba Teté, así que siempre fui Teté para todo el mundo–, estás aprendiendo piano, ¿no? Bueno, a partir de ahora, te callás la boca, te parás al lado mío, al lado del piano y me das vuelta la hoja de la partitura, porque vas leyendo la música y sabés cuándo”. Así que yo me quedé muda…

AS: —Claro, te traumó.

TC:¡Nunca más canté! Nunca le digan a un chico: “No servís para esto”. Siempre que me preguntan qué soy tan segura en la vida o por qué no tengo miedo, yo digo que todo eso creo que lo recibí de una mirada de mis padres de mucha confianza, nunca dudaron. Hay mucha gente que duda: “No, no vayas para allá, que es peligroso”. ¡Es tan importante esa mirada de no transmisión de miedos y de frustraciones de los padres a los hijos!

AS: —Sí. Mis padres me bancaron en todo. Pero, a la vez, no era “dale, hacé lo que vos quieras”. Yo quise estudiar canto, “Bueno, hacé el primer año del secundario bien, y cuando entres al segundo, te pagamos un profe”. Pero, Teté, ¡no existe cantar mal!

TC: —¿Y quién te arma el look?

AS: —A veces yo mismo. El corte de pelo es de Oscar Fernández, que lo adoro, es amigo, y trabajó mucho tiempo en una pelu que se llama Roho, que fue bastante importante para nuestro desarrollo porque es una peluquería donde se cortan un montón de músicos. Él le mostró nuestra música a Gustavo Cerati. A Oscar le había gustado nuestro demo, porque era muy amigo de Lolo, el guitarrista que nosotros teníamos en ese momento.

TC: ”Es la guitarra de Lolo”.

AS: —¿Ubicás?

TC: —(Risas) ¡Todo el mundo lo ubica!

AS: —El mismísimo Lolo era muy amigo de Oscar, y él me lo presentó. Y como le gustó la música, la ponía todo el tiempo en la peluquería donde iban a cortarse las celebrities.

TC: —Y Cerati fue y la escuchó.

AS: —¡Y le gustó! Y nos votó en una encuesta que hasta el día de hoy, acá en Argentina nos la nombran mucho, pero ni te digo cuando salimos al exterior. Es como que es algo que pasó hace 20 años, pero todo el mundo tiene presente: “Ah, pero Gustavo Cerati una vez…”, y ya es como que te da una chapa. Y es que él también tenía eso de estar siempre en contacto con los nuevos y apoyarlos.

TC: —¿Qué otra figura de la música que conociste fue así?

AS: —Y, Charly. Lo mismo, por igual. Le había gustado también. Alguien viene y me dice un día: “Charly se fue a comprar el disco de ustedes al Musimundo que tenía cerquita ahí en su casa”. Y después, se apareció en nuestros shows, venía. Era la época Say no More de Charly, y nosotros empezábamos a hacernos más conociditos en el ámbito, y salíamos todas las noches a todos lados. Y él aparecía siempre tocando, y se subía a un lugar y decía: “Un baterista, un cantante”, y entonces, vos estabas y te subías. Yo canté con él y ahí me sirvió ser fan de Prince, porque un par de veces canté con él unas de Prince y quedé como un duque, porque me las sabía y él era súper fan también.

"Siempre que me preguntan qué soy tan segura en la vida o por qué no tengo miedo, yo digo que todo eso creo que lo recibí de una mirada de mis padres de mucha confianza, nunca dudaron"
"Siempre que me preguntan qué soy tan segura en la vida o por qué no tengo miedo, yo digo que todo eso creo que lo recibí de una mirada de mis padres de mucha confianza, nunca dudaron"

TC: ¿Y con Juliana (Gattás) hace cuánto hace que estás cantando?

AS: —Veinte años. Veinte años cantando con Miranda. Nos conocimos por un amigo en común, tuvimos un noviazgo fugaz.

TC: —¿Fueron pareja ustedes?

AS: —Sí. Al comienzo, cuando nos conocimos. Porque una amiga me dice: “Tengo una amiga de un amigo que vamos a tomar mate a la casa porque canta”. Y los que cantamos, nos juntamos. Yo fui, me puse a cantar, y bueno, flasheamos, nos enamoramos, y estuvimos saliendo unos 6 meses. Hasta me mudé con ella. Pero duró bien poco.

TC: —¿Y cómo hicieron después?

AS: —Teníamos un grupo de amigos con los que compartíamos el mismo interés. Y no nos habíamos hecho ningún daño. Fue una relación corta, pero creo que lo que pasó en verdad fue que sentimos que había una unión, y lo primero que a uno se le ocurre es ser pareja, pero no era eso, porque, al fin de cuentas, terminamos teniendo la relación más larga que con cualquier otra persona.

TC: —De tu vida y de la de ella.

AS: —Exactamente. Yo nunca tuve trato constante, y además tan constante, con nadie durante tanto tiempo.

TC:Y ahora estás en pareja hace muchísimo tiempo también.

AS: Sí, ya 6 años, que para mí es mucho. Nunca estuve tampoco tanto tiempo.

TC: —¡Qué suerte que te agarró la pandemia en pareja!

AS: —La verdad que sí. Fue crucial atravesarla en pareja, porque al principio estaba pesadita la cosa, yo antes giraba todo el tiempo, nunca estaba toda la semana. Así que fue todo un trabajo, lindo, como darle una vuelta. Algo que nunca me había pasado. Porque para mí, siempre cuando la cosa se ponía un poco tensa era “bueno, chau”. Pero ahora no. Le buscamos la vuelta y estamos contentos.

TC: Yo tengo una relación de 16 años, pero de convivencia hace 3.

AS: —¡Un montón de tiempo aguantaron sin convivir!

TC: —Sí, porque él vivía con sus hijos adolescentes. Yo tengo una hija y una nieta, pero no viven conmigo. Y un año antes de la pandemia, tuvimos una premonición de que teníamos que estar juntos viviendo, y fue bárbaro. ¿Vos te casaste?

AS: —No, no me casé. Nunca realmente tuve ese…

TC: —No, yo tampoco.

"De chiquitito en las reuniones familiares, yo decía “no me voy a casar ni voy a tener hijos”. Lo decía ya desde que tenía 10 años, ya tenía esa idea"
"De chiquitito en las reuniones familiares, yo decía “no me voy a casar ni voy a tener hijos”. Lo decía ya desde que tenía 10 años, ya tenía esa idea"

AS: —De chiquitito en las reuniones familiares, yo decía “no me voy a casar ni voy a tener hijos”. Lo decía ya desde que tenía 10 años, ya tenía esa idea.

TC: —O sea que hijos, tampoco.

AS: —No, hijos tampoco.

TC: —Está bien. Lo importante en la vida es tener claro lo que uno realmente desea y no complacer a los demás.

AS: Cuando ves que la cosa viene en serio, decís: “Mira, dos cosas, mi pasión va a estar siempre primero…”.

TC:Sí, la música. Pero no le digas “primero”.

AS: Ya le dije.

TC: —¿Ya se lo dijiste?

AS: —No, bueno, ahora lo dije (risas).

TC: —No, vos decile: “Tengo dos primeros, lo descubrí gracias a vos; vos y la música”. Digo para que se sienta un poquito mejor, no sé.

AS: —Bueno, le voy a decir eso. Pero me parece que es contar lo que vos sos. La decisión de no tener hijos también tiene que ver con eso. Es puramente egoísta, es decir: “Yo primero”.

TC: —No sé si es egoísta, es una decisión de vida y es lo que vos querés.

AS: —Y, pero si yo digo, “Uy, me quiero comprar una guitarra, pero tengo que mandar al nene al colegio”, me descompongo, ¿entendés? Me quiero comprar la guitarra.

TC: —Claro, pero no es por eso tampoco. No tenés ganas.

AS: No, ganas no tengo.

TC: —Bueno, ya está. Es tanto más simple la vida. Porque uno empieza si no a tratar de justificar. No, porque no tenés ganas.

AS: —¿Hubo presiones al respecto?

TC: —¿De casarme, decís? Sí, de casarme, sí, pero sentí que no porque siempre fui independiente económicamente y a veces el casamiento llega por la necesidad de que alguien te acompañe, te pueda mantener –aunque es horrible la palabra–; hay una cosa de formalizar por ese lado, es un contrato. Y yo nunca sentí la necesidad.

AS: —Tal vez ahora sí.

TC: —Ahora sí. Mucho más. Y tanto desfilé en la época de modelo los vestidos de novia, que es como si me hubiera casado 25 millones de veces. Esa parte de la iglesia, del vestido, la fiesta, la hacía trabajando todo el tiempo.

AS: A mí me cuesta ese tipo de compromisos. Pero no es que somos los dos únicos locos en el planeta. Mi pareja piensa como yo, tampoco se quiere casar ni tener niños. Estamos de acuerdo los dos en eso.

TC: —Yo tengo muchas mujeres alrededor, porque tengo hija mujer, nieta mujer, dos hermanas mujeres y amigas de toda la vida, por supuesto. Me gusta esta sensación de saber que este es mi lugar y que tengo todos mis afectos acá.

"Siempre fui independiente económicamente y a veces el casamiento llega por la necesidad de que alguien te acompañe, te pueda mantener; hay una cosa de formalizar por ese lado, es un contrato. Y yo nunca sentí la necesidad"
"Siempre fui independiente económicamente y a veces el casamiento llega por la necesidad de que alguien te acompañe, te pueda mantener; hay una cosa de formalizar por ese lado, es un contrato. Y yo nunca sentí la necesidad"

AS: —¿Fue por tu papá publicista que empezaste a trabajar de modelo?

TC: —No, yo tuve características físicas naturales para ser modelo, empecé cuando estaba en tercer año de periodismo. Y fue un gran trabajo que me enseñó la disciplina. La profesión la aprendí mientras era modelo, que fue un trabajo súper generoso conmigo porque viajé por todo el país, por el mundo, hice de todo. También aprendí a respetar un horario, a hacer un compromiso. En esa época no había agencias, o sea que yo siempre he manejado mis contratos y todas mis decisiones económicas sola. Y ahí aprendí también a agradecer la belleza que Dios me dio, la agradezco profundamente, pero bueno, todo después hay que merecerlo.

AS: —Claro, porque te puede jugar a favor o en contra: ser periodista y que te tomen en serio tampoco es tan fácil.

TC: —Pero yo me di cuenta de que lo único que tenía que hacer era trabajar y bien. Porque si trataba de demostrar que leía el diario, que estaba informada, que quería ser, era un esfuerzo muy grande para mí. Era un tema de los demás. Que lo pensaran. Yo no soy del bla, bla, bla, ni de estar planeando: las cosas las decido, y las hago. Cuando alguien me dice: “¿Pero te parece hacer tal cosa?” Le digo, “Mirá, te agradezco, ¿pero sabés qué? No te estoy pidiendo permiso, yo ya decidí hacerlo”.

AS: —Los proyectos hay que concretarlos y hay que hacerlos porque se van. Con el tiempo aprendés que la carrera se hace con cada pequeño proyecto y ninguno en particular te va a cambiar.

TC: —La gente a veces tiene una fantasía enorme, porque a lo mejor algunos que salen en primera plana muestran cosas muy extremas. Los músicos están asociados a que no duermen, a que se drogan, a que son promiscuos. Toda una cantidad de cosas, que habrá algunos así, pero habrá otros que no. Son como clichés establecidos.

AS: Algunos clichés que tienen que ver con los músicos me parece que vienen desde los 70, con los Doors y todos esos que iban re sacados, re drogados, y los iban llevando para todos lados. Por ahí eso lo podías hacer entonces, pero ahora si yo caigo recontra puesto a un show y canto mal, la gente no viene más a verme. Porque hay muchos más músicos, antes había menos. Por eso es una fantasía. Depende del lugar en el que estés, la gente te perdona un par de malos momentos; pero tenés que estar bien parado. Y hay una cosa que es el respeto por el escenario y por el público: no es que yo soy un genio y me voy a subir a hacer lo que sea porque soy un genio y me van a ver. A mí no me gusta eso, porque siento que es desprecio. Me parece que cuando te parás en un escenario es porque hay alguien que te llamó para que vayas y otros cuantos han venido a ponerse enfrente a ver qué es lo que hacés, y les tenés que entregar algo bueno. Lo mejor…

TC: —Lo mejor que vos puedas.

AS: —Lo mejor. Y si hay vicios que me pueden divertir, me los guardo para los momentos en que pueda disfrutarlos sin alterar mi performance y mi actividad, porque siento que faltarle el respeto al escenario y a la gente, es faltarle el respeto a mi pasión. Por ahí antes era romántico en el rock decir “Qué lindo ser roquero y estar drogado”, y qué sé yo, la verdad que no.

TC: —Sexo, drogas y rocanrol.

AS: —Claro. Y hoy no sé si se puede; en cuanto empezás en esa, no hay mucho retorno. Eso es la disciplina, y eso te lo da el tiempo.

"A mí me da orgullo cuando digo “mirá, no estoy tan mal”. Yo no te digo que hice todas las cosas que pensaba cuando era chico, pero estoy encaminado", dice Ale. Teté confeso que se sintió feliz de conocerlo
"A mí me da orgullo cuando digo “mirá, no estoy tan mal”. Yo no te digo que hice todas las cosas que pensaba cuando era chico, pero estoy encaminado", dice Ale. Teté confeso que se sintió feliz de conocerlo

TC: —Este encuentro se puede llamar “La disciplina”.

AS: ¡Amo la disciplina!

TC: —Yo también. El placer después de cuando hacés todo, y todo salió bien, no tiene parangón con nada.

AS: —Con nada. Esa de que si lo deseas mucho, sale, yo no la creo tanto. A veces deseas mucho y no sale. Pero lo que sí creo es que si hacés tu mejor esfuerzo y sos disciplinado en algo, salga o no tanto, vas a estar contento igual. Para mí el éxito es la concreción, lo que vos decías, hacer.

TC: —Me hiciste acordar de algo. En la época que yo trabajaba como modelo, siempre había alguna mujer que se me acercaba y me decía: “Mi hija quiere ser modelo, ¿cómo es el ambiente?” Y yo les decía: “No, cómo es el ambiente no, cómo es tu hija”. Porque tu hija va a ser en este ambiente, en una oficina, en un banco, donde sea, lo que es. O sea que la pregunta real es así. Te bajas de la pasarela y sos exactamente igual a todos. A todos.

AS: —Sí, no hay diferencia. Pero tenés la bendición de una pasión, eso sí.

TC: —Eso sí. Siempre me preguntan por el paso del tiempo. Y siempre contesto lo mismo, que trato de no pelear contra el tiempo, porque es una pelea perdida de antemano. Cada vez que cumplo años me felicito, digo qué maravilla, qué suerte estar activa y trabajando.

AS:A mí me da orgullo cuando digo “mirá, no estoy tan mal”. Yo no te digo que hice todas las cosas que pensaba cuando era chico, pero estoy encaminado. ¿A vos te queda algo por hacer?

TC: —No, nada. Estoy muy contenta con lo que hago y pongo mi energía en eso. Sé que si hago bien lo que me toca, voy a seguir haciendo buenas cosas. ¿A vos te queda algo?

AS: —Sí, pero un poco lo mismo. Yo lo que quería de verdad era grabar un disco y tocar alguna vez en una sala con público.

TC: —Y ya está. Te pasaste. Ale, me encantó esta charla, porque creo que ya te conozco.

AS: —A mí también. Ahora nos conocemos. Y yo aprendí con vos que no es que no quiero tener hijos por lo de la guitarra, sino porque no tengo ganas.

TC: —No tenés ganas. Tenés dos pasiones.

AS: —Y tengo dos pasiones. Esa la estaba dejando para el final como para cerrar como un campeón (risas).

TC: —Gracias, mi vida, me encantó estar acá con vos.

AS: —Estuvo re lindo, Teté.

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