El secreto familiar que Lizy Tagliani decubrió gracias a la fama y el amor de la vida de Gino Bogani

Están convencidos: no serían quienes son sin el valor de sus madres, que los criaron para vivir con libertad y orgullo. Desde ese punto de partida común, hablaron de la pareja, la soledad, la vocación, su deseo de tener hijos y los grandes amores de sus vidas.

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Frontales, incorrectos, creativos. Lizy Tagliani dice que la moda no le importa, pero se sintió “hermosa” cuando Gino Bogani la vistió para los Martín Fierro de 2019. La conductora y el diseñador crecieron siendo diferentes, pero tuvieron madres que les enseñaron que no había razones para no vivir sus diferencias en libertad. Hoy ambos están convencidos: no serían quienes son sin esa crianza, aunque en contextos socioeconómicos tan distantes. Desde ese punto de partida en común, y con el cariño y la admiración de dos que disfrutan de la compañía y el talento del otro, fue la charla en el Teatro Coliseo en la que hablaron de la pareja, la soledad, la vocación, su deseo de tener hijos y los grandes amores de sus vidas.

Gino Bogani: —Qué suerte que estemos juntos de nuevo. Y en este teatro, yo vivía acá en la esquina, Charcas y Libertad.

Lizy Tagliani: —¿De chiquito? ¿De dónde eras de chiquito?

GB: —Yo nací en África.

LT: —¿En serio?

GB: —Sí, me decían “pero no tenés rulitos, no sos negro”. Nací en Trípoli, en plena guerra, en 1942, y a los 35 días hice mi primer vuelo en avión, del norte de África, al sur de Italia.

LT: —¿Y cuándo fue que llegaron?

GB: —Vinimos a la Argentina en el año 48.

LT: —O sea, tu vida acá, la infancia.

GB: —Mi vida acá, todo acá, sí.

LT: —¿Y cómo eras de chiquito?

GB: —Dicen que era lindísimo. Era un chico tranquilo…

Gino y Lizy comparten algo indeleble: el amor incondicional por sus madres. De ellas hablaron en gran parte de la charla
Gino y Lizy comparten algo indeleble: el amor incondicional por sus madres. De ellas hablaron en gran parte de la charla

LT: —¿Tenías inquietudes?

GB: —Muchas. Me gustaba mucho el cine. Mis padres eran muy rigurosos; me dieron mucha libertad, con límites “acá no, acá no, acá hacé lo que quieras, pero ahí no”, y ahí, no iba ni de casualidad.

LT: —No eras rebelde.

GB: —No, no necesité ser rebelde.

LT:Yo nací en el Chaco. Pero me enteré de grande, porque toda mi vida yo pensé que había estado hasta los 7 años en Burzaco en una casita muy precaria, con las paredes de cemento, el techo de chapa y una puerta que se cerraba con una cadena que también era de chapa. Ahí crecí hasta los 9 años, que mi mamá se casó y nos fuimos a Adrogué. Pero siempre estuve sola con mi mamá, no sabía lo que era una ducha: desde chiquitita mi mamá calentaba agua en un calentador para metal número 3, me acuerdo, y con eso me lavaba con una tacita.

GB: —Eso es importante: lo que hicieron.

LT: —En ese sentido era una genia: siempre me decía “limpita y con todo cocido y arregladito”, no importa qué. Porque yo era muy coqueta, me gustaba tener todo lo nuevo que veía por ahí, y ella me explicaba que bueno, que no lo tenía, y me enseñaba también a compartir. Me acuerdo que en el colegio 56 donaban ropa, y yo era fanática –todavía lo soy– del plush, y vi que en las donaciones había dos buzos, los agarré, y me volví muy contenta. Y mi mamá cuando viene de trabajar me dice: “¿Y esto?”, “Me lo dieron en la escuela 56”, “¿Y por qué dos? Si dos no necesitás”, ¡Y uno me lo mandó a devolver!

GB: —¿Pero no estás contenta de la educación que te dio?

LT: —¡Siii! Si no hubiese sido muy diferente. ¿A tu mamá, cómo la describirías?

GB: —El otro día fue el aniversario de la muerte de ella. Yo no estaba, estaba en Capri cuando mamá murió, fue de golpe. Imagínate que mamá cruzó medio desierto adentro de un tanque de nafta para verlo a papá; cuando mamá estaba embarazada de mí, de seis meses, en la guerra, en los bombardeos, suena la alarma para que la gente vaya a los refugios... y las primeras veces, estaban asustados, pero después se acostumbraron, jugaban a las cartas... mamá estaba tejiendo algo para mí y, de golpe, cayó una bomba perforante y cayó una viga arriba de ella la tapó; conclusión: de 28 personas, la única sobreviviente fue mamá, que quedó enterrada viva. Entonces, primero estaba en horror, los gritos, las cosas... Pero después tenía miedo de quedarse enterrada viva. Papá estaba en Benghazi, lo habrán llamado, llegó y dio la orden para que excavaran, le dijeron que no iba a encontrar nada. La bomba cayó a las 7 de la tarde, y mamá empezó a oír los ruidos de excavación tipo diez de la mañana. La sacaron viva a las once. La única sobreviviente, conmigo. Así que me dicen: “Usted es un sobreviviente, así que no tenga miedo de nada”.

"Yo nací en el Chaco. Pero me enteré de grande, porque toda mi vida yo pensé que había estado hasta los 7 años en Burzaco en una casita muy precaria", cuenta Lizy
"Yo nací en el Chaco. Pero me enteré de grande, porque toda mi vida yo pensé que había estado hasta los 7 años en Burzaco en una casita muy precaria", cuenta Lizy

LT: —Yo de chica lloraba mucho porque me cargaban, me decían maricón, me decían de todo.

GB: —¿Cuántos años tenías?

LT: —Creo que 11, y me acuerdo de una chica que se llamaba Mónica Escobar, que viene cuando yo estaba llorando, y me dice: “Yo voy a hacer amiga tuya siempre, porque yo te acepto como sos”. Y yo me puse súper contenta, volví a mi casa con una felicidad, y le digo a mi mamá que estaba cocinando: “Mi amiga Mónica Escobar me acepta como soy”. Y ella se da vuelta y me dice: “¿Y quién es Mónica Escobar para decirte que te acepta como sos? ¿Acaso te pregunto a vos si vos la aceptás cómo es ella?”(risas) Otra vez me planteaba la duda...

GB: —Claro, eso es lo que ayudó a tu formación, te dio esa fuerza.

LT: —Sí. Con lo de nena también. Yo quería llamarme Carla Marina Marconi.

GB: —¿Pero tu apellido es Marconi?

LT: —No, yo un día yo salgo del colegio, con 7 años, y les digo a mi mamá y a mi papá –que no era mi papá biológico: “A partir de ahora no quiero me quiero llamar más Luisito, a partir de ahora me quiero llamar Carla Marina Marconi”. Se dan vuelta, me miran como enojados, y yo digo: “Me van a matar”. Y mi mamá: “¿Y por qué Marconi?” No le molestaba que me quisiera llamar Carla Marina, ¡le molestaba el apellido! Era una genia, ¡es tan lindo haber tenido esa mamá! Nosotros vivíamos en un barrio muy marginal, voy siempre porque todavía viven mis tías, es muy humilde, pasamos muchas necesidades, muchas cosas feas. Y un día fuimos a sacar un crédito y me compró un televisor de 14 pulgadas con radio, ella se compró una pollera plato. Y llegamos a mi casa con las cosas que habíamos comprado después de muchos sacrificios, y esa misma noche, como nada, entraron y se robaron todo adelante de nosotros. Y me puse a llorar, me acuerdo, en esa casa donde mi mamá cocinaba sentada en la cama con un calentadorcito. Y le dije: “Mamá, ¿y ahora qué vamos a hacer?” “Lo que vamos a hacer ahora, ¿ves esa puerta? –señaló–, vamos a cruzarla y no vamos a volver nunca más. Y me agarró, nos fuimos, y la vida nos empezó a cambiar.

GB: —Con papá y con mamá éramos tres amigos, eran mis padres y yo les tenía un respeto infinito, pero éramos amigos. Para mí ir a comer con mis padres, ir al cine con ellos, al teatro y donde fuere, para mí era un programa. Tenía mis amigos y salía, pero donde más contento estaba era en casa.

LT: —Mamá tenía nueve hermanas.Yo me enteré de grande, tengo una vida como hasta los 44 años, y gracias a la fama descubrí otra vida que no conocía; mi mamá nunca me la contó por el sufrimiento que implicaba. Yo siempre pensé que tenía dos hermanas, en cambio eran nueve a las que no volvió a ver, porque ella queda embarazada de mi soltera, en el Chaco. Ella ya había tenido otro episodio y allá le dicen que mi papá biológico –que yo no conocí– tenía otro matrimonio. Y ella estaba embarazada, por eso la solución era que mi mamá me dé a mi abuela paterna para que me criara como si yo fuera su hijo, y en lugar de hija de mi papá, fuera como su hermana, sin ver más a mi mamá. Entonces mi mamá me agarra. Dice “ni loca”, se toma un colectivo y desaparece. De grande, ahora a los 45, una vez, de gira en el Chaco, me encuentro con mis primas cuando estaba por hacer función. De día había ido a un shopping con mi amiga la Floppi. Y pasamos por una cuadra, veo una casa, calle 13 y San Martín, y e digo: “Ay, frená; te juro que en esta casa estuve, y cuando estuve había un Dodge 1500 marrón. Entonces llamo a mi prima: “Hay una casa que estoy segura de que conozco”. Y me dice: “Ahí vive tu madrina”. Golpeo la puerta, sale la señora y me dice: “¿¡Qué hace Lizy Tagliani en mi casa!? A mí no me importaba; le digo: “¿Usted se llama Miryam?” “Sí”. Y digo: “Soy tu ahijada”. La señora me dice: “Yo no tengo ahijados”. “¿Pero usted no conoce a Celestina Gallardo?” Me dice que no. Y yo: “Porque mi tía Nené, y mi mamá, Tina…” Y entonces se puso a llorar: “¡Vos sos Luisito, el hijo de Tina, ¡yo soy tu madrina! Nunca más supe de ella porque se fue y no volvió. Nadie sabía si estaba viva o muerta”. Y yo no entendía por qué me acordaba de la casa si me había ido a los 15 días, y me dice, “No, tu mamá vino con vos cuando tenías 5 años para que te conociera tu papá. Pero él se puso a llorar y no pudo, se fue sin conocerte”.

"Nací en Trípoli, en plena guerra, en 1942, y a los 35 días hice mi primer vuelo en avión, del norte de África al sur de Italia", le reveló Gino a Lizy
"Nací en Trípoli, en plena guerra, en 1942, y a los 35 días hice mi primer vuelo en avión, del norte de África al sur de Italia", le reveló Gino a Lizy

GB: —¿Y Tagliani lo inventaste?

LT: —Es el último marido de mi mamá, yo adopté ese apellido. Mi mamá tuvo tres maridos, o yo, tres padres. El primero Agüero, que vivieron juntos y no la pasó bien; nos fuimos y se casa con el que me dio el apellido que es José Rojas, y cuando muere, se pone en pareja con Jorge Tagliani, que lo amo.

GB: —Y lo sentís como padre.

LT: —Sí, y a José también. Fueron muy importantes en mi vida, porque ayudaron mucho a mi mamá con mi educación, a dejar que yo fuera libre. José Rojas, que me dio el apellido, cuando yo tenía 13 años la sentó a mi mamá y le dijo: “A Luisito no le gusta la ropa de varón, no se la quiere poner, no le compremos ropa de varón, que use la ropa que quiera usar”.

GB: —Qué adelantado. Fue lo que yo tuve de mis padres. Lo de la moda fue una cosa que habíamos ido a Europa y, cuando volvimos, las amigas de mamá decían hay que revender estos suéteres de angora. Yo tenía 16 años, pero le dije a mi mamá: “¿Y si ponemos una boutique?” Y hablamos los tres, también con mi papá, un sábado, y el lunes alquilamos el local. Primero le pusimos Alma.

LT: —¿Y te enamoraste vos, así, como tu mamá?

GB: —Yo hube de casarme a los 18 años. Y lo lindo ¿sabés qué es? Que nos seguimos hablando cada tanto, quedamos muy amigos, y con los hijos de Stella también.

LT: —Stella.

GB: —Stella, algunos viven en New York y otra está acá y un sobrino que yo le digo “sobri” nos seguimos viendo, y después la vida te lleva a muchas cosas, pero el gran amor de mi vida fue Stella.

LT: —Yo me enamoré a los 13 años, perdidamente. Por primera vez salía de Adrogué a Lomas de Zamora, subo al tren y lo veo a él, que para mí era una cosa espectacular, nunca vista, y él me habla y me pregunta “¿cómo te llamas?” Y yo le dije: Carla Marina, y yo estaba con el uniforme del colegio de gimnasia, que eran los momentos más felices de mi vida, porque cuando yo me ponía el equipo de gimnasia no había género, o sea podía ser un nene, podía ser una nena, podías ser lo que quieras, todos usábamos el mismo.

GB: —El mismo, claro, por supuesto.

LT: —Con el otro, cuando ya tenías el pantalón del colegio y la camisa era muy diferenciado entre ser una nena y un nene y a mí me pesaba un montón, lo sufría mucho. En gimnasia era súper feliz porque era Carla, nadie me lo podía negar ¿entendés? En mi cabeza, él estaba convencido de que yo era una nena que se llama Carla Marina Marconi, hoy me doy cuenta de que él siempre supo que yo era un chico.

GB: —¿Cómo usabas el pelo?

LT: —Cortito, siempre cortito, con la raya al costado, porque no podía decidir, mi mamá me mandaba a lo de José, el peluquero, y ya sabía lo que me tenía que hacer, yo me ponía brillitos y acá me ponía rosa y rosa y ya era Carla y entonces yo pensé que él estaba convencido de que yo era una nena que se llamaba Carla, y él me dio mi primer beso, ahí en una estación de trenes, y a mí me encantó. Y descubrí que era lo más hermoso que me había pasado, porque aparte charlábamos…

El gran amor de Lizy: un chico del tren al que besó y luego tuvo miedo de volver a ver
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GB: —Sentiste mariposas en la panza.

LT: —Sí, en la panza, en todos lados, y él era más grande que yo, entonces me quiso tocar una tetita, que yo me las inventaba con las medias de colegio, las doblaba y me las ponía acá, porque algunas de mis compañeras ya tenían, entonces yo quería tener, y no quise. Y me dijo: “Bueno, nos vamos a ver mañana”, me contó lo que íbamos a hacer, porque él era un hombre y yo era una nena y entonces…

GB: —¿Y te dijo?

LT: —No me dijo que íbamos a hacer todo, pero me dijo que nos abracemos, que era normal lo mío. El tendría 15, ponele.

GB: —Ah, pero era un chico.

LT: —Sí, chico, pero yo decía se va a dar cuenta que son medias. Y entonces, ¿qué hice? No volví nunca más a tomar ese tren ni a buscarlo, porque decía “ahora cuando se dé cuenta que no soy Carla...” Para mí ese es como el amor de mi vida.

GB: —Y eso te quedó.

LT: —Me quedó. Fue como el primer beso, fue hermoso. Después de amores tengo una lista, siempre fui muy enamoradiza, desde muy chica, en el colegio entro a primer año, en este mismo año que conocí a este chico, Alejandro se llamaba, me acuerdo que yo entré y mis compañeras le escribían cartas de amor a los chicos, de más grande, a los de quinto que eran espectaculares, y yo también les escribía cartas, pero en otra época... Entonces yo le escribía por ejemplo: “Mauricio, soy Luisina, de primero B, y me gustás mucho”.

GB: —Bastante lanzada.

LT: —Sí, y se las mandaba a los de quinto, entonces cuando salía del colegio me esperaban todos los de quinto y me fajaban por maricón. Y yo al otro día les volvía a escribir, no me importaba.

GB: —¿Te pegaban?

LT: —Sí, me fajaban. Decían “¿Cómo le va a escribir cartas un varón a otro varón?”, y yo decía: “Yo no soy un varón, soy una nena”, porque mi mamá me dejaba ser una chica. Y un día me llama el director y me dice: “¿Qué significa esto?”, cincuenta cartas de amor, todas así, una atrás de otra.

GB: —Las tenía el director.

LT: —Sí, se las dieron los chicos, entonces le digo: son cartas. Dice: “Ya sé que son cartas ¿pero qué cartas?”. Le digo: “Cartas de amor”. Dice: “Pero son cartas de amor a otro chico”. “Y sí, si a mí me gusta otro chico”. Entonces llamaron a mi mamá y le quisieron hacer entender no sé qué cosa porque no estuve en esa conversación y mi mamá me dijo: “Vos te tenés que enamorar de quien vos quieras”.

El amor fue uno de los temas principales de la conversación, y ambos se animaron a confesar sus sentimientos
El amor fue uno de los temas principales de la conversación, y ambos se animaron a confesar sus sentimientos

GB: —Pero tu madre fue bárbara. Y decime una cosa, ¿fantaseabas con la moda?

LT: —Bueno, las modelos me volvían loca, no sé coser, no sé poner un botón, ya verás cómo estoy vestida, agarro cualquier cosa y me pongo, nunca me importó.

GB: —Si te hice un vestido, ¡cómo no voy a saber cómo sos, eso es lo que me divierte!

LT: —¿Te acordas que me olvidé los zapatos para la prueba?

GB: —¿Pero yo te di?

LT: —Sí, ahí me probé uno.

GB: —Me encantó hacerte el vestido.

LT: —Me sentía tan linda, tan hermosa… A mí me gustaban las modelos, cómo caminaban, cómo se movían…No para hacerlo yo no, pero me gustaba verlas. Porque la mujer que yo quería ser siempre era una mujer apurada que perdió el colectivo, me gustaban las mujeres…

GB: —¿Pero cómo una mujer apurada que perdió el colectivo? ¿Cómo son?

LT: —Es con el saco, la cartera que se le está cayendo y el colectivo se va y los taquitos que no llegan, corre como elegante y como que se está por caer, esa es la mujer que yo quería ser, no sé por qué tenía esa fantasía…

GB: —¡Pero es una fantasía rarísima!

"Yo hube de casarme a los 18 años. Y lo lindo ¿sabés qué es? Que nos seguimos hablando cada tanto, quedamos muy amigos", cuenta Gino sobre Stella, el gran amor de su vida
"Yo hube de casarme a los 18 años. Y lo lindo ¿sabés qué es? Que nos seguimos hablando cada tanto, quedamos muy amigos", cuenta Gino sobre Stella, el gran amor de su vida

LT: —Para mi ser mujer era así: estar siempre apurada, y practicaba.

GB: —¿Practicabas qué?

LT: —Practicaba caminar con tacos…

GB: —Ah, y apurada. Pero no tenías la obsesión de ponerte vestidos, no te importaba.

LT: —No, no me importaba. Lo que sí me importaba, ¡ay, qué vergüenza! yo sentía que una mujer tenía que tener toallitas femeninas, entonces me acuerdo que mis primeras amigas empezaron a comprarse protectores diarios y toallitas y cuando vi eso dije: ésta es mi posibilidad, entonces me compré un paquete que venía con 30 que en esa época eran pañales, una cosa así. Y le saqué a todos los paquetes, me los puse en la carpeta que tenía, iba así con la carpeta, caminando, y había un grupo de chicos y por ahí me decían alguna grosería como de varón, entonces yo, disimuladamente, sacaba una toallita y tiraba la toallita ahí como que se me había caído, y yo pensaba: “Cuando vean la toallita se van a dar cuenta que soy una chica”.

LT: —¿Por qué decidiste estar solo?

GB: —No sé, sabés que mi trabajo me absorbió de tal manera que he tenido la suerte de tener muchos amigos y mi trabajo realmente me… ¿querés que te diga, Lizy? No lo sé.

LT: —Yo, por ejemplo, amo profundamente a mi mamá, y lo que más quise siempre fue revertir esa situación que ella pasó, como demostrarle que podía tener una familia, ser feliz, estar enamorada. Ella murió en 2011 y todo lo que no pudo tener yo quería que ella lo viva a través mío, porque sentía que disfrutaba de mis primeros logros y quería que alguien me amara. Y ahora que estoy de novia, estoy segura de que ella está conmigo y está feliz, porque ella no concibió la vida sola, la tuvo que vivir así.

GB: —Mi trabajo fue una gran pasión, pero también tuve otras pasiones, pero indudablemente no supe el amor, el otro amor, el de los sentimientos, pero eso yo lo tuve con mis padres, con mis amigos, lo tuve de otra manera. Hoy en día, te digo, me gustaría haber tenido hijos más joven, porque adoptar podría, pero me hubiese gustado haber tenido hijos siendo más joven, ahora ya tengo 78 años, pero es una cosa que no me cuestioné nunca, no sentí la necesidad.

LT: —Yo pienso que si no hubiese sido, no sé, esa nena tan simpática y no hubiese terminado por necesidad en la peluquería, no hubiese tenido destino para mí, si no hubiese sido por todas las cosas que hizo mi mamá… ¡a veces parezco pesada hablando de ella! Pero creo que no hubiese tenido destino si mi mamá no hubiese tenido la valentía de decir “Nos vamos”, " ¿Querés ser Carla? Sos Carla”, “¿Querés vestirte con ropa de mujer?, ¡que nunca te importe nada!”, Yo creo que naturalmente soy muy frágil, quien me dio las armas para poder defenderme fue mi mamá, yo por mí misma no habría tenido otra opción.

GB: —¿Vos sos o crees que sos frágil?

LT: —Yo creo que soy muy frágil. Que me nutro de las herramientas que me dan los demás, por eso… ¿viste que hay mucha gente que dice “todo lo que hiciste, lo hiciste sola”?, yo digo: “nadie hace las cosas sola”. Si pudieras ahora hablar con vos mismo a los 7, 8 años ¿qué le dirías?

GB: —Que siguiera haciendo lo que está haciendo, a los 7 años, yo le diría eso, porque estoy contento con todo lo que hice, siempre tuve el apoyo, no sólo de mis padres. Es gracioso porque, cuando murió mamá, la gente decía “¿y ahora cómo vas a hacer?”, porque tenían la fantasía de que la que hacía todo era ella, y pensaban que era el típico complejo de Edipo, porque yo hablaba mucho, como vos, de mi madre, porque trabajamos juntos. Le diría eso: “Seguí haciendo lo que estás haciendo”, para estar sano interiormente.

Si bien Gino había vestido a Lizy para unos Martín Fierro, esta fue la primera vez que conversaron profundamente.
Si bien Gino había vestido a Lizy para unos Martín Fierro, esta fue la primera vez que conversaron profundamente.

LT: —Cuando hablo conmigo misma, pienso que si pudiera encontrarme con mi Luisito de chiquito, con ese que pasó muchas cosas, le diría: “Ojalá que cuando terminé el paso por esta vida puedas escribir en tu tumba ‘acá descansa Lizy Tagliani, capaz no cumplió con todos, pero cumplió con ella misma’”.

GB: —¡Qué lindo!

LT: —Me encanta, ha sido hermosa esta charla, me encantó conocerte, y conocer también la historia de tu mamá, su amor por tu padre.

GB: —Los extraño muchísimo, Lizy.

LT: —Están. En este momento están al lado tuyo, como mi mamá está al lado mío, porque saben que nosotros somos por todo lo que nos han dado. Y hablales siempre, yo le hablo siempre.

GB: —Eso creo. Yo les pido que me ayuden siempre.

LT: —Te quiero, Gino.

GB: —Yo a vos. Y sé que tu madre te ayuda también.

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