Paloma Herrera: su ingreso al American Ballet a los 15, la “burbuja” en la que eligió vivir y un consejo para los que buscan fama

Comenzó a bailar a los 7 años, se formó en el Teatro Colón, fue becada para ir a Estados Unidos y se convirtió en la bailarina principal más joven en la historia del American Ballet. Estuvo 25 años bailando en los mejores espectáculos del mundo y decidió retirarse en plenitud. Cuenta por qué quiso volver de inmediato a la Argentina y dice: “No tengo recuerdos antes de la danza”

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El video completo de Paloma Herrera en Cómo Llegué Hasta Aquí.

“Antes que la danza no tengo recuerdos”.

La que habla -y todos escuchan- es acaso la bailarina más importante de la historia argentina: Paloma Herrera. Comenzó a los 7 de la mano de Olga Ferri y se formó en el Teatro Colón, hasta que un día el American Ballet de Nueva York (uno de los cuerpos de baile más prestigiosos del mundo), le ofreció un contrato. Paloma era una adolescente, pero esa oferta cambió su vida para siempre.

Cómo llegó hasta ahí y cómo llegó hasta aquí, lo cuenta en primera persona en esta nueva charla del ciclo de Infobae que busca relatar los caminos de vida de grandes referentes de distintas áreas. Y si danza hablamos, pocas personas como Paloma Herrera -actual directora del cuerpo estable del Colón- para contar de qué se trata ser la mejor en un mundo marcado por la exigencia.

“Desde que tengo recuerdo estoy bailando. En casa estaba todo el tiempo bailando. Y a los 7 les dije a mis papás -que siempre escuchaban música clásica- que quería bailar. Así empecé”, comienza Paloma, ante un auditorio con muchas estudiantes de danza.

“Me llevaron primero a expresión corporal. Me encantaba pero un día le dije a mi mamá: ‘Yo quiero zapatillas de punta, yo quiero ballet clásico’. Y a los 7 años mi mamá me mandó a lo de Olga Ferri. Así empecé danzas clásicas. Por eso mis recuerdos siempre son bailando, desde que tengo memoria”, dice.

Al momento de elegir las
Al momento de elegir las personas más importantes de su vida, Paloma no duda: sus padres.

“Siento que mis padres son lo más maravilloso de la vida. Siento que me han dado siempre esas alas, esas oportunidades desde ese primer día. Desde que yo les dije que quería bailar y que me dijeron ‘ok, si es lo que vos querés’. Porque ellos la verdad que no sabían nada del mundo de la danza, era totalmente ajeno para ellos y me dijeron sí, adelante. Pero desde ese primer día hasta el día que me retiré, hasta el día de hoy, siguen siendo las personas más importantes para mí, porque me han apoyado, porque me han dado libertad absoluta…”.

“Ellos me apoyaron, me contuvieron siempre. Pero con esa contradicción de poder contener y estar, pero al mismo tiempo dejar ir y dar libertad y alas. Es una línea muy delgada que mis padres han logrado manejar de manera maravillosa”, cuenta, visiblemente emocionada.

Los maestros

“Pienso que la primera persona que puso total foco en mí fue mi maestra Olga Ferri. Y siento que fue mutua esa conexión. Yo desde el primer día que pisé el estudio a los 7 años supe que ese era mi lugar. Ese era mi templo, mi burbuja. Y desde el primer momento también Olga me tomó y me guió y creía completamente en mí, sus ojos estaban en mí todo el tiempo y me acompañó con cursos. Entonces desde el primer momento fue claro que yo no hacía danza porque me gustaba bailar y no tenía otra cosa mejor que hacer digamos, desde el primer momento para mí era pasión”, recuerda.

“Yo no faltaba jamás a las clases, es más, mi mamá jamás me retaba, y un día yo me estaba peleando con mi hermana y me dijo ‘bueno, mi que entonces no vas a la clase. Y yo me escapé, era chiquita, y me escapé y me tomé el colectivo y fui. Mi mamá estaba atrás corriendo porque era chica. Y llegué obviamente al estudio de Olga y llamé por teléfono, pedí perdón, porque yo nunca me portaba mal, yo era súper obediente, pero no entraba en mi cabeza faltar a una clase”.

“Así era siempre, yo estaba enferma y no faltaba. Y ahora veo chicos de 7 años, de 8, y me parece mentira haber tenido ya tan decidido qué quería hacer ¿no? A los 7 me preguntaban ¿qué vas a ser cuando seas grande? Bailarina. Nunca tuve segundo plan, nunca tuve plan B u otras opciones. Es como que yo lo tenía súper decidido, súper claro. No sé, estaba en mí. Pero no porque alguien me obligó... Porque amaba lo que hacía, me generaba pasión”.

"Yo no faltaba jamás a
"Yo no faltaba jamás a las clases, es más, mi mamá cuando me retaba el castigo era no dejarme ir a una clase", cuenta.

La llegada a Nueva York y la consagración

“A los 15 yo estuve seis meses en Nueva York en plan de estudios. Me habían visto en un concurso acá y me invitaron. Me dijeron: ‘Nosotros te preparamos la audición para que vayas a Nueva York al School of American Ballet, una de las escuelas más importantes’. Yo feliz, agarré todo y salí volando sin ningún problema. Y el plan eran seis meses. Es decir, seis meses y me volvía. Yo todavía estaba en el Colón, en la Escuela del Colón”.

“Esos seis meses para mí fueron increíbles, es como que crecí. Yo era muy chica, era otra cultura, era otro idioma. Nueva York en esa época era totalmente diferente, era la primera vez que me iba tanto tiempo. Fue como un cambio enorme. Y enseguida cuando fui me pusieron en el último año también, era como excepcional, y terminaba con una función y me habían dado el rol principal. Entonces me volví a Buenos Aires con una cabeza totalmente diferente, con mucho acumulado. Yo había podido ver al American Ballet en el Lincoln Center, lo que yo siempre había visto en videos, en los famosos VHS. Pero verlo en vivo... Habían sido muchas experiencias, me volvía con todo”.

“Y el día antes de tomarme el vuelo me enteré de que había audiciones en el American Ballet. Y yo sabía que una argentina, de 15 años... era imposible. Pero yo moría, moría por tomar clases con esa gente, para mí eran literalmente extraterrestres. Y con tal de entrar y hacer clases con ellos hacía cualquier cosa. Y fue lo que hice, me dieron la audición en el Metropolitan Opera House, que era un teatro increíble. Y allá fui. Yo estaba feliz. Hice la clase (la audición), la terminé, y viene la asistente del director y me dice: ‘Te damos contrato para el cuerpo de baile’. Son una de esas experiencias que cambian la vida para siempre. Yo ni lo pensé, dije sí, obvio, y firmé. Y salí corriendo, saltando, gritando. En ese momento a nadie le importaba nada, porque en esa ciudad pasan cuarenta millones de cosas y nada llama la atención. Yo estaba como loca”.

“Llamé a mis papás y les dije que había entrado al American Ballet. Yo se los dije con total naturalidad porque siempre supe cómo reaccionarían, que si a mí me hacía feliz ellos lo iban a aceptar. Siempre fue esa la dinámica de mi familia, sabían que era el sueño de mi vida. Así que me volví en ese mismo vuelo que yo tenía pero con el contrato para empezar el próximo mes. En ese mes tenía que cambiar mi vida por completo, por completo”.

"Cuando dicen que es una
"Cuando dicen que es una vida sacrificada, sí, obviamente para lo que logré no hice un montón de cosas porque trabajaba un montón: a los 7 años jamás fui a un baile, jamás fui a un cumpleaños", dice,

“Ahora, muchísimos años después, ya yo como directora, me pongo en el lugar de la directora de ese momento y digo: yo no le hubiese dado un contrato a una chica de 15 años, argentina. Ahora tomo conciencia realmente desde el otro lado, el de director, lo que uno tiene que ver para dar un contrato a una chica de 15 años”.

“No sé qué vio. Yo siempre bailé a full y siempre traté de hacer lo mejor que pude. Después, a los 19 años, me dieron el título de bailarina principal. Fui la más joven en la historia de la compañía. A mí nunca me interesó el título en sí, yo estaba feliz bailando los roles principales. Estaba feliz que estaba en una de las mejores compañías del mundo. Estaba feliz que iba a ensayar y que era mi vida. Yo soñaba con eso y lo estaba viviendo, y era totalmente consciente y jamás lo di por sentado. Pienso que es algo que es fundamental, es de lo que más orgullosa estoy: que nunca, ni un solo día que fui a la compañía, di por sentado lo que tenía. Tanto cuando era cuerpo de baile, después cuando me pasaron a solista y después a principal, siempre era consciente que no todo el mundo tiene la oportunidad de hacer lo que ama”.

“Entonces cuando dicen que es una vida sacrificada, sí, obviamente para lo que logré no hice un montón de cosas porque trabajaba un montón: a los 7 años jamás fui a un baile, jamás fui a un cumpleaños... Porque para mí lo lindo era después del colegio ir a mis clases de danza. Entonces me invitaban a los cumpleaños y no podía ir. Y así millones de cosas. A los 15 años todo el mundo con la fiesta de 15 y después al boliche, y después a no sé cuánto. Jamás viví eso. Los 15, 16, 17, 18, digamos, los momentos donde la gente generalmente va a bailar, va a fiestas, se junta con amigos, yo estaba en otro país tratando de aprender el idioma, viajando por todo el mundo, en una compañía. Una vida muy, muy, muy diferente al resto”.

“Entonces cuando me ofrecieron ese contrato a los 15 dije que sí y fue una de las decisiones más importantes de mi vida, y la tomé en un segundo, ni lo pensé, ni lo reflexioné, nada. Mi vida siempre fue así, como que no pensé. Digo, fui haciendo las cosas que a mí me hacían feliz o que a mí me apasionaban. Uno va poniendo en la balanza y tiene que elegir y yo siempre elegí eso”.

A los 15 le ofrecieron
A los 15 le ofrecieron un contrato en el American Ballet, a los 17 la nombraron solista, y a los 19 fue la bailarina principal del cuerpo.

“Después a los 17 me pasaron a solista, a los 19 a principal, a los 18 fui tapa del New York Times. Y a mí esas cosas no me movieron en absoluto. Tenía los pies sobre la tierra perfectamente. Yo veía de repente la tapa y no me cambiaba. Sabía que al día siguiente iba a ensayar porque para mí lo importante era mi carrera, y el trabajo, y que las cosas salieran bien. Sabía que uno puede tener una entrevista un día y al otro día no estar. No me creía más porque estaba en una tapa o porque me dieran un título. A mí lo que me gustaba, lo que me hacía feliz, era poder estar en esa burbuja”.

La fama y el amor

“Hoy hay generaciones que me dicen: me encantaría bailar para ser famosa. Y a mí eso es como un shock, porque yo bailé porque no podía no bailar, todo el resto de las cosas pasaron después porque pasaron, y es hermoso y uno las valora un montón, pero yo no quería bailar para tener las entrevistas, para ganar un premio, para hacer una tapa, no. Yo quería bailar porque me hacía feliz, porque era lo que amaba, porque era la pasión que yo tenía. Entonces por eso a veces me desconcierta la cosa de querer ser famoso, querer, no sé, tener esa luz pero no por la luz propia si no por querer llamar la atención. Es una gran diferencia, una gran diferencia”.

Las relaciones de pareja fueron un tema. Todas mis parejas fueron argentinos. Y la verdad que se me hace un poquito difícil porque tener que viajar a larga distancia era un tema. Y por supuesto que era difícil. ¿Hubiese sido más fácil encontrar una persona a la vuelta de mi casa? Y sí, pero yo siempre pensé también como mi carrera y como soy yo: no hago las cosas por hacer o porque no tengo nada mejor. Digamos, si estoy con alguien es porque realmente muero por estar con esa persona, no porque me queda cómodo o porque no tengo nada mejor que hacer. Porque hubiese conseguido una persona a la vuelta y hubiese sido mucho más fácil. Pero tal vez porque siento que hay una sola vida, soy una de esas personas que piensan que hay que vivirla a full”.

“Entonces sí, obviamente hubo dificultades con la carrera que uno elige o con las elecciones de vida que uno toma, pero si tuviera que volver para atrás volvería a hacer todo exactamente igual. Con los altos y con los bajos, con las luces y con las sombras, y con todo lo que significa tener una carrera tan dedicada”.

"Si tuviera que volver para
"Si tuviera que volver para atrás volvería a hacer todo exactamente igual", define,

Consejos para bailarinas y bailarines

“Me encantaría estar sentada acá y decir bueno, si uno trabaja mucho va a llegar. Sería lo más justo en realidad, y lo más lindo que el que trabaja mucho llegue. Pero no es así, se necesita mucho talento y se nace o no se nace con talento. Se nace o no se nace con pies, con brazos. Se tiene el giro, el salto, las posiciones porque nació con flexibilidad. Hay un montón de cosas que se tienen que dar. Entonces uno tiene talento o no lo tiene. Y también obviamente la disciplina. Digamos, gente que tiene todo el talento del mundo y no trabaja no va a llegar. No pasa. Entonces pienso que es una combinación de esos elementos que hacen que realmente haya bailarines, haya muy buenos bailarines, y haya realmente estrellas”.

“Yo tengo la teoría ahora como maestra o como directora del ballet de que uno no puede estar con un revólver y decir tenés que tomar la clase, tenés que ensayar... tiene que salir de uno. A mí nunca nadie me obligó, nadie me dijo tenés que ir a tomar clases, tenés que. Para mí el gran secreto, el secreto de mi carrera siento que fue eso. Si tengo que decir algo para las nuevas generaciones que quieran bailar siento que mi gran secreto fue esa pasión y esas ganas, que jamás lo sentí como una obligación ni como un trabajo”.

“Cuando dicen vos trabajas, no, yo no trabajo. Digamos, nunca lo sentí como un trabajo… Esa pasión fue lo que lo hizo todo fácil y es lo que a veces la gente ve como una carrera de tortura y de sacrificio… Obviamente ensayé un montón, trabajé un montón, mi vida fue la danza, pero para mí fue puro placer”.

Para Paloma la disciplina es
Para Paloma la disciplina es fundamental pero también lo es el talento. "Se nace o no se nace con él", dice.

La decisión de volver a la Argentina

“Siempre me han preguntado: ‘cómo te fuiste tan joven del país’. Y yo nunca sentí que me fui, siempre sentí que tuve un pie acá y el otro afuera, por más que estuve 25 años en Nueva York. Es un montón, me fui muy chiquita. Pero sin embargo nunca sentí que me fui, jamás. Siempre sentí que estaba muy cerca de mi familia, muy cerca de mis afectos, de mis amigos, siempre cerca del público. Siempre volví a bailar, siempre buscaba alguna oportunidad para venir a bailar. Bailé casi todos los años acá. Siempre sentí como una conexión”.

“Por supuesto cuando me retiré mucha gente me dijo cómo que te volvés a Buenos Aires. Y para mí fue lo más lógico y dije por supuesto, yo amo a mi país, yo adoro mi cultura, mi gente, mis afectos, todo. Y por supuesto yo adoro también Nueva York, fue la ciudad que me dio todo y mucho más de lo que yo podía soñar, y por eso le tengo un cariño enorme. Porque pienso que uno de chiquito siempre tiene sueños. Y yo tenía ese sueño: llegar al American Ballet. Era algo imposible y me pasó, y fue mucho más de lo que yo podía imaginar”.

“Entonces cuando uno sueña y de repente las cosas pasan uno tiene que ser súper agradecido. Entonces yo con esa ciudad que me dio todo, y me abrió las puertas y me dio oportunidades, soy súper agradecida. Y estuve ahí 25 años y súper feliz. Pero sabía que era por mi carrera y por lo que yo quería hacer, porque para el mundo de la danza es él lugar. Pero terminada mi carrera me vine”.

Preguntas para Paloma

En cada edición de Cómo Llegué Hasta Aquí, luego de la exposición del invitado los presentes en la Usina del Arte pudieron hacer algunas preguntas. En el caso de Paloma hubo muchas estudiantes de danza que además de expresar su admiración, hicieron muchas preguntas. Algunas de ellas las compartimos a continuación.

"El Teatro Colón fue como
"El Teatro Colón fue como mi casa. Yo a los 8 años entré en la escuela e hice toda mi escuela ahí hasta el último año", dijo sobre el mítico teatro.

—¿Qué fue y qué es en tu vida el Teatro Colón?

—El Teatro Colón fue como mi casa. Yo a los 8 años entré en la escuela e hice toda mi escuela ahí hasta el último año. Bueno, había contado justamente que estando en Nueva York yo estaba todavía en la escuela y habiendo entrado a la compañía volví y di todos mis exámenes para tener el título, porque me faltaban solamente los últimos meses que yo no había estado acá para tener el título, para recibirme. A mí me parecía súper importante porque yo siempre valoré muchísimo la educación argentina, que fuera gratis, y que fuera para todos. Porque en la escuela del Colón justamente los exámenes son abiertos y puede entrar todo el mundo. Es difícil entrar porque son muy pocos los que son seleccionados, pero es abierto. Yo estaba siempre súper orgullosa de ser producto argentino. Cuando me preguntaban ¿ay, vos dónde hiciste tu escuela? En el Teatro Colón, y con mi maestra Olga Ferri obviamente. Súper orgullosa. Así que tener mi título del Teatro Colón siempre para mí fue increíble. Y después volví siempre, estando mis veinticinco años afuera siempre volvía y bailé un montón de producciones ahí. Siempre volvía y bailaba, y volvía, y volvía. Siempre volví, siempre lo sentí mi casa. Y bueno, ahora estando como directora del cuerpo estable del Colón también es otra etapa de mi carrera. Siempre es un placer. Estuvo en todo el abanico de mi carrera y es hermoso.

—¿En algún momento sentiste que te cobraron derecho de piso cuando entraste con 15 años al American Ballet?

—No, la verdad que no sentí que me hayan hecho eso. Y me han preguntado también por ser latina, por ser chica. Y la verdad que tengo que decir que no, no lo sentí. Nunca me sentí discriminada en general ni en la compañía, ni por la edad, ni por ser de otro país, ni por nada, no. Siempre sentí que me han dado la oportunidad, que me han abierto las puertas. Siempre me sentí muy cómoda en la compañía, siempre me sentí como que era una familia. Por eso un poco también antes hablaba que a veces le ponen esta cosa de El cisne negro, de la película, que es como todo dramática la vida del bailarín, es trágica. Yo no lo sentí así. Tal vez porque yo me creé este mundo. Es probable también, que uno se crea su propio mundo y para mí fue como mi burbuja. Yo siempre fui de estar en mi mundo, crearme burbujas. Y tal vez hice que mi mundo fuera lindo porque nunca sentí nada feo de afuera.

"Nunca me sentí discriminada ni
"Nunca me sentí discriminada ni en la compañía, ni por la edad, ni por ser de otro país, no", respondió Paloma cuando le preguntaron por su experiencia en el exterior.

—¿Qué sentimientos se te atravesaron cuando decidiste retirarte? ¿Fue parecido a cuando de chica pensabas en el momento del retiro?

—Cuando me retiré fue un poco como cuando empecé en el American Ballet, son esas decisiones importantísimas en la vida que no se piensan ¿no? No lo dudé. En el momento que tomé la decisión estaba totalmente convencida y lo hice con un año, sabía que iba a ser difícil de digerir. Dije: me tomo el año para despedirme, para ir bailando en mis dos casas, en Nueva York y acá en Buenos Aires. Pude hacer giras. Estaba totalmente convencida. Y a medida que fue pasando el año estaba cada vez más cómoda y disfruté muchísimo ese año. Muchísimo. Y no tenía nada planeado ni nada. Cuando era chica no soñaba cuándo me iba a retirar. Nnunca pienso qué va a pasar, vivo el hoy porque pienso realmente que hoy estoy y estoy segura que ahora estoy, mañana no sé si estoy. Y siempre viví mi vida así. Y si me muero mañana estoy contenta que disfruté mi vida a full. Siempre fui de esa idea. Entonces nunca planifiqué. Cuando lo supe dije este es el momento y me tomé el tiempo para irme. Entonces fue hermoso, fue hermosísimo. Y mucha gente me preguntó ¿no fue una decisión difícil? Y la verdad que no. Fue fácil, así como fue fácil mudarme a los 15 años, que para todo el mundo habrá sido dificilísimo y para mí fue facilísimo, para mí retirarme también fue fácil porque cerraba mi carrera para mí en mi mejor momento, y quería dejarlo así. Lo hice para mí y lo hice para el público también, para que el público siempre se quede con los mejores recuerdos míos bailando. Si cierran los ojos se quedan siempre pensando en lo mejor que pude dar.

Por: Joaquín Sánchez Mariño. Fotos: Gustavo Gavotti

Agradecimiento: Usina del Arte y Susana Mitchell, Coordinadora Laboratorio de Comunicación y Medios-FCS-UCA y Fontenla (Furniture Design)

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