Cuando Rodolfo D’Onofrio se sienta, en la sala se hace un silencio. Tiene cara seria, y nadie sabe qué pasará cuando comience a hablar. Pero el actual presidente de River sabe la consigna y muy pronto tiene a todos cautivados. Su charla en el ciclo Cómo Llegué Hasta Aquí será contundente, y se parecerá a lo que tal vez un hombre se dice a sí mismo cuando se acerca el final de una etapa importante (o cuando se avecina el comienzo de otra).
“Yo vivía en Ramos Mejía”, dice, ya sin barbijo. Mira mucho a los y las estudiantes que se acercaron a la Usina del Arte a escucharlo. “Ramos Mejía era muy distinto a lo que es ahora, era un lugar con más verde, con plazoletas en una avenida, y tiene que ver con un escenario: con canchitas de fútbol, con potreros, con terrenos libres”, continúa.
Su infancia la pasó “de guardapolvo blanco”, pero a los 12 años escuchó a un amigo hablar de un colegio llamado “Nacional Buenos Aires”. Le dio intriga y quiso ir ahí. Rindió el examen y entró. Algo en ese momento cambió para siempre.
“Me iba de Ramos Mejía en un tren hasta Once, después tomaba el subterráneo hasta Perú, que prácticamente es la última estación de la línea A, después está Plaza de Mayo. Y caminaba por Bolívar, pasaba el Cabildo, y llegaba al colegio, que es muy majestuoso. Y apenas llegué me encontré con compañeros que me hablaban de cosas que yo no veía en Ramos. Me hablaban de política. Me hablaban de Marx. Yo no sabía quién era Marx”, cuenta.
El nacimiento de sus ideas
“Yo creo en la igualdad. Creo que todos tenemos que estar en un mismo nivel para después de ahí ir para arriba. Y sí creo en el mérito. Hay que tener méritos para llegar a las cosas. Y el mérito es esfuerzo. El mérito es trabajo. El mérito es estudiar. El mérito es formarse. El mérito es el deseo de uno de lograr objetivos, de ser mejor. De tratar de llegar a ser tal cosa”, dice, y asegura que esas ideas las aprendió en el Nacional Buenos Aires, donde había que esforzarse para aprobar.
“En aquella época había una formación un poco comunista dentro del colegio, a través de los preceptores, y yo no compartía esa idea. Trabajé mucho con lo que se llama la Juventud Estudiantil Católica. ¿Qué hacía con ellos? Trabajaba con el padre Mugica, que hoy lo conocen todos porque saben que él estaba en el barrio de la 31. Yo iba con él ahí. Y tratábamos de que la gente pudiera vivir un poco mejor. Era mucho más chica la 31, no era tan grande como ahora”, dice. Y agrega: “Ya en ese entonces tenía inquietudes sociales”.
“El deporte siempre me gustó. Jugué al rugby, jugué al fútbol como todos. También hice tenis, paddle, squash. Me gustaba la vida deportiva. ¿Y si me gustaba el fútbol? Sí. Nunca fui un gran jugador, jugaba, pero nada más que eso. Un aficionado. Mi abuelo materno era presidente de Ferro y me hizo socio de Ferro. Y mi padre, que era muy hincha de River, me hizo socio de River. El mismo día que nací me hicieron socio de los dos clubes. La actividad deportiva la hacía en Ferro, que me quedaba más cerca, pero era hincha de River e iba con mi padre a la cancha desde chico. Me tocó verlo ganar, después me tocaron 18 años de no ganar nada. Pero nunca pensé que iba a ser presidente de River. Después fui a la Universidad de Buenos Aires, me recibí de economista y trabajé en economía”, cuenta.
“Nunca tuve un jefe. Tuve un estudio para asesoramiento en temas de economía. Lo hice solo, después con otro, con otro, con otro. Después la vida te va llevando. Yo siempre digo que la vida es como los ríos que buscan una salida hacia el mar. Y te va llevando. Y de golpe me pasó que me dediqué un poco al tema del sistema jubilatorio y de seguros, entonces tuve un trabajo importante en lo que es la actividad aseguradora”.
“Como era un tipo que se comprometía con lo social y lo político, hice política también en el colegio. Hice política un poco en la universidad. Y después también hice política empresaria: era presidente de la Asociación de Compañías de Seguros”.
“Me tocó estar al frente de grandes empresas. Siempre supe que había tener un proyecto, que había que tener un equipo de gente, y después venía el staff, el gerente general, el presidente. Pero ese equipo era clave. Y el proyecto es fundamental, sin proyecto y sin equipo no podés lograr nada”. asegura.
Sobre las decisiones y la llegada a River
“Cuando llega el verano generalmente me gusta ir cerca del mar. Me gusta mirarlo. Yo muchas decisiones de mi vida las tomé mirando el mar. Me da tranquilidad y me pongo a pensar. Una de las cosas que yo miro siempre del mar es la gente que se queda antes de la rompiente, que el mar la revuelca, la tira. Y eso es lo que yo veía que de alguna manera ocurría en mi club, y ocurre en la Argentina. ¿Por qué? Porque si vos te quedás antes de la rompiente la pasas mal, pero si vos pasás la rompiente tenés tranquilidad, tenés calma. Y eso es lo que siempre intenté hacer en mi vida: salir de antes de la rompiente y pasarla, y hay que tener una actitud positiva para ir por eso. No hay que quedarse”, dice.
“¿Cómo llegué a River? Yo no pensaba ser presidente de River. No era mi idea. No estaba en mis planes. Pero un día me dio bronca que River se había quedado antes de la rompiente y estaba teniendo problemas, y no me gustaba cómo los estaban gestionando. Entonces un día pregunté: ¿Che, en qué agrupación me pusieron?. Porque en los clubes te ponen en agrupaciones, te piden firmar para juntar firmas, y un día le firmé a un amigo mío, y me anotó. Y ese día pregunto con quién estamos. Con Fulano. No, le digo, no, yo no quiero estar con Fulano. Yo no puedo estar en esta agrupación. Y empecé a ir a unas reuniones y me empecé a comprometer”.
“Entonces uno de los que conocía me dice: ‘Rodolfo, me gustaría que nos acompañes en una lista como vicepresidente’. No, le digo, yo no conozco tanto, yo puedo ir como vocal, para aprender un poco cómo es esto. Y fui de vocal. Y el que era candidato no ganó pero yo entré de vocal por la minoría, era el primer vocal. Y durante cuatro años era opositor y escuchaba todo lo que pasaba y cada vez me preocupaba más porque decía no estamos en la rompiente, estamos peor todavía. Acá hay que hacer algo”.
“Junto con otros dijimos: bueno, hay que trabajar. Me dijeron: ‘Por qué no sos candidato a presidente, creo que reunís las condiciones’. Y me presenté de candidato a presidente. Y perdí. Perdí contra Passarella. Terrible, porque de 11.000 votos, perdí por 4. Es duro perder por cuatro. Pero lo tomé con calma, entendiendo que era el destino. Me seguí dedicando a mis cosas, a mis empresas. No sabía si iba a volver a ser candidato. Y faltando un año me llaman y me dicen: ‘Rodolfo, estás midiendo más que nadie’. Claro, la gente de River, que le había ido tan mal con Passarella, el descenso, todo lo que ocurrió, decían ‘por qué no lo habremos votado a este tipo, que seguramente hubiera hecho mejor las cosas’. Entonces todos me querían votar a mí pero ni sabían cómo era. Y pasé a ser el candidato que medía más. Nos presentamos y ganamos”.
Rodolfo, el presidente
“Encontramos un club desquiciado, económica, financiera y deportivamente. Ahí otra vez, llevamos un proyecto, teníamos un equipo, y con el proyecto y el equipo pudimos cambiar la realidad. En la vida hay que tener esa actitud, y yo la tuve. Traté de tenerla siempre, mucho esfuerzo. Ser presidente de River es un esfuerzo muy grande pero no es un sacrificio. Si fuera un sacrificio no lo haría. Es un esfuerzo. Pero un esfuerzo enorme. Porque de golpe vos estás manejando una entidad que tiene más de 4.000 personas que hacen deporte todos los días, un colegio que van 1.200 alumnos desde materno infantil hasta el secundario. Un profesorado y una universidad. Y una Fundación que hacemos muchas cosas. Que ahí vuelco mucho de los temas sociales”, dice.
“Yo sabía que en River tenía que mejorar los temas económicos, financieros. Tenía que lograr cosas en el fútbol. Pero una vez que logré eso lo que más quería era la parte social, poder colaborar con los que menos tienen. Siempre fue mi inquietud esa. Yo creo que hay dos mundos, un mundo A y un mundo B. El mundo A somos todos nosotros, el mundo B es aquel en el que apenas se puede comer. La verdadera grieta es esa, entre los que estamos en este mundo y los que todavía no pueden entrar. Y tenemos que preocuparnos de ellos. Preocuparnos es trabajar en serio”.
“Siempre tuve en esa inquietud, y el hecho de estar en River te da una posibilidad muy grande para entrar a todos los barrios humildes. ¿Por qué? Porque yo soy Rodolfo, y un día fui presidente de River. ¿Vieron en los parques de diversiones que hay un muñeco de Mickey? Adentro hay una persona que se pone dentro de Mickey y sale a caminar por el lugar donde están los chicos y todos se quieren sacar una foto. Bueno, cuando sos presidente de River sos esa persona dentro del muñeco de Mickey. Entonces te da la posibilidad de estar con los chicos o de entrar a un montón de lugares”.
De repente, un estudiante levanta la mano. Rodolfo lo ve y le da la palabra. “Antes hizo una diferenciación entre sacrificio y esfuerzo. ¿Por qué esa diferenciación?”, le pregunta. Muy bien, dice Rodolfo, y responde.
“Nadie hace algo con ganas cuando es un sacrificio. Un sacrificio es algo que uno le toca hacer sin la voluntad por hacerlo. El esfuerzo es algo que vos premeditadamente estás decidido a hacer. Y creo que en la vida vos podés tener talento, pero si no le ponés esfuerzo por más talento que tengas no llegás. Hay quienes tienen un talento natural para algo, pero si al talento no le pone esfuerzo no llega a nada. Donde vos quieras podés ver eso. Grandes talentos que no le pusieron el esfuerzo adecuado y no terminaron triunfando cuando podrían haber llegado a mucho. Bueno, en la vida personal también pasa lo mismo”.
El éxito
“Cuando yo decidí que iba a ser candidato a presidente de River, mis amigos me decían que estaba loco. ‘¿Vos sabés dónde te estás metiendo? ¿Vos sabés a qué mundo estás yendo?’ Porque el fútbol tiene una imagen de corrupción ¿no? Y si vos sos transparente para qué te metes en esto. Porque hay que hacer. Porque hay que arriesgar. Porque hay que cambiar la realidad. ¿Por qué no la voy a intentar cambiar? Y eso me llevó a que sí, de golpe yo sabía donde iba pero no sabía que iba a ser tan fuerte. No sabía que iba a ser Mickey Mouse. Yo pensé que a Rodolfo lo conocían algunos, pero no, cuando vos estás al frente de un club como River tenés millones de personas. Tenés las redes. Tenés todo. Y vas aprendiendo, con prueba y error otra vez. Aprendés a convivir con cosas lindas y con cosas que te duelen. Por suerte las cosas nos salieron bien. No sufrí en el cargo que estoy. Lo disfruté. Y digo lo disfruté porque me quedan nueve meses y termino. Yo ya no puedo ser más porque son dos períodos máximo y se acaba. Y lo disfruté. Realmente me permitió hacer cosas que yo no sé si hubiera podido hacer”, dice, con cierta nostalgia en la voz.
“Yo siempre digo que el tipo que es presidente es el que tiene la máxima responsabilidad, pero no es el rey. Si te creés el rey estás equivocado. ¿Sabés qué hago yo para no creérmela? En River hay una puerta que se llama Maratón, que está debajo de una tribuna que se llama Sívori. Hoy por ejemplo lo hice, a la mañana. Tenía una reunión y antes de empezarla me fui caminando hasta el centro de la cancha. Esas tribunas enormes, no había nadie, estaban las palomas nada más, que comían algunas de las semillas que habían puesto para sembrar. Entonces vos mirás así alrededor y te vas acordando de tus amigos, de momentos que viviste en ese lugar, en la tribuna, en la platea, en donde hayas estado. A veces hablo con mi viejo, que ya murió, pero es como si conversara con él respecto a donde estoy. Y también me doy cuenta de lo chiquito que soy. Las tribunas son enormes, River está por cumplir 120 años, y uno se da cuenta de que es un accidente en la vida del club. Y tenés que tener los pies sobre la tierra, no creértela. Seguir siendo la persona que sos”, dice.
“Cuando llegamos a River el club estaba económica y financieramente en menos 8. Me preguntaban: ‘¿Cómo está? ¿en coma 4?’. ‘No, en coma 8 está’, les decía. Para que se den una idea el día que asumís te entregan un diploma, y mientras me daban el diploma aparece un administrativo de River que yo no conocía y me dice: ‘D’Onofrio tiene que subir eh, porque hay un vencimiento de un cheque de tantos millones que hay que pagar’. Así empezamos. Y cuando llegamos me encontré que había cheques los próximos 60, 90 días, tenía cheques todos los días con vencimientos”.
“Lo que no tenés que hacer nunca es echarle la culpa a los que se fueron. Porque si vos decidiste agarrar ese cargo tenés que saber lo que estabas encontrando. Entonces no empieces a decir ‘la culpa…' Sí, es verdad, hicieron mal las cosas. Pero si vos asumiste esto tenés que cambiarlo. No te quedes en echarle la culpa al otro sino ponete a laburar porque para eso te eligieron. No te hubieran elegido si el otro hubiera hecho bien las cosas, te eligieron porque las hizo mal. Entonces ponete a laburar y hacelas bien. Y eso es lo que nos pusimos a hacer”, dice.
El futuro: la vida después de River
“El hecho de llegar al final es todo un tema, es casi para ir a un psiquiatra. No es fácil. Pero estoy convencido de que River me dio un montón de cosas y ahora me voy a comprometer en otras. Me voy a comprometer con aquellos que realmente quieran cambiar la Argentina en serio. Yo puedo dar mi experiencia de lo que hice, mi experiencia de que se puede ser honesto, que se puede trabajar con transparencia. De que ante las adversidades es posible cambiar esa adversidad, eso que querés realmente transformar. Y tener una actitud positiva. Yo siempre creí y creo que lo que me pongo a hacer va a andar bien. Y si no, no lo hago. Lo hago porque estoy convencido. Creo que lo que me espera a mí después de River es un compromiso de otro tipo, que va a tener que ver con el país”, dice.
“¿Qué deseo para el futuro de River? Que el siguiente sea un presidente que respete los valores que tiene y ha tenido este club, que son muy importantes. Que sigan avanzando con el tema de las mujeres en el club. Yo una de las cosas que hice fue que River en esta elección va a votar por primera vez el cupo femenino, hay un 20%, cinco de las veinticinco personas que tiene la Comisión Directiva por lo menos tienen que ser mujeres.También tiene que tener 20% la Comisión Fiscalizadora y demás. También hemos generado una comisión especial que tiene que ver con todo lo que es género para que sea tratado como corresponde llegado el caso que ocurra algo. Y yo creo que hay que seguir en esa línea y hay que seguir haciendo cosas de las que la sociedad te va planteando y va pidiendo. Creo que el tema de la educación es algo que el club tiene que seguir creciendo. Yo no voy a ser vicepresidente, pero voy a estar afuera y si veo que el próximo se la cree, un día lo llamo por teléfono y le voy a decir: ‘Che, vení, mirá que vos no sos Mickey, sos Juancito, y cuando te salís del muñeco acordate que sos Juancito, porque no estás todo el día con el muñeco. Tenés que entender eso’”.
Preguntas para Rodolfo
Como en cada encuentro, los presentes pudieron conversar con el protagonista al término de la charla. Las preguntas para Rodolfo fueron muchas, y respondió todas y cada una. Algunas de ellas las compartimos aquí.
-Contó que a veces le habla a su padre desde el centro de la cancha. ¿Qué le dice?
-Le digo: “Viejo, cómo me gustaría que estuvieras conmigo acá. Vos me hiciste socio el día que nací, nunca pensaste ni me pediste que yo fuera presidente de este club ni cosa por el estilo. Me gustaría que estuvieras conmigo, orgulloso. Me gustaría que vinieras a la cancha conmigo. Que vinieras a compartir un nieto conmigo….” (se emociona). Una de las cosas que más sufrí... se las voy a contar rápido. Yo volvía de luna de miel y no pensaba tener un hijo rápido. Llego y me entero que mi padre estaba enfermo de cáncer y que no sabía cuánto iba a durar. Y le digo a mi mujer “adelantamos todo el proyecto, no te cuides, vamos a tratar de tener un hijo, si sale, sale”. Salió. Y empecé a luchar entre la muerte de mi padre y la llegada de mi hijo. A medida que la panza crecía y a mi viejo lo internaban y quimioterapia, y tal cosa, y tal otra. A veces cuando tenés un dolor muy grande te agarrás de la fe. Y ahí empecé a ir a misa. Y empecé a ir a una iglesia que me quedaba cerca y a pedirle por favor que me ayudara. No sabía a quién recurrir para que me ayudara porque yo quería que mi padre conociera a mi hijo. Bueno, miren lo que me pasó, que a veces cuando uno tiene esa fuerza... puede ser la religión, puede ser la fuerza mental, puede ser lo que vos quieras, yo creo que bastante es mental. Mi hijo nace y mi padre estaba internado. Llamo por teléfono a la clínica, eran las ocho de la mañana, y me atiende el de la guardia y me pasa con mi madre que me dice “le dieron el alta, vénganse al sanatorio…” Todavía es el día de hoy que me emociono (D’Onofrio deja escapar unas lágrimas)...” Vénganse a conocer a su nieto, a mi hijo”. Vivió tres meses más mi viejo, después se murió, pero tuve la suerte de que lo pudiera conocer y vivirlo. Por supuesto mi padre fue enterrado en un cementerio. No volví nunca más. Mi padre está adentro mío. Yo lo llevo conmigo, me acompaña. No es que hablo todos los días con él eh, tan loco no estoy, no piensen que me piré tanto, no. Pero me acompaña.
-Teniendo en cuenta que se termina este mandato, que se tiene que sacar este traje de Mickey, y ya tuvo la posibilidad de hacer un balance de todos estos años en River. ¿Qué es lo más lindo que le dejó este papel que tuvo que cumplir como presidente?
-¿Sabés qué es lo más lindo? Que camino por la calle y la gente me saluda. Que camino por la calle y la gente me dice “gracias presi”. O uno que me dice “¿por qué no se viene a Boca de presidente?”. ¿Sabés qué orgullo es ese? ¿Sabés qué felicidad me da? Quiere decir que hicimos las cosas bien. Y cuando vos podés caminar por la calle o puedo caminar por el club, donde la gente me respeta. No porque ganaste partidos, sino porque no te robaste nada, hiciste lo que tenías que hacer. Y eso es lo más importante que me llevo, el amor de la gente, el cariño de la gente.
-¿Qué enseñanzas se lleva de estos años y qué se viene ahora?
-De lo que hice me llevo las enseñanzas de los aciertos y de los errores. Y de los errores me llevo bastantes cicatrices como para aprender. ¿Qué es lo que me falta hacer? Seguir comprometido con la sociedad. Comprometerme a partir de diciembre en un proyecto que ya no sea de fútbol sino que tenga que ver con la política argentina.
Por: Joaquín Sánchez Mariño. Fotos: Gustavo Gavotti
Agradecimiento: Usina del Arte y Susana Mitchell, Coordinadora Laboratorio de Comunicación y Medios-FCS-UCA y Fontenla (Furniture Design)
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