Sandra Mihanovich (63) extraña los abrazos. En cambio a Verónica Lozano (50) las nuevas reglas sociales que trajo la pandemia la liberan de la exigencia: “Con algunas personas me viene bien”. Será de las pocas cosas que no tengan en común la cantante y la conductora que se presentan por sus signos, tauro y géminis, respectivamente. Hijas mayores de madres que las tuvieron muy jóvenes –la de Lozano murió cuando ella tenía solo 23 años–, comenzarán hablando de ellas y de sus abuelas. El anticipo de una charla íntima atravesada por la experiencia de ser mujeres, en la que reflexionarán con honestidad sobre el amor, la familia, la sexualidad, el mandato de la maternidad, las dificultades de la convivencia, el miedo a la muerte y el trabajo como refugio.
Vero Lozano: —¿Fuiste siempre cariñosa, de chica también o eras más chúcara?
Sandra Mihanovich: —Era más chúcara, tenía como una cara de culo cuando era chiquita, así como trompudita…
VL: —Yo de chiquita, siempre fui más como cascabelito, la primera nieta, entonces tengo esa cosa de la exigencia de agradar, de llamar la atención.
SM: —Yo soy la primera también. Me sentía responsable un poco, como que yo era la mayor y tenía que dar el ejemplo. Zafé porque desde chica me gustaba la música. O sea, sentía en el canto un refugio y un lugar de seguridad, donde todo me incomodaba y donde todo me daba miedo cantar era exactamente lo contrario, era el momento de estar feliz, de estar relajada.
VL: — ¿Y te pegó bien o te daba bronca que tu mamá fuera famosa?
SM: — No, yo todo lo tomé con mucha naturalidad, me parecía que era lo que había, era lo que tocaba. Siempre tuve una personalidad muy de hacer lo que hay que hacer; nunca fui una gran estudiante, pero nunca me llevé ninguna materia, porque me parecía que era mucho más práctico.
VL: —En eso me veo identificada, hay que estudiar cuando hay que estudiar, después están todos en la pileta, vos estás estudiando... Yo últimamente soy bastante sarmientito, muy trabajadora. Tengo esta sensación de merezco tener unas vacaciones y después me cuesta encontrar el espacio, el momento.
SM: —¿No te da claustrofobia ir todos los días a la tele? ¡Madre de Dios, yo me muero!
VL: —Es como agobiante, pero la paso bien. Igual, sí, convengamos que alguna vez me gustaría no ir, o no tengo el ánimo como para ir, pero hago ¡tuc! y voy.
SM: —Yo siento que transité y sigo estando en un camino que es el que elegí, que lo elegí bastante chica, porque terminé la escuela secundaria en el 74, en el 75 me metí en la UCA a estudiar música, en el 76 empecé a cantar y ahí nunca más paré. Vos encontraste el camino por otro lado ¿no?
VL: —Yo estudié psicología. Mientras estudiaba laburaba de modelo para hacerme unos manguitos y empezó a estar de moda que los castings para programas de tele convocaran a chicas de las agencias. Fui a un montón y no quedaba, hasta que uno fue para un programa de Telefe que se llamaba Aquí está tu hit, producido por Gustavo Yankelevich. Y ahí me sumergí en ese universo y me encantó. En paralelo yo ya me había recibido, trabajaba en el hospital, y era raro a veces esta cosa de “doctora, la conozco de algún lado”, “ah, la de la tele”, entonces en un momento elegí la tele y es un mundo que me apasiona.
SM: —Yo me enamoré de la radio, la tele me cuesta más, debe ser por esta cosa de la exposición, de que se te vea, producirte. Tengo un programa que tiene que ver con descubrir y conocer música de todas partes del país. Y tengo una especie de argentinidad que necesito manifestar de todas las maneras posibles, por un lado con esto de la música, pero también soy fan de todas las selecciones argentinas, de todos los deportes. Nos conocen en el mundo por nuestros deportistas, empezando por aquel que acaba de partir que es el máximo de todos… Diego. Pero también Gabriela, Vilas, Las Leonas, Fangio, De Vicenzo, empezás a pasearte por el mundo deportivo y ahí me agarra como el orgullo.
VL: —Sí, vos sos muy la camiseta.
SM: —Sí, re, tengo banderas por todas partes en mi casa, tengo puesto un mástil que me compré que lo atornillé a la pared y tengo la bandera 365 días del año puesta.
CORTAR CON LA HIPOCRESÍA
Entregada a esa especie de sesión con la doctora Lozano, Mihanovich confesará que no es tan buena como parece. El devenir de la charla hará que sea la conductora también la que abra su intimidad para hablar de sus contradicciones a la hora de ser madre y de los temas que surgen en la convivencia con su marido, Jorge Corcho Rodríguez.
SM: —Yo soy familiera, a mí me encanta la idea de formar una familia. La familia elegida, digamos. Por ahí con los años va cambiando, pero hay gente que está siempre: nosotras tenemos un grupo del colegio, el grupo de “las gansas”, somos 15 que fuimos al mismo colegio, y todas a pesar del tiempo y de las volteretas estamos muy divertidas. Y es el grupo de referencia de cuando era chiquita.
VL: —Claro, porque ellas te conocen de verdad, ¿no? Yo tengo grupo del colegio, de la secundaria. Que hay un grupito de WhatsApp que estamos casi todas y siempre está el subgrupo que se va por paralelo a comentar alguna cuestión.
SM: —Vos lo estás confesando públicamente, ¿todas saben que hay un subgrupo?
VL: —Lo deben intuir. Es como el del programa, hay uno que estoy y otro seguramente que no. No pasa nada, por eso hay que tener cuidado con el WhatsApp, a quién le mandás el mensaje. ¿Te mandan cosas cochinas, Sandra?
SM: —No, en general, no. Debo tener como un look de Sandra es buena, ¿viste? Tengo mi amiga Pato, que es mi productora de la radio que se ríe con Marita y se miran y dicen: “¿Viste que no es tan buena?”... No es tan buena.
VL: —Donó un riñón, pero no es tan buena. Quedaste como Teresa de Calcuta.
SM: — Sí, fue muy impresionante porque yo lo viví como una oportunidad. Me cambió mucho la vida. Todas estas frases que yo digo que parezco buena: cuando uno da, recibe más que lo que da; y cuando estás feliz, es cuando agradecés. “Estás feliz”, me lo tuve que escribir acá en la piel, porque no es que vos estás feliz y decís: “Ay, qué bueno, estoy feliz, gracias”, empezás con gracias y te ponés feliz, es al revés.
VL: —¿Y el amor? ¿Cuándo te enamoraste por primera vez?
SM: —Tuve como distintos amores... que van cambiando con la edad que uno tiene, amor adolescente, amor más grande, pero…
VL: —Me acuerdo yo el mío. Con mi viejo hacíamos aventura de camping y ahí me enamoré de un chico, yo tenía 10 años. Era para mí como Christopher Atkins, el de La Laguna Azul. Lo vi lo que duró las vacaciones, pero esa sensación de la mariposa, el amor, de querer verlo, de ir al kiosco del camping... Después fui como muy enamoradiza.
SM: —Yo creo que era un terreno que me generaba un poco de inseguridad. Yo de mis 10 años no me acuerdo de haberme enamorado de nadie y me acuerdo de haber descubierto toda clase de cosas en la adolescencia que qué onda, ¿viste? Era raro, diferente.
VL: —Es que venimos de una generación que era como lo sexual y lo pecaminoso, hablo desde mí, como al pecado, me tocó una teta, ¡Dios mío! Pasaban esas conversaciones entre chicas. Yo si tengo que hablar de mi vida y mi familia, bueno, el concepto este de que me iba a casar, iba a tener cuatro hijos, una cosa así. Y después la vida siempre fue que tuve relaciones largas, de cinco, seis años, y en un momento pensé que no iba a ser mamá tampoco, porque soy como la generación que si bien no congelábamos óvulos…
SM: —Al límite.
VL: —Al límite, tener un amigo gay que me haga un hijo. Pero tampoco me veía identificada con ese escenario. “Bueno, a lo mejor la maternidad no es para mí”, hasta que lo conocí a Jorge y fue más él, yo ya tenía 36, 37 años, que vas a la ginecóloga, y te dice: “¿Cuántos años tenés?”. Y te mira como diciendo “ya está”. Y él fue el que más o menos me dijo: “Vos tenés que ser mamá”. Yo tenía mi vida muy armada, con mucha energía puesta en el laburo y me daba miedo perder ese espacio. Lo mezclaba con una cosa existencial de para qué traer un hijo a este mundo, también esos pensamientos los tuve de si tengo la capacidad o el deseo de la maternidad, ahora está bueno que está muy puesto en palabras y visibilizado, acá como que había un mandato.
SM: — Si sos mujer, sos madre, o querés serlo, no podés no querer serlo.
VL: — Y si no querés serlo… algo raro hay acá. Entonces me lancé como a ese universo que me costó un montón, no el proceso de gestación, pero sí después cómo llevar las dos cosas: ser mamá y el deseo para el laburo. Yo parí y a los 22 días volví a trabajar porque sentía como una abstinencia. Me pasaba mucho cuando recién nacía Antonia que yo me olvidaba que tenía una hija, como que estábamos acá re divertidas y pedíamos un trago y no sé qué y de repente decía: “Ah, tengo a mi hija en mi casa”, que estaba al cuidado de alguien, obvio. Y me daba como una angustia, como las ganas de irme en el auto y decir “yo me voy a la mierda y no vuelvo más”. Y eso como que es políticamente incorrecto o nadie te lo dice. Por suerte ahora entre las mujeres nos estamos contando estas cosas ¿no? Es como que aliviana mucho la mochila de ser mamá.
SM: — Lo importante es verbalizar los miedos, las fantasías, sacarlo para afuera. Creo que una de las cosas positivas del paso del tiempo tiene que ver con eso, con cortarla con las hipocresías.
VL: — Aparte se te va la energía en ser lo que no querés ser, y vos fuiste como una pionera en eso, una abanderada también.
SM: —Yo siento que he tenido todas las oportunidades para serlo porque me dediqué a algo donde yo pude decir con canciones las cosas que me pasaban, entonces una cosa es decir con palabras, hablar de la sexualidad, y otra cosa es cantar Soy lo que soy. Es como tanto más sencillo, más liberador, genera tanta más empatía eso.
VL: — Y sobre todo en ese momento también.
SM: — Sí, ahora estamos en otro momento. Imaginate yo a mis 20 años si me hubieran dicho “Y vos te vas a casar con una mujer”. ¡No pensaba ni siquiera que se iba a poder decir! Por eso agradezco mucho, porque creo que pude transitar todo un camino donde pude ser yo.
VL: —¿Y en tu casa te costó?
SM: —No, en casa nada, supongo que a mamá lo primero que le pasó fue decir “¿Qué hice, ¿será mi culpa? ¿Por qué?”. Supongo que esos interrogantes le deben haber pasado a ella pero siempre me recibieron muy bien, me trataron con mucho cariño. Supongo que ayuda el hecho de hacer algo que a la gente le gusta también. Eso te facilita, te abre la puerta, te permite.
VL: — Sí, tu arte, obviamente. Igual el tema del amor viste que siempre es un gran misterio más allá de las elecciones que tengamos, pienso en mí también cómo estas transiciones de distintas relaciones y lo que uno entrega y negocia en un vínculo, no perderse en el otro.
SM: —Yo tengo la fortuna de sentir que estoy con el amor de mi vida, totalmente.
VL: —¿Cuánto hace que están juntas?
SM: —Nos casamos en 2016, pero 10, 12 años, por ahí. Y la sensación es como de un relax total. Ser quien sos, a mí me encanta cuando yo me pongo loca y Marita se queda tan tranquila que…
VL: — Que te da bronca.
SM: — Y soporta toda esa bronca o lo que sea, y después “perdón, está todo bien, yo sabía que se te iba a pasar”, esa cosa de conocerse tanto, de respetarse, de quererse, que vos le bancás al otro y el otro te banca a vos.
VL: — ¿Y de la convivencia te gusta todo? Porque yo estoy atravesando una situación donde el convivir después de 15 años…
SM: — ¿Está complicado?
VL: — No complicado, pero me doy cuenta de que tengo ganas de dormir sola, ¿entendés? Sobre todo ahora, en pandemia, ver mis series, ¿no?
SM: — Sí, nosotras no sé si es porque somos dos chicas por ahí tenemos gustos parecidos, miramos la misma serie, nos divierte a las dos. No sé, ahí es donde no sé si tiene que ver con eso, porque por ahí al varón le gusta otra cosa.
VL: — Sí, también es como un laburo permanente.
SM: — Sí, y ratificar que esa es la persona con la que querés estar, eso es muy importante. Y sí yo quiero estar con esa persona, aunque me da fiaca, aunque ella quiera ver una cosa y yo Boca. La convivencia vale también, ¿no?
VL: —Me gusta que se deconstruyeron un montón de aspectos, no hay una manera de estar en pareja, una manera de convivir, también blanquear eso. Hay parejas que viven en lugares que están separados, en espacios que están separados y se ven los fines de semana, también permitirse eso, porque también “si dormís separado, se van a separar”, si pasa tal cosa, pasa tal otra...
SM: —Nosotras tenemos una cama de dos por dos, que yo siempre digo que es demasiado grande porque no sé dónde está Marita, está allá lejos, pero hay que estar cómodo para dormir. Las temperaturas, los ronquidos, esas cosas que son a veces complicadas, nosotras no las tenemos pero sé que pasa.
VL: — Pasa, Las Gansas contaron. La seducción también es importante.
SM: —Sí, el tema de la confianza, la confianza mata la seducción también un poco, ¿no? Ya está todo el pescado vendido, no hay ningún misterio.
VL: —¿Y el paso del tiempo te da miedo? A mí me da el achaque, la cosa.
SM: —A mí me da miedo el achaque físico, pero más que nada que te duelan cosas. La enfermedad me da miedo, porque la vejez no es una enfermedad pero es la que nos toca a todos. Y si la vejez es con salud, está todo bien. Yo veo a mi vieja como una mina sana, inteligente, que tiene 86 pero que está regia, que sigue con proyectos, siguen plantando naranjas, y no para. La muerte sí me da un miedo…
VL: — ¿La tuya, la de los que querés?
SM: —Las dos, la que más miedo me da creo que es la mía. Me estoy queriendo hacer amiga como para no tenerle tanto miedo. Yo era bastante sana, pero de repente tuve fibromas a los 30 años y me sacaron el útero, y dije ¿cómo? Cosas raras así, o tuve una neumonía en el 2009, autoinmune.
VL: —O sea tu propio cuerpo...
SM: —¡Opa! O sea que lo fabriqué yo, eso me dio cagazo, porque dije ¿cómo es esto? Es muy importante que nuestra cabeza esté bien, porque si nuestra cabeza está bien, nuestro cuerpo también.
VL: — Yo creo que como la vi a mi mamá tan enferma, a mí me da como uf, y tanto hospital y tanta cosa ¿viste? Eso sí me da cagazo.
SM: —Este año partió mi papá y lo hizo de una forma tan generosa. Él vivía en un geriátrico, yo no lo podía cuidar y mi hermano tampoco, un tipo que se la re bancó, como que inclusive la partida fue en medio de esta circunstancia, la sentí como suave, como “no los quiero jorobar”. Ahora está en Mercedes en la chacra, lo llevamos cantando y lo pusimos al lado de los caballitos y los árboles con la urna.... a vos, ¿qué te queda pendiente?
VL: —No tengo como un plan, una hoja de ruta, me voy como entregando y voy eligiendo. Pendiente: disfrutar de mi hija, de mi vida, seguir laburando.
SM: —A mí me queda pendiente seguir cantando, te diría que canciones nuevas por cantar. Tengo pendiente eso: aprender y cantar.
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