Uno dice ser un melancólico incurable, el otro no siente nostalgia ni por sus amigos. Uno es fanático de Sandro y de Valeria Lynch, el otro fue por veinte años sinónimo de Rock&Pop. Uno estudia danza dos veces por semana e hizo teatro vestido de drag queen, el otro envidia la felicidad de los que tienen ritmo al bailar. “¡Tenés toda esa iconografía casi de tanguero y sos más chico que yo!”, le dirá entre risas Mario Pergolini a Martín Bossi en un punto de la conversación. “Nacimos acá, somos un tango por más que lo queremos ocultar”, responderá el artista. Con el humor y la desmedida pasión por Boca como primeros puntos de encuentro, el mano a mano de esta extraña pareja recorrerá sus historias sin evitar temas como el consumo de drogas, la popularidad y la necesidad de ser queridos, la felicidad, el éxito, sus mayores fracasos y asignaturas pendientes, la rebeldía y cómo es sentir la pérdida del fuego creativo.
Martín Bossi: —Yo voy a hacer la nota con barbijo porque soy re paranoico.
Mario Pergolini: —Me diste la primera. ¿Sos paranoico? ¿Sufriste con esto?
MB: —Soy paranoico con todo, pero con esto no.
MP: —¿Y fue la etapa que más tiempo estuviste solo?
MB: —Sí, fue bravo. Vos vivís con tu familia.
MP: —Sí. Pero a mí la soledad no… Soy medio un sociópata, entonces… ¿viste que todo el mundo sigue con los amigos del trabajo? A mí me dicen: “¿Te ves con los de Caiga?”. Cuando digo: “No, la verdad que no los vi nunca. Terminé el programa y no los vi nunca más”, se quedan como viéndote. O (Diego) Guebel, un amigo de toda la vida. Socio en Cuatro Cabezas. Vendimos la empresa y…
MB: —¿A (Juan) Di Natale no lo volviste a ver?
MP: —A nadie. Con Eduardo (de la Puente) he vivido de chico.
MB: —Eduardo De la Puente, nada. ¿A Paqui Galé? Mira el nombre que te dije. Había un programa que se llamaba Batido, ¿vos lo producías?
MP: —No, ¿Paqui Galé no era La TV ataca?
MB: —La TV ataca, ya está. ¡No me preguntes a mí!
MP: —No, la verdad que yo no tengo melancolías ni de lo que hice ni… Entonces me desprendo muy rápido de los grupos…
MB: —En un show que yo hacía que se llamaba Bossi Master Show yo hacía un homenaje al Flaco Spinetta, y tuve que empezar a ver mucho al Flaco. Y hay un momento de él con una camisa medio floreada, con el pelo de rulos para el costado, vos con el pelo largo, no sé si en La TV ataca...
MP: —¿En Hacelo por mí? La vida de otro.
MB: —¡Qué momento de la tele! Fuiste parte de la otra troupe, de otro tiempo.
MP: —Agarré un poquito de la tele cuando hacía rating, cuando era lo único que había. No había redes.
MB: —Sos una gran figura aunque te dé vergüenza.
MP: — Fui.
MB —Sí, fuiste y ya no. Qué triste. ¡No, mentira! ¡Sos! Uno se cree que el rating es de uno, ¿viste? No, hacés el programa de la figura. Me acuerdo estar en cámara en el programa de Marcelo (Tinelli) haciendo un personaje y que me digan 32, 33. Y no era que salías sacando pechito argentino, era normal. Porque la gente miraba tele.
MP: —No es tan normal hacer un éxito o ser masivo. No hay mucha gente que haga eso. Yo, si bien he tenido mis picos, no sé lo que es esa masividad. Lo digo bien, no hay humildad en lo que estoy diciendo. Hacer cosas de 30 y pico, 40 puntos... Más allá de que también es cierto que era el único entretenimiento que había.
MB: —Lo que yo vi de tu laburo es que sos un tipo que no se traicionó y que opinaba, no fuiste parte del show y eso se valora.
MP: —¿Viste cuando dicen “Este era el rebelde”? Pero era el rebelde dentro del establishment. Si ya estás en la tele, sos de eso que no deja de ser el establishment. Sos tal vez el más despeinado.
MB: —Eras el más despeinado, sí. Jugaste muy bien. Y no era una postura, porque sos así.
MP: —Porque yo venía de otro lado. Rock & Pop también era otra cosa. Yo vengo de una clase media ahí, border, bien, con su casita. Yo dormía en el living. Tengo una hermana mujer, entonces, hasta cierta edad compartimos. Papá y mamá, dos tipos muy diferentes; mi papá fundó el Coro de Junín. Un tipo que volaba planeadores. Un artista.
MB: —¿Por qué te rebelaste vos? ¿Ante quién? ¿Ante ellos dos?
MP: —Yo a los 14 ya decía “de acá me voy rápido”. Pero no por una cosa de no estar bien en casa, de hecho siempre les he agradecido con la libertad que me educaron. Me dieron alas. La verdad que volé. También a lo mejor podría haberme evitado un par de problemas que te da la libertad de muy pibe, ¿no?
MB: —Por ejemplo, ¿qué problemas?
MP: — Y, drogas, estar con gente a lo mejor mucho más grande que vos.
MB: —¿Se puede saber a qué edad empezaste?
MP: —En ese mundo empezás chico. A los 15, 16, ya estaba bastante callejero. Ya trabajaba en radio. Pero nunca nada de lo que hacía iba en contra de lo que yo quería hacer, que era estar en radio. Yo quería estar en radio. Te juro, Martín, una sensación que ya no tengo.
MB —¿Por qué?
MP: —Porque perdí… Hay un momento que tenés fuego por las cosas. Yo ese fuego ya no lo tengo.
MB: —No lo tenés.
MP: —No lo tengo en eso.
MB: —¿Lo tenés en qué?
MP: —En la tecnología. Ahí me siento mucho más…
MB: —¿Y como dirigente de fútbol tenés ese fuego? ¿O el fuego es por Boca porque sos bostero y eso te lleva a ser dirigente?
MP: —Sin duda me emociona estar en el lugar que estoy de Boca. Al día de hoy, cada vez que entro a la cancha, mirá la estupidez, pongo el dedo y me abre la puerta de todo y, para mí que soy recontra bostero, siento que estoy haciendo una travesura.
MB: —Yo tengo dos amores.
MP: —Nah. No hay dos amores. Solo con los hijos podés tener amores múltiples.
MB: —Bueno, yo te voy a decir cómo vivo el fútbol: tengo el amor de la vieja que es el barrio. Nací a seis cuadras de la cancha de Los Andes y soy de la familia de Los Andes. Pero tengo una pasión desmesurada, muy controlada, porque tuve muchos problemas de pibe, con el tema de Boca. Problemas de conducta, por ratearme, discusiones con mi familia fuertes, o de encerrarme en una pieza sin salir una semana. Posta te estoy diciendo. Tenía problemas.
MP: —Yo cambié eso con los hijos. Era así, a los gritos. Mal. Buscá en YouTube lo que dije por radio cuando descendió River. Solamente buscá eso. Cuando todo el mundo decía: “Che, hay que apaciguar las aguas”, yo estaba tirando kerosene. Pero vi que mis hijos se comportaron igual que yo. Mi hijo Matías, de verlo llorar en la cancha. Decir “bueno, de alguna forma tengo que explicarle que no es tan así”.
MB: — Mi viejo murió a mis 19 y yo quedé solo de él. Era mi Carlos Bianchi.
MP: —¿Le gustaba el fútbol a tu papá?
MB: —No, era tenista papá. Y me dijo: “¿Vos vas a pasar la vida en un potrero como un vago? ¿Yo te hice socio del club Los Andes para que juegues al tenis y vos vas a jugar al fútbol?” Y me dejaba la raquetita ahí. Y un día probé, la agarré. Y la verdad que con la raqueta me salvó la vida. Porque entré a un club, hice amigos. El tenis me dio una conducta. Y me salvó de estar ocho horas en mi casa, o en la calle.
MP: —Qué loco, ¿no? Porque actoralmente también, en un punto, sos tenista. Tendés al unipersonal, más allá que necesitas de otro, lo que sea, pero en un punto sos vos.
MB: —Sí. Y las entradas en calor que hago en el teatro son entradas en calor de tenis: bailo y me pongo la toalla. Cuando estoy standupeando hago paralelos todo el tiempo con el partido de tenis. Cuando tengo que definir una parte grande del show y rematar con sustancia o hacer emocionar, o reír o hacer un paso de baile preciso, lo comparo con el primer set.
MP: —Me hubiese gustado bailar, tener la gracia del que baila. Porque también para bailar tenés que ser un tipo que vive feliz. No conozco ningún muy amargado que pueda bailar. El que baila porque le gusta, en un punto entendió la felicidad. Tenés que estar muy bien con el resto para tener esa cosa extrovertida y pasarlo al cuerpo.
MB: —No pasa con el arte. Yo creo que el arte es para los desesperados, para los que buscan respuestas. Si sos muy feliz, no tenés que acercarte al arte.
MP: —¿Se puede ser muy feliz?
MB: —No, si sos muy feliz sos un idiota hoy en día. En este contexto, si sos muy feliz... Yo cuento a veces que, en mitad de la pandemia, llamaba a algún que otro amigo o amiga, “¿Cómo estás?”. “Bárbaro, no sabés, hago clases de Zoom de tres a cuatro, clases de zumba de cinco a seis”. Digo “Pero che, está pasando algo grave”. “No, no, yo ahora que me re adapté, me estoy encontrando conmigo mismo”. Es muy snob decir: “Me sirvió para verme a mí mismo”.
MP: —Pero además da por las pelotas que sea así.
MB: —Me da por las pelotas. ¡Sufrí, si estamos como el orto! No quiero que nos acostumbremos. La nueva normalidad. ¿Qué normalidad? Yo quiero darle un beso a mi vieja. Quiero actuar en teatro. ¿Sabés cuánto hace que no entro a un teatro? ¡10 meses!
MP: —Qué loco. Y estabas haciendo un éxito. Cuando empezó la pandemia, ibas por la calle y estaba toda la cartelería tuya. Y decía... ¡lo que será, lo tenía todo!
MB: —Todo. Me preparé un año y medio, con los tacos. Me fui a estudiar a Estados Unidos. Decidí dejar de ser singlista para empezar a compartir con un elenco. Lograr que una comedia musical sea popular, que era mi función en ese equipo. Armé un personaje, boxeador de día y de noche drag queen. Me metí en el mundo drag... Pasé un par de veces y no quiero mirar el teatro. Me miro ahí en la cartelera y es…
MP: —¿Está todavía?
MB: —Sí, claro. Aparte con la actuación pasa algo: el límite de lo ordinario a lo extraordinario es muy extraño. Uno entra en una especie de éxtasis. Cuando vos te alejás, te da la sensación de que vos no fuiste ese. Yo me paro acá y no me creo capaz de estar delante de mil personas haciendo nada. Digo ¿cómo en veinte años hice todo eso? ¿En qué estado de locura yo podía estar de ponerme máscaras y actuar y salir?
MP: —¿Y durante este tiempo te encontraste repasando letra, diciendo esto va a volver?
MB: —No. No.
MP: —¿En serio me lo estás diciendo?
MB: —Sí. La obra va a volver. El tema es que son obras con treinta personas en el escenario y con un costo fijo donde hay una inversión de un millón de dólares. Si es que el mundo en algún momento retoma su ritmo normal y las reuniones en masa empiezan a ser no riesgosas para la vida, espero que haya teatros llenos y que no nos enfermemos, pero realmente…
MP: —Yo no creo igual que vuelva a ser como antes. Creo que se han acelerado los tiempos. De alguna forma todos entendimos los roles que tenemos y los que podemos perder.
NOSTALGIA POR EL PASADO, LA MIRADA HACIA EL FUTURO
En la soledad del teatro la conversación fluye. Y algo queda claro: Mario Pergolini no siente nostalgia por el pasado; Martín Bossi, en cambio, siente que hay cosas valiosas que se han perdido y las extraña. Hablan de música, de tevé, de la nueva forma de consumir, de Tik Tok al Flaco Spinetta, de la gente que ya se dio cuenta de que no es fundamental en su oficina porque todo cambió. El conductor dispara: “Nada será como antes, también para los espectadores y la forma de consumir entretenimiento. No vimos más televisión cuando hubiésemos pensado que íbamos a estar todo el tiempo con la televisión”. El actor se toma la cabeza: “¿Y a vos te gusta? ¿No extrañás la vieja normalidad?”.
MP: —Hoy vemos pantallas, no televisión. No se escuchó más radio, se escuchó mucha menos música. Empezamos a ver otro tipo de cosas. Hagamos streaming, ok. ¿Qué valor le damos a ver algo en vivo? ¿O preferís verlo grabado y bien hecho? Los vivos empezaron a perder. Vamos a tener que repensar el entretenimiento.
MB: —No quiere decir que la evolución sea positiva. Yo hice streaming ¿sí? Y me fue bien en términos de… ¡me inmolo! Si a mí me dicen que esta es la evolución, quiero partir rápidamente. Agradezco, fue hermoso. Pero yo de estar con 1.000 personas a estar con un tecladista mirando una cámara...
MP: —Pero creo que lo hemos entendido mal, porque hicimos lo mismo pensando que la gente lo quería ver a través de una pantalla.
MB: —No, pero yo no hice lo mismo.
MP: —Está bien, pero hiciste un programa, con todo respeto… ¿Por qué lo hiciste por streaming y no hiciste un programa de tele? Todos hemos intentado hacer lo que ya sabíamos y traspasarlo a otras tecnologías. No va a funcionar así. Nadie quiere ver una banda de rock en un video. Ya tenemos YouTube, ya eso lo tenemos.
MB: —No, ¿pero no la quieren ver en vivo, Mario? Te lo estoy preguntando. Si yo no puedo actuar en un teatro con gente mirándola a los ojos, si no puedo dar un beso en vivo... Si esa es la evolución, no cuenten conmigo. Hay una nueva forma de hacer música: ya no se necesita el bajo, la guitarra, se ahorran los autores. Si ves TikTok: “Mami qué tú quieres, aquí llegó tu tiburón…”. Y hace veinte años hubo un pibe que escribió “Muchacha ojos de papel”. Entonces, ¿para qué vas a contratar un autor, si la gente ya no quiere escuchar letras?
MP: —Te entiendo, porque muchas veces digo “Ya nadie está escuchando radio”. Me dicen “qué pena”. Bueno, no sé si es pena. Ya no pasa. No pasa en cantidades. Y vos decís: se está perdiendo Radio Bangkok, o Cuál es. No se pierde. El humano en un punto no puede dejar de generar nuevos talentos, nuevas culturas, nuevos sonidos. Va a seguir. Que no sean bajo los patrones que a vos te enamoraron, entiendo que te va a doler en lo personal.
MB: —Tal vez yo estoy equivocado y tiene el mismo valor…
MP: —Yo viví con Spinetta. Viví. No que fue parte de mi vida, ¡en el mismo departamento! Y cuatro de la mañana golpeaba la puerta y entraba Charly García, que vivíamos con Rozitchner. Yo he vivido todo esto. Yo me he ido de gira con Soda Stereo. Lo he vivido. La verdad, te entiendo. Hoy me decís ¿tiene sentido todo eso? Bueno, no sé, ha cambiado. Lo ves a Ed Sheraan: hizo un tour mundial él solo con la guitarra sin banda, y decís “¿Eh, qué pasa?”.
MB: —Ok, tengo que resignarme a entender que la evolución es que los chicos ahora escuchan un tema de Bad Bunny que dice “si tu novio no te mama el culo…”.
MP: —Cuando vos eras joven, más joven… había otras cosas que también eran masivas y que no te gustaban. Vos no escuchabas Valeria Lynch cuando tenías 15 años.
MB: —Me parece una genialidad Valeria Lynch.
MP: —Está bien, más allá… Yo no entiendo a Duki. Pero no tengo por qué entenderlo. Mi papá no tenía por qué entender lo que me gustaba a mí. Un día vos y yo - yo ya lo estoy siendo-, un día vas a ser pasado. Eso le pasa a todos. Después está cómo lo manejamos. Yo no tengo melancolía y a lo mejor por eso tengo esta relación con la tecnología o con las cosas que van cambiando y no extraño. No quiere decir que no extrañe situaciones que me han agradado, pero creo que pasaron y que tuvieron su tiempo. Yo creo que vos sos melancólico.
MB: —Absolutamente. ¡Pero soy melancólico desde hace 35 años! Creo que han abaratado las cosas, esto es un negocio de arriba. No conviene que haya un Charly hoy. No conviene que un tipo diga “bronca cuando ríen satisfechos”. Conviene abaratar la cultura para que nos puedan manipular más fácil. ¿Dónde está tu rebeldía? ¿Qué pasó?
MP: —¡No, pará: a lo mejor mi rebeldía es ésta! Siempre pensamos que tanta diversidad nos iba a dar una gran paleta de colores. Nos iba a dar gente azul, rojo, verde, fucsia, que nunca habíamos visto. Y lo que estamos viendo es el agua marrón donde se mezcla todo, y eso es lo que se está consumiendo. Yo no creo que esté digitado. Por eso van a tener éxito los que sean cada vez más disruptivos. Porque cada vez la big data nos está haciendo a todos más comunes.
LA POPULARIDAD Y EL FRACASO
El salto a la fama de Bossi fue junto a Tinelli: participó del elenco de Showmatch del 2005 al 2010, y sketches como Gran cuñado fueron la plataforma desde donde pudo mostrar su talento como imitador y actor todoterreno. Aunque en los 90 el conductor y Pergolini tuvieron una competencia cargada de indirectas y siempre fogoneada por los medios, el hoy vicepresidente primero de Boca Juniors dice fantasear con el retiro y reconoce que admira a su antiguo rival: “Hacer éxitos populares no es sencillo. Después está si yo quiero hacer éxitos populares”. También dirá que cambió, que el joven que tenía a los 23 años el 78 por ciento de la audiencia de FM, el de los excesos y que generaba tanto amor como odio ya no existe: “Me putean menos ahora que cuando hacía televisión porque yo soy distinto, cambié mucho: dejé de ser competitivo. Antes lo era a muerte”.
MB: —Mario, mi ego se empezó a colocar mejor cuando comprendí que, si mañana me voy de este mundo, Marcelo en su programa va a decir: “Lamentablemente se fue Martín, vamos a los videos, las mejores imitaciones, cinco minutos, ¡Y ahora baila Luciana!”. Y se terminó, se acabó. Entonces, cuando entendí que yo soy absolutamente prescindible, ahí empecé a ser un tipo mucho más humilde.
MP: —¿Cuál es la mirada que más te importa? ¿La de tu mamá? ¿La de Marcelo?
MB: —La mirada de la gente. Yo al público lo amo mucho. Yo quiero básicamente que me quieran. Sentirme querido. Estoy desesperado por que me quieran. Y si alguien no me quiere es una frustración profunda.
MP: —¿Y tuviste fracasos?
MB: —Contame vos primero, el peor.
MP: —¿El peor de los fracasos? Cuando repetí. Fue la primera vez que dije “Es culpa mía”. No es culpa de nadie más que mía. Estaba en 4to año. Todos los años me llevaba casi todas, el colegio me quería sacar de encima, o yo creía eso. Me quedan cuatro a marzo, te podías quedar con dos. Doy la primera mal, la segunda bien. Doy otra, la doy mal, queda una para definir. Y repetí. Todo mal. Me echaron del colegio porque le pegué al director. Todo mal.
MB: —¿Cómo le pegaste? (Risas)
MP: —Sí, todo mal. Fui ahí… ¿Viste cuando después dicen fue violencia que no te diste cuenta? Voy y le digo: “Me quieren echar”. No sé qué me dice, no me acuerdo, te juro, y le pego un golpe y le parto la nariz. Lo tiro, viste, la nariz encima sangra. Me la acuerdo toda. Todo mal. Pero además faltaban dos semanas para que me dieran el pase a otro colegio. Ir a mi casa y decirles que había repetido y que ese no era el problema más grande (risas). Siempre lo digo, lo he vivido como un fracaso. Yo llevé esto a esta situación. Me lo crucé, con hijos, muchos años después.
MB: —¿Al que le pegaste?
MP: —Pasan muchos años, yo ya tengo a mi hijo Tomás -hoy tiene 27 años, tendría 12- y estoy en un lugar. Caiga quien caiga, programas en el mundo, mi momento. Me toca, me doy vuelta y, apenas lo veo, lo primero que me sale decirle es: “Nunca le pedí disculpas”. Y el tipo se me queda mirando. Me mira y me dice: “¿Su hijo?”. “Sí”. “¿Le contó alguna vez?” Y le digo: “No, porque no hay forma de educar a alguien diciendo que uno hizo eso. Nosotros con la educación hemos sido muy estrictos con nuestros hijos”. Como 20 años después le dije: “No sé qué me pasó”. Al día de hoy no tengo explicación. Y le volví a decir esto: “Lo que sí sentí es que había perdido”. Muy bien el tipo, muy educado, me mira y me dice: “¿Le sirvió?”. Le digo: “Yo creo que sí. No perdí nunca más. Nunca más fracasé por culpa mía”.
MB: —¿Y en la tele nunca fracasaste?
MP: —Sí, pero no los viví como fracasos. He tenido programas que me han durado 10 días, que me echó Romay a patadas en el orto. Para mí la tele no… Me molestaría mucho si me hubiese ido mal en radio. Pero no me pasó eso.
MB: —¿No volverías a hacer tele nunca más?
MP: —No. No tiene sentido. Por la audiencia. Porque ahora voy a tener un público que no entiendo, que es muy adulto. Con códigos que a mí me parece que ya no tiene sentido hacer. No me interesa en lo más mínimo. Yo no puedo creer, a mí me siguen llamando para hacer televisión, y cuando les digo que no, me dicen: “¿Pero no extrañás?”. Y les digo: “¿Qué habría que extrañar?¿Tener 9 puntos?”. Eso es un buen número ahora. A mí no me parece… Como también entiendo que un pibe que hoy tiene 10 millones de seguidores no lo convierte en 70 mil puntos de rating.
MB: —Es distinto y eso confunde. Los seguidores no llenan teatros.
MP: —¿Qué van a decir de vos de acá a 20 o 30 años? ¿Cómo te deberían recordar según todo lo que diste?¿Qué sería justo para todo tu esfuerzo? ¿ O cómo te gustaría que te recuerden?
MB: —Como un curioso con buenas intenciones. De verdad no creo ser recordado, salvo por mi círculo íntimo, porque es todo tan pasajero que “Ah sí, sí, imitaba a Fito Páez, lo vi vestido de mina un día haciendo Kinky Boots”. Y a otra cosa. Pero sí, yo he sido un curioso. ¿Vos?
MP: —¿Cómo me gustaría ser recordado? No te voy a decir que me gustaría no ser recordado, pero que fui honesto. Que todo fue honesto. Incluso las cabronadas. Incluso cuando hice maldades hubo honestidad en esa maldad.
SEGUÍ LEYENDO: