Florencia Peña y Guillermo Coppola apenas se conocen, pero saben que se van a caer bien: “No nos hemos cruzado muchas veces, pero sí las suficientes para darnos cuenta de que teníamos onda”. Sus trayectorias públicas tienen en común el humor que los ha ayudado a vivir, el desparpajo, y una valentía singular para trascender con verdad los episodios en los que su intimidad quedó expuesta. “No tenemos mucho que ver, pero en algunas cosas sí”, dirá ella, a modo de saludo. “Nos vamos a descubrir”, propondrá él, para luego anticipar: “Siento que va a ser una charla muy a corazón abierto y sin careta”. Será el preludio de un ida y vuelta de confesiones y anécdotas de dos seductores natos en donde la actriz y conductora admitirá que sufrió y llegó a tener ganas de morirse por amor, y quien fuera el manager y mejor amigo de Diego Maradona la sorprenderá con una propuesta romántica para otra vida.
NIÑOS PRECOCES
El recorrido comienza en la infancia, una de privaciones que a él lo obligó a salir a trabajar a los 12 años y otra de clase media que cambió cuando ella quiso “cantar, actuar y bailar”. Y claro, un factor común: el haberse adelantado en muchas cosas, también en el sexo, a los amigos de su edad.
Guillermo Coppola: —Yo nací en un barrio, en Constitución. Vivíamos mamá, papá, mi hermano, mi abuelita ciega y yo. Cinco en un cuarto, 4x4. Letrina fuera del cuarto. O sea, no conocí el inodoro hasta los 8, 10 años. ¡Y la vida me llevó a Rusia a conocer un inodoro con un tablero que le faltaba masajes en la…! Porque tenía todo: vapor, enema, agua fría, agua caliente… Florcita, ¿y vos dónde naciste?
Florencia Peña: —Nací en Barrio Norte. Una infancia tranqui, con mi mamá, mi papá, mi hermana. Clase media trabajadora. Lo que pasó es que a los 7 años, supe que quería cantar, actuar, bailar. Le pedí a mi madre que me lleve a un casting, y me miró y me dijo: “Tenés 7 años, ¿vos estás segura?”. Se ve que sintió que mi deseo era real, y me llevó. Me eligieron en ese primer casting y nunca más paré. ¿Vos a qué edad empezaste a trabajar?
GC: —A los 12 años en casa hacía falta… Fui a una farmacia y me ofrecí de cadete. Me quedaba con las propinas, el sueldo se lo daba a mamá. A los clientes de la farmacia que no me daban propina, les ofrecí fruta, sin ser vendedor de fruta… Tuve de chiquito esa inquietud por superarme, por no depender de los viejos, que tenían necesidades. Los tres meses que no tenía clase, me mandaban a Mar del Plata a trabajar en la temporada. Era carpero, barría la playa, cosas que se hacían. Y me enloquecían las mujeres: Mar del Plata es una ciudad que amo porque tuve mi primera relación sexual, a los 12. Desde esa edad ya empecé con ese deseo desenfrenado de la conquista. ¿Y a vos, Florchi, el deseo cuándo se te despierta?
FP: —Y... también de chica, porque claro, imaginate que yo empecé a los 7 años a trabajar, ¡a los 13 parecía de 42! (risas). Pensá que yo a los 14 ya era “la pechocha”, tenía unas tetas de este tamaño. Tuve mi primera vez a los 14 y no le podía contar a nadie, porque algunas de mis amigas todavía ni se habían besado… ¡y yo ya había avanzado veinte casilleros! Bueno, ahí empezó una carrera desenfrenada (risas).
GC: –A mí me pasaba lo mismo. ¿A quién le contaba? En casa de mi tía trabajaba una chica que era mi amiga, joven, y yo la espiaba cuando se bañaba. Le preguntaba: “¿A qué hora te vas a bañar?”. Me decía: “¿Por qué?”. Yo creo que sabía… Tendría diez años más que yo. Yo era chiquito. Estaba por cumplir 12. Muchos años pensé dónde estará, para agradecerle. Porque me fue llevando. “Mirá, vamos a hacer así, vos me ves”. “Primera vez”, le dije. Aparte bueno, me orientó, me guió hasta llegar… Fue el inicio de una carrera que nunca más paré.
PAREJA, MONOGAMIA Y DECONSTRUCCIÓN
En esa carrera en la que ambos se reconocen como dos conquistadores, el galán “de otro tiempo” que es Coppola terminará por pedirle ayuda a Peña para entender los nuevos códigos en una era en que el feminismo puso en cuestionamiento su viejo manual de seducción.
FP: –A vos te debe pasar, uno tiene una naturaleza sexual y es como que conquista, conquista, conquista...
GC: —Hoy estoy en pareja, mi señora sabe, o sea, me conoció de esta forma. Entonces sabía.
FP: —Yo ahora ya estoy más libre y tengo un pensamiento mucho menos ortodoxo de la pareja porque me hice cargo de que no creo en la monogamia, pero me costó un montón, porque yo decía ¿por qué estoy tratando de tener una pareja monógama si tengo otras necesidades? El amor no se desvirtúa porque uno sienta atracción sexual por alguien. Uno puede tener un gran amor y muchas parejas sexuales ocasionales. Por ahí en tu caso vos sentís que sos un tipo que te gusta conquistar y que te gustan las mujeres...
GC: —Me gusta caer bien, me gusta ser bien recibido. Yo no paré de tratar de decir las cosas, de poder hablar. Sucede con las parejas, con los hijos.
FP: —Tenés buena relación con tus ex.
GC: —Con todas, producto de esto que estamos hablando, Flor, de decir las cosas. A mí me encanta escucharte, y ahora, tenerte así, mirarte… ¿te falto el respeto si te digo que me encantás?
FP: —Pero no, claro. Pero viste que ahora cambió un poco eso. Vos tenés la galantería del antiguo.
GC —Pero hoy siento por ahí que a la mujer la pone en un papel…
FP: —Yo soy feminista porque creo en la igualdad. No matar al hombre. A mí me encanta tener un hombre que me abre la puerta del auto, no me siento inferior por eso. Me parece que en el feminismo también hay mucho para conversar. Como mujer te digo, lo único complejo de entender en este momento es tener un hombre al lado que no me deje ser quien soy. Que entienda que si yo quiero mostrar mi cuerpo lo voy a mostrar, que si quiero hablar como hablo lo voy a decir, que si me quiero poner una pollera lo tiene que respetar.
GC: —Total. Yo, por ejemplo, conozco a la Yuyito. La mujer que había visto en los broches de puestos de diarios en una revista Playboy. Con poca ropa o sin ropa. Empezamos a salir. Yo tenía una relación con una chica de origen turco, los padres muy chapados a la antigua. Conozco a la Yuyo en el 84 y me deslumbro. Entonces le hago el planteo a la chica con la que salía, le cuento: “Mirá, Amelia, me pasa esto”. Me dijo: “Solo te pido una cosa, casémonos”. Le digo: “¿Cómo casémonos?”. “Sí, porque mis padres me castran. Saben que nosotros tuvimos relaciones. No me van a dejar salir más con nadie. No voy a poder trabajar más...”. Bueno, ¿qué hice?
FP: —Te casaste.
GC: —Me casé. Pero la Yuyo no sabía. Hago todo un casamiento frente a Rond Point, Figueroa Alcorta y Tagle. Vienen los turcos de Turquía. Fiesta. Hugo y Nacha Gatti, cómplices. Y muchos sabían que yo estaba viviendo una relación paralela con la Yuyo. Pleno momento de ella de Sofovich, El Champagne las pone mimosas. Hicimos la fiesta un sábado porque la Yuyo tenía tres funciones en el Tabarís.
FP: —(Risas) O sea ella ni enterada y vos casándote.
GC: —¡No! Yo, traje, fiesta. Nacha, la señora del Loco Gatti: “Bueno, los novios se van”, porque la hora se me iba. Me salía la Yuyo del teatro. Entonces llevo a Amelia hasta la casa. Llego a Corrientes y Esmeralda, al Tabarís, sale la Yuyo, con esos tacos… Me ve vestido de traje. Tres de la mañana, ¿dónde iba a ir? Me dice: “¿Por qué te vestiste así?”. “Porque te vengo a ofrecer matrimonio”.
FP: — ¡No me digas! (risas)
GC: —Pero te quiero decir hasta dónde yo respetaba. Porque a esa chica después la ayudé mucho. Y esa misma noche le pido a la Yuyo tomar un café y le dije lo que había… Me amó más. Me dijo: “No lo puedo creer. ¿Cómo no me lo dijiste?”. Esas son mis actitudes para con las mujeres.
EL DOLOR, CÓMO SOBREPONERSE Y UNA DECLARACIÓN
Será el único momento en que se quiebren, justo ellos, que siempre apuestan al humor: cuando se cuenten cuánto sufrieron por amor. Amor de pareja y, en el caso de Coppola, el amor por Diego, “el gran amor”, la “pareja sin sexo”, como él mismo lo define. La pregunta la hará él: “Flor, ¿sentiste alguna vez una pérdida de una relación con la que te hayan quedado cosas por hacer o por decir que haya sido un golpe fuerte?”.
FP: —Creo que la primera así que fue de trompazo fue mi separación con mi ex marido, con Mariano (Otero), con el papá de mis dos primeros hijos. Ahí pensé que me moría. Nunca pensé que iba a sufrir tanto una pérdida. Sentí como que me habían arrancado una parte del cuerpo. Yo era brava, fui brava, pero un día él me miró y me dijo: “Hasta acá”. A mí, que nadie me deja. “¿Cómo hasta acá?” “Sí, hasta acá, hasta acá. Ya está”. Y ahí empezó mi remada… Se fue de casa y nunca más volvió. Yo pensé que me moría. Empecé a sentir que no tenía ganas de vivir. Tenía un acompañante terapéutico, lloraba todo el día.
GC: —¿Cuántos años pasaron ya?
FP: —Y ahora llevo casi ocho con esta relación nueva. Once años pasaron. En el medio se filtró mi video.
GC: —¿Eso te molestó? ¿Te afectó?
FP: —Me re afectó, como mujer que alguien filtre un acto sexual íntimo fue muy doloroso. En una época donde el feminismo todavía no estaba como ahora en la calle, me sentí un poco sola porque medio que me culpaban a mí. Creo que ahí, después de mucha terapia, dije “si yo soy una mujer muy sexual, ¿por qué me avergüenza?”... ¿Y vos, cuál fue tu gran dolor?
GC: —Bueno, sacando la familia, Diego, el gran amor. Dijeron “amantes” hablando de nuestra relación, “porque Coppola lo ha dicho”. No, yo siempre dije que éramos una pareja sin sexo. Hemos compartido, nos chocamos la cabeza en más de una oportunidad. Pero no se dio. Y si se hubiese dado, lo hubiese dicho. ¿O tengo que rendirle cuentas a alguien de lo que hago con mi vida? Sí, lo amé profundamente y para mí fue, te diría, una de las pérdidas más fuertes en mi vida. Está caliente todavía.
FP: —¿Lo extrañás? ¿Hacía mucho que no lo veías?
GC: —No, lo vi en febrero, cancha de Quilmes, primer partido de la Copa Argentina. Nos abrazamos. Llamaba. El día del velatorio de su papá, hace un par de años largos, me llama para que esté porque Don Diego me amaba. Me hace llevar la manija del cajón de su padre. O sea, después de esas diferencias que tuvimos, “me robó la plata de mis hijas”, no me interesó nada, si yo sabía que no era así. Era un hombre herido al que su gran amor lo había abandonado. Entonces me tenía que enmierdar, y me lo anticipó. “¿Qué podrá decir si las vivimos todas y las dijimos todas?”, pensaba yo. “Me robó la plata de mis hijas”. Fue un golpe fuerte. Le demostré que no era así: las diferencias que tuvimos las resolvimos delante de un juez. Voy a darle la mano y él me dice: “¿La mano me das?”. Yo no sabía qué hacer. Era mi pareja. Era el gran amor. Nos despedimos así. Él en una piedra y yo en otra. “Yo te voy a seguir amando, pero no te des vuelta porque no te vas”. Mirá la seguridad que tenía. Me dijo: “Donde te das vuelta, no te vas a ir y vos decidiste irte. Yo te voy a seguir amando”. Entonces giré y tuve que caminar veinte metros. Me hubiese dado vuelta cuarenta veces. Pero dije: “Donde me doy vuelta, no me voy”. Y seguí, seguí, seguí. Lo vi en febrero. Lo vi en marzo. Hablé un par de veces por teléfono. Julio. Lo llamé para su cumpleaños, que salió ahora que estaba tan mal, y no pude hablar. Esa pérdida es muy fuerte, muy fuerte. Éramos Starsky y Hutch. Nu y Eve.
FP: —La sensación que se veía de afuera era como que nunca le iba a pasar nada. Había salido de tantas ¿no? Te quería preguntar porque te vi...
GC: —Lo que quieras. Vos me podés preguntar lo que quieras.
FP: —Ya sé que te puedo preguntar lo que quiera. No voy a abusar de eso (risas). Sé que me contestarías todo.
GC: —Quiero que abuses de mí (risas).
FP: —No, hablando de Diego, me pareció muy fuerte verte llevar el cajón. Pensaba qué te pasó en ese momento.
GC: —Cuando sucedió, primero no lo podía creer. Estaba al aire en la radio y de repente Guido (Kaczka) hace el comentario: “Guillermo, ¿estás ahí?”. No se animaba. Se confirma y, bueno, terrible, llanto. Después, el velorio. Me puse a disposición de las chicas, que se criaron con uno. Bautismos, comuniones, cumpleaños, colegio. No me olvido. Esa Claudia que iba y venía, llevaba y traía y tenía además a Diego que era un hijo más. Porque no era fácil, no era fácil ser Maradona y no era fácil estar con Maradona. Se me caían las páginas del libro, pum, pum, pum. No podía creer. Bueno, llega el velorio. Lo que pasó superó todo lo imaginable. Llega el entierro. Grupo familiar. Sus cinco hermanas. Su hermano Lalo. Hugo no vino porque estaba en Italia y no llegó. Sus sobrinos. Sus cuñados. Verónica Ojeda, la mamá de su hijito último, de Dieguito Fernando. Llega el momento de la manija, yo estaba ahí, fui al cajón. Sentí que lo tenía que acompañar hasta el último momento. Agarro la manija y me doy cuenta de que Jana queda detrás mío y que el marido de Dalma queda sin manija. Entonces me aparto dando lugar y una voz que dice: “Nadie mejor que vos para llevar esa manija”. ¿Querés que te diga? Sentí que era él. Te estoy contando y sentí que era él (se quiebra y llora). La agarro con fuerza. Estaban sus hijas, el cajón era pesado. Iba caminando y lo iba puteando. “Me fallaste, hijo de puta, me fallaste porque vos me ibas a llevar a mí”. ¿Entendés? Nosotros en esas charlas de amigos nos prometimos que él me iba a acompañar hasta el final y fue al revés. Por eso le agradezco a la familia, a toda. Sus hermanas. Pueden tener diferencias. A Dalma, Gianinna, Jana. A Claudia. A todos los que ahí estaban que me permitieron no soltarle la mano hasta que lo pusimos en ese hueco.
FP: —Pero ahora está acá. Lo llevás con vos. Sos tan genial contador de anécdotas que ahora más que nunca las anécdotas de Diego se van a resignificar. Uno se sobrepone también...
GC: —Hablando de sobreponerse, ¿cómo hiciste vos para sobreponerte de lo de Mariano?
FP: —Me llevó dos años. Y un poco más ya con mi nueva relación… De hecho, me enamoré de un tipo que vivía lejos, no tenía intenciones de volver a convivir. Me puse de novia con Ramiro que vivía en Salta. Vivíamos separados y estaba buenísimo para mí porque yo tenía a mis dos hijos, podíamos hacer cada uno lo que tenía ganas. Y empezamos a construir una relación muchísimo más libre que la que yo había tenido y mucho más parecida a quien soy yo.
GC: —Total, te lo iba a decir. Ahora se me ocurre preguntarte, a ver, Florencia Peña, hermosa, potente, luchadora, entera, actriz, conductora, ¿qué hubieses sido si no fueras esta que estoy viendo hoy acá?
FP: —Yo en esta vida, porque creo en la reencarnación, vine a esto. No vine a otra cosa que a… creo que quizás mi gran título es ser comunicadora y dentro de ese paraguas está la actriz, está la conductora. Pero yo me siento una comunicadora. Vos también sos un gran comunicador. Podemos llevar las vivencias y lo que nos pasa y lo que vivimos y que mucha gente lo escuche y lo asimile. Y eso es un don. ¿Vos qué hubieras sido?
GC: —¿Te lo digo?
FP: —Sí.
GC: —¿A calzón quitado?
FP: —Sí.
GC —Hubiera sido tu pareja sin dudarlo un segundo.
FP —(Risas). Yo tengo una frase que me encanta cuando me encuentro con personas como vos, que podríamos haber sido algo en algún momento pero no sucedió, que es “ya estamos vencidos”. Pero no vencidos en la vida… A mí me encanta escucharte, siempre me gustó. Creo que nos hemos cruzado no muchas veces, las suficientes para darnos cuenta de que teníamos onda.
GC: —Vos recién dijiste: “En mi próxima vida”. Yo en mi próxima vida quisiera seguir siendo mi amigo. Porque los amigos para mí son la base de esto que ves. Estar entero. Estar vivo. De los logros –muchos, pocos– que tuve siempre fueron los amigos. Entonces esta frase es de ellos para mí, pero me la hacen creer: en mi próxima vida yo querría ser mi amigo.
SEGUÍ LEYENDO: