Para varias generaciones, el retrato definitivo del Hombre de Acero es y será Christopher Reeve. El carismático actor era una promesa del teatro cuando decidió “rebelarse” a los consejos de sus maestros puristas y audicionar para la arriesgada película que, a finales de los 70s, intentaría que un personaje de comics cobrase vida en la pantalla grande.
Y ese filme, Superman (1978), se convirtió en el primer gran giro en la vida de Reeve. El segundo hito, que cambió su destino por completo a los 42 años, fue un accidente mientras practicaba uno de sus pasatiempos favoritos: la equitación.
Esa caída, que estuvo a milímetros de matarlo, lo dejó tetrapléjico. Pero, las circunstancias también lo convirtieron en un símbolo de la perseverancia y el activismo para las personas con discapacidad.
En el documental Super/Man: la historia de Christopher Reeve, la familia Reeve confió sus recuerdos y grabaciones hogareñas a los directores Ian Bonhôte y Peter Ettedgui. El resultado es una obra sincera, que no teme detenerse en el dolor, las debilidades y los errores. “Tuve que romperme el cuello para aprender algunas de estas cosas”, admitió el propio Reeve en una grabación de archivo.
Estas son algunas revelaciones que detalla la película estrenada en cines de Argentina este 24 de octubre y que llegará a México y Perú el jueves 31.
La relación con su padre
Christopher Reeve nació en Nueva York en un entorno privilegiado, pero su vida familiar estuvo marcada por el divorcio de sus progenitores. Su padre, Franklin D. Reeve, fue un reconocido poeta y académico, carismático y atlético, pero también distante y dominante.
“Pensé que nunca podría hacer algo que lo impresionara”, se le oye decir a Christopher en el documental. “Era difícil ser yo mismo, o incluso respirar tranquilo cuando él estaba cerca”.
Una anécdota detalla la reacción que tuvo el patriarca cuando se enteró que su hijo había sido contratado como Superman. Aunque inicialmente celebró con champagne, se decepcionó a los segundos al descubrir que se trataba del personaje de comics y no de la obra de teatro Man and Superman de George Bernard Shaw. No era un proyecto lo suficientemente serio para él.
A lo largo de su vida, Reeve se propuso ser un padre distinto, decidido a evitar las mismas exigencias que había sufrido. Sin embargo, con el tiempo trasladó mucho de ello a su propia familia.
Matthew Reeve, el mayor de sus hijos, lo describió como alguien intenso “No podías equivocarte y renunciar. Era como ‘si lo intentas y fallas, lo intentas más duro’”, explicó. Mucho de su relación paternal giraba en torno a actividades físicas y los deportes. El les hacía saber que los amaba, pero no había mucha cercanía emocional hasta el momento del accidente.
“Él llegó a conocernos como personas solo después”, recordó Matthew. “La forma en que comenzamos a compartir el tiempo cambió por completo. Las circunstancias nos obligaron a sentarnos y hablar”.
Su ruptura con Gae Exton
“A él no le hubiera gustado ser visto a través de una perspectiva edulcorada. A él le habría gustado arte, cine, una narrativa fáctica y completa. Y eso es lo que tenemos”, declaró Will, el hijo menor, a The Associated Press. “Para nosotros es importante ser honestos, crudos y vulnerables, y ofrecer una visión de 360 grados de una vida muy humana y una familia muy humana”, añadió.
En el documental, sus propios hijos reconocen que uno de los defectos de su padre era su temor al compromiso. Y ahí se aborda la relación de 10 años que tuvo con Gae Exton, una ejecutiva de modelaje que conoció en Inglaterra, mientras rodaba las dos primeras películas de Superman.
Fruto de este romance, tuvieron dos hijos, Matthew (que nació en 1979) y Alexandra (que nació en 1983). Sin embargo, en 1987, Reeve pidió un tiempo a su pareja y disolvió la relación.
Él ya era una superestrella y se sentía inevitablemente atraído por los placeres de Hollywood. Ella tuvo la custodia de sus hijos y Reeve los visitaba ocasionalmente.
Inicialmente, Exton no deseaba ser entrevistada para el documental, pero los directores lograron convencerla “a través de los nietos”. Al ver su testimonio en la película, es notorio que esos recuerdos todavía la afectan.
Para su hija Alexandra, la participación de su madre fue un acto de valentía. “Fue hermoso oírla contar la historia de amor de su propia relación. Y luego cómo continuó ello, incluso después de estar separados. El hecho de que nuestra familia sigue estando muy unida, porque nos dieron este regalo de dos padres unidos incluso tras su separación”.
Dana Reeve le salvó la vida
Cuando el accidente le quitó la movilidad de su cuerpo, Christopher Reeve pasó por duros momentos de depresión. En el documental, se le oye relatar las pesadillas que tenía y los pensamientos que lo atormentaban cuando se enteró de su condición.
Uno de esos primeros días despierto, el actor verbalizó su intención de desconectarse. “Quizá tengamos que dejarme ir”, le dijo a su esposa Dana. Ella le contestó: “Sigues siendo tú y te amo”.
“Esas palabras me salvaron la vida”, recordó el actor.
Dana Reeve, cantante y actriz, fue parte integral de la transformación de Reeve incluso antes de su caída del caballo.
Christopher la conoció poco después de separarse de Exton, y quedó profundamente enamorado. Ambos compartían los mismos pasatiempos y la calidez de Dana la hizo incluso cercana a Matthew y Alexandra.
El actor, después de pasar por terapia para superar su temor a casarse, le propuso matrimonio en 1992, cuando ella estaba embarazada de Will.
Tras el accidente, Dana fue un pilar firme en la familia y se dedicó a tiempo completo al cuidado de su esposo. Cuando ambos notaron las limitaciones que enfrentaban las personas con lesiones en la médula espinal, comenzaron una jornada de activismo dedicada a mejorar la calidad de vida de estos pacientes.
Así nació la Fundación Christopher y Dana Reeve, con la meta de impulsar la investigación científica y visibilizar las necesidades de las personas con parálisis. El actor encontró aquí su nuevo propósito de vida, que abrazó con esperanza hasta sus últimos días.
El documental también aborda lo difícil que fue todo este proceso para Dana. Su hijo Will encontró un poema escrito por ella en su diario, versos que describen lo mucho que extrañaba los abrazos de su esposo.
Ella falleció de cáncer en 2006, solo 18 meses después de que Christopher Reeve perdiera la vida por una insuficiencia cardíaca.
Anécdotas de amistad y perseverancia
Super/Man: la historia de Christopher Reeve también incluye declaraciones de celebridades cercanas a Reeve como Susan Sarandon, Glenn Close, Whoopi Goldberg y Robin Williams, su compañero de cuarto en Juilliard y mejor amigo.
Williams y su esposa también contribuyeron financieramente con el cuidado de Christopher, quien tenía que estar conectado permanentemente a un respirador artificial. Ellos también le donaron una minivan adaptada para que pudiese movilizarse fuera de casa, un vehículo que lo ayudó a concretar una memorable aparición pública en los premios Oscar de 1996.
Había mucho temor cuando se le ofreció a la familia un espacio en la ceremonia como un invitado secreto. ¿Qué pasa si se le desconecta el oxígeno? ¿O si tiene un espasmo y nadie lo puede ayudar en el escenario?
Con todos esos miedos, ese momento de ovación no solo fue definitivo para la audiencia que extrañaba a Reeve como su superhéroe. “También fue importante para él, probarse que era capaz de salir al mundo. Literalmente algo tan básico como hacer cosas, viajar y no estar confinado en su propia casa el resto de su vida”, explicó su hijo Will a New York Times.