“Hay muchas personas con problemas de salud mental que no están recibiendo la ayuda que necesitan, y creo que eso es un problema en nuestra industria”. Esta fue una de las declaraciones más importantes que Liam Payne enunció y que mejor reflejaban el estado anímico que arrastró durante varios años.
Liam Payne murió a los 31 años el pasado 16 de octubre tras caer de un balcón mientras se encontraba en Argentina. Tras su muerte, el caso del exintegrante de One Direction, vuelve a abrir el debate sobre los efectos de la fama en jóvenes artistas. Y es que Payne ya había abordado el tema en diversas ocasiones a lo largo de su vida y hoy más que nunca vuelve a servir como un llamado de atención sobre la importancia de la salud mental, además de los excesos y adicciones que trajo consigo su ascenso a la fama.
Desde su infancia en Wolverhampton hasta su transformación en estrella pop, Payne vivió una vida llena de contrastes, donde ser reconocido como uno de los cantantes de una de las boy bands más famosas del mundo, no solo trajo consigo la admiración de millones de fanáticos, sino también desafíos que fueron desde su vida personal hasta su carrera artística.
El niño de Wolverhampton que cambió su “Dirección”
Liam James Payne nació el 29 de agosto de 1993 en el New Cross Hospital de Wolverhampton, Inglaterra. Desde sus primeros años, su vida estuvo marcada por desafíos de salud significativos: a los tres años, sufrió problemas renales que requirieron múltiples pruebas y tratamientos, incluyendo 32 inyecciones diarias. A pesar de estas dificultades, Payne mostró una notable resiliencia y un fuerte deseo de sobresalir en diversas áreas.
Durante su infancia, se destacó en el deporte, particularmente en el atletismo. Se unió al Wolverhampton & Bilston Athletics Club, donde, durante tres años, se posicionó entre los mejores corredores de 1500 metros de su grupo de edad en el país. Sin embargo, no todo fue sencillo. Para enfrentar el acoso escolar, Payne comenzó a tomar clases de boxeo a los 12 años, una decisión que reforzó su carácter y determinación.
A esa misma edad, debutó en el mundo del espectáculo con la Pink Productions Theatre Company, donde interpretó a Tony Manero en Saturday Night Fever. Su talento también se evidenció cuando se presentó ante una multitud de 26,000 personas durante un partido de fútbol de los Wolverhampton Wanderers. Así, su evidente versatilidad para el deporte y el arte empezaban a oler la fama y a generar más ambición en aquel muchacho adolescente.
El camino hacia la fama comenzó en 2008, cuando hizo una audición para la quinta temporada de The X Factor. Aunque no avanzó más allá de la etapa de Boot Camp, el reconocido jurado Simon Cowell lo alentó a regresar en dos años. Hasta ese entonces, Liam era un chico bastante ejemplar, hijo de una enfermera infantil llamada Karen Payne, y un montador mecánico llamado Geoff Payne. Pero dentro de dos años más, su vida cambiaría de dirección radicalmente.
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En 2010, Liam volvió al programa y tras interpretar “Cry Me a River” de Michael Bublé, capturó la atención de los jueces y del público, pero su destino cambiaría gracias a una sugerencia de Nicole Scherzinger, quien le recomendó que se juntara con otro grupo de chicos cantantes. Así, se unió a Harry Styles, Niall Horan, Louis Tomlinson y Zayn Malik, formando lo que más tarde sería conocido como One Direction.
La banda rápidamente ganó popularidad en la TV, alcanzando el tercer lugar en The X Factor. Su primer sencillo, “What Makes You Beautiful”, lanzado en septiembre de 2011, se convirtió en un éxito internacional, marcando el inicio de una era dorada para el grupo. La boy band no solo redefinió las expectativas para los grupos juveniles, sino que también logró hitos históricos, como ser el primer grupo británico en debutar un álbum en el número uno en Estados Unidos gracias a “Up All Night”.
El precio de la fama, el amor y la adicción
La fama de One Direction era el sueño de cualquier joven estrella; sin embargo, el éxito temprano de Payne trajo consigo una presión constante que iría creciendo poco a poco. A medida que la banda escalaba, la vida de Liam se convirtió en una serie de hoteles y giras, donde el alcohol estaba fácilmente disponible.
En una entrevista, el cantante contó que, para evitar líos nocturnos durante las giras, “la mejor manera de asegurarnos era encerrarnos en nuestras habitaciones, y ¿qué hay en la habitación? Un mini-bar”. Este estilo de vida lo llevó a lo que él llamó una “fiesta para uno”, donde el estrés y la presión de ser una estrella pop se solucionaban con la bebida.
La boy band estuvo junta seis años luego de tocar el techo y dar la vuelta por el mundo con su música. Sin embargo, cuando la banda se separó en 2016, la industria musical había cambiado completamente y eso representó un peligro para cada uno de sus integrantes fuera del conjunto, especialmente para Liam.
Mientras que otros miembros, como Harry Styles, encontraron un camino claro en la música pop contemporánea después de la separación, Payne se topó cara a cara con la industria musical en su intento de establecer una carrera en solitario. Su álbum debut, “LP1″, lanzado en 2019, no fue lo que el mundo esperaba, por lo que recibió críticas mixtas y se percibió como una oportunidad perdida para capitalizar el fervor de los fanáticos del grupo que le dio la fama mundial.
Ese mismo año, describió su miedo tanto al éxito como al fracaso tras dejar atrás One Direction: “Fue como pasar por una especie de jubilación anticipada... es tratar de descubrir quién eres, cuál es tu propósito”. Durante este periodo de tiempo, el artista contó que se sometió a diversas terapias y encontró apoyo en figuras como el comediante Russell Brand, quien lo ayudó en su camino hacia la sobriedad.
Sin embargo, la batalla de Liam no terminó ahí. A pesar de sus esfuerzos, su lucha con el alcohol continuó, especialmente durante la pandemia del COVID-19. En 2021, mencionó que la soledad lo había llevado a un terreno oscuro: “He estado en un mal lugar, definitivamente ha estado en el menú un par de veces en mi vida”.
La vida amorosa de Liam y sus últimos días
No solo fue el alcohol y las fiestas lo que afectaron a Liam, sino también el hecho de llevar toda su vida amorosa ante el ojo público. Desde 2010 hasta finales de 2012, salió con la bailarina Danielle Peazer, seguido por una relación con su amiga de la infancia, Sophia Smith, entre 2013 y 2015; aquellos fueron romances juveniles que nunca lograron escalar a algo más maduro.
Su relación más destacada fue con la jurado de The X Factor, Cheryl Cole, con quien tuvo a su hijo Bear en marzo de 2017, pero la pareja anunció su separación en 2018. En una ocasión, Liam habló sobre cómo su separación de Cole y su primogénito también afectaron su salud mental: “Me siento solo si no puedo ver a Bear durante unos días. Parece que tengo todo, pero hay tantas partes que faltan”.
Posteriormente, Liam fue vinculado románticamente con la modelo Naomi Campbell y luego con Maya Henry, con quien se comprometió en agosto de 2020, aunque su relación también terminó en múltiples ocasiones y nunca llegó a consolidarse en el matrimonio. Desde octubre de 2022, estuvo saliendo con la influencer Kate Cassidy, su última pareja y de las últimas personas en verlo antes de su muerte.
En 2023, Liam compartió que había pasado 100 días en un centro de rehabilitación en Louisiana y celebró seis meses de sobriedad compartiendo un video en redes donde decía: “Sentí que tenía más control sobre la vida y todo lo que se me escapaba”. Este renovado compromiso con la sobriedad fue un paso crucial para él, pero no estuvo sin desafíos.
Lamentablemente, su salud continuó teniendo altibajos, y en agosto del mismo año, tuvo que ser hospitalizado de emergencia por una infección renal, lo que llevó a su madre a expresar su preocupación: “Estamos todos muy preocupados por él, pero solo tenemos que seguir adelante”.
Liam Payne se encontraba en el hotel Casa Sur en Buenos Aires, Argentina, cuando ocurrió su trágica muerte tras caer desde el tercer piso del lugar. A pesar de los esfuerzos médicos, fue declarado muerto en el mismo lugar.
Antes de su muerte, diversas fuentes aseguraron que Liam Payne tenía un comportamiento errático por el alcohol y las drogas. La policía también encontró varias sustancias en su habitación, mientras que las pruebas forenses continúan. Todo indica que, a pesar de sus esfuerzos, Liam nunca pudo escapar de sus múltiples demonios.