El glamour y la fama a menudo esconden realidades turbulentas que muchas celebridades prefieren ocultar. La vida pública de figuras como Demi Moore, Jennette McCurdy, Drew Barrymore, Whoopi Goldberg y Matthew Perry han revelado capas oscuras que van más allá de las luces brillantes de Hollywood.
A través de sus autobiografías, estas estrellas han compartido experiencias personales de abuso, adicciones y relaciones familiares tóxicas que marcaron sus vidas desde una temprana edad.
Demi Moore sufrió de abuso sexual
“¿Qué se siente cuando tu madre te prostituye por 500 dólares?”, se preguntó Demi Moore en sus memorias Inside Out, que fueron publicadas en 2019. Durante su infancia y adolescencia, Demi y su madre vivían de mudanza en mudanza. Su crianza fue notablemente inestable por la drogadicción de su progenitora y las deudas que las perseguían a donde fueran.
A los 15 años, conoció al hombre que abusaría de ella ante la indiferencia y descuido de su madre: Val Dumas. “Durante muchos años ni siquiera consideré que fuese una violación. Me convencí de que yo había provocado la situación. En mi mente de chica de 15 años, me merecía lo que había pasado”, admitió la actriz en su libro y agregó que el agresor era un “seductor nato”... al principio.
La agresión ocurrió después de que él, un hombre adulto, intentara amigablemente acercarse a Moore, una adolescente que aún cursaba en el instituto. Le repetía que era “un amigo de la familia”, pero ella siempre tendió a sentirse incómoda en su presencia. Entonces, Demi regresó de clases una tarde y él la estaba esperando en el living. No había atisbo de su madre por ninguna parte.
“He preferido omitir la secuencia de hechos y los detalles de todo lo que ocurrió desde que abrí la puerta principal, o las dudas que me surgieron sobre si había sido mi madre quien le había dado una llave, o la sensación de estar atrapada en mi propia casa con un hombre que me triplicaba la edad y me doblaba el tamaño, e incluso que me violara”, confesó.
Finalmente, Demi Moore relató que se sintió obligada a cumplir con entregar su cuerpo “porque eso era lo que ese hombre esperaba de mí, lo que yo había permitido que esperara de mí”. En las páginas siguientes, reconoció que posterior a la violación por parte de Val Dumas se había convertido “en la presa perfecta para cualquier depredador”, y prefirió callarse y guardar el secreto en un contexto tan nocivo que solo la hacía sentir que todo era su culpa.
Así, para culminar la narración de esta dolorosa experiencia, la estrella de Ghost respondió a su pregunta inicial de “¿qué se siente cuando tu madre te prostituye por 500 dólares?”: “Te sientes huérfana”.
La tóxica relación de Jennette McCurdy y su madre
Me alegro de que mi madre haya muerto, el libro autobiográfico de la ex estrella juvenil Jennette McCurdy, fue un éxito en ventas tras su lanzamiento en 2023. McCurdy saltó a la fama por integrar el elenco principal de iCarly, la exitosa serie de Nickelodeon creada por Dan Schneider, a quien no menciona de manera literal en sus memorias por el acuerdo monetario que ella y más actores mantienen hasta el día de hoy con la cadena televisiva.
Jennette proviene de un hogar mormón y con problemas económicos. Debra, su madre, lidió con el cáncer durante gran parte de su crecimiento y la relación entre ambas es lo que más se aborda entre las páginas de su libro (como indica el mismo título).
Desde muy pequeña, la hizo sentir culpable por no ser una hija ideal, no ser lo suficiente bonita, no ser una buena actriz; afectando notablemente su autoestima, su vínculo con los demás y, por último, su gusto por la actuación. Aunque no parecía serlo en su rol de Sam Puckett para la recordad comedia, era una chica bastante tímida y con problemas para relacionarse.
Entre las anécdotas más duras que McCurdy expone en su libro, confesó que su madre la bañaba hasta los 17 años porque no confiaba en su higiene y la obligaba a ducharse con su hermano. Además, siempre revisaba sus partes íntimas, senos y vulva, con la excusa de advertirle sobre un posible cáncer. La solución de la actriz ante esta rutina traumática era disociar: volar hacia Fantasyland.
Sobre su tiempo como estrella adolescente, describe a un hombre bajo el apodo de “El Creador” en Me alegro de que mi madre haya muerto. “Tenía dos caras distintas”, escribió, referenciando a su faceta generosa y la otra mucho más controladora. Más tarde, Jennette McCurdy identificó la hipocresía detrás de los cumplidos en el set, porque en cualquier momento podía darle la espalda. Según contó, la dinámica entre ella y este hombre era muy similar a la que tenía con su madre.
Drew Barrymore ya era adicta a las drogas a los 13 años
En 1990, la estrella en ascenso Drew Barrymore lanzó su autobiografía bajo el título Little Girl Lost. Para ese entonces tenía 15 años y ya había salido de rehabilitación dos veces. En su libro cuenta que, a las 11 años, ya había fumado marihuana y comenzó posteriormente con la cocaína en sus salidas al club Silverlake.
“Nos desmayábamos y nos quedábamos dormidos en el balcón durante horas, y después nos despertábamos con dolores de cabeza monumentales por la combinación del alcohol y de haber estado acostados al lado de los parlantes”, escribió la actriz. Se acostumbró a frecuentar a este tipo de lugares, ya que su madre acostumbraba llevarla a alocadas fiestas desde que era una niña.
Drew lucho con todas sus fuerzas para mantenerse sobria, y evitar ser un nuevo caso de fracaso y objeto de burla de Hollywood. Una vez que se convirtió en una adulta, comenzó a dar importancia a algo que ellos nunca le habían enseñado: respetarse a sí misma.
En un segundo libro que publicó en 2015, Wildflower, aclaró que no guarda odio contra su madre y está atenta a sus necesidades: “No podría funcionar sin saber que está bien y cuidada. Estoy agradecida con esa mujer por haberme traído al mundo. Por poco ortodoxa que haya sido nuestra vida juntas, no le guardo rencor porque me gusta quién soy. Y para eso fue necesario cada paso del camino”.
Whoopi Goldberg fue vista consumiendo cocaína en un hotel
Bits and Pieces: My Mother, My Brother, and Me se publicó este año y narra la faceta más íntima de Whoopi Goldberg. Después de ser nominada al Oscar por El color púrpura, la artista afroamericana logró llevarse la anhelada estatuilla por Mejor actriz de reparto con Ghost. Sin embargo, detrás del éxito y la fama se escondía el fantasma de una adicción, como “una criatura monstruosa acechando bajo mi cama”, según relató ella misma en su libro.
Todo comenzó en las fiestas y, aunque todo iba bien y su dependencia a la cocaína “no parecía peligrosa”, poco a poco “empezó a ganarme”. Se quedaba en cama (”24 horas sin moverme de ahí”), porque pensaba que si se levantaba esta especie de “monstruo” la atraparía en esa oscuridad.
El punto más bajo de Goldberg, una “bofetada en la cara” como ella lo llama, ocurrió en un hotel de Manhattan. Durante su estadía, la actriz de cine no podía soportar más esta ansiedad por consumir el polvo blanco y se escondió en un armario a aspirar. De pronto, una camarera abrió la puerta y dio de gritos, llamando la atención de otros.
Whoopi se vio a sí misma en un espejo con la nariz y parte del rostro manchado de blanco. Fue en ese momento que supo que debía parar. “Supe que para desintoxicarme tendría que cambiar de amigos y rechazar muchas invitaciones. Pero pude hacerlo porque no quería morir”, escribió. En ese sentido, describió que pudo “dejarlo rápidamente” una vez que cambió repentinamente ese estilo de vida.
El accidente de Matthew Perry y su dependencia a los fármacos
Matthew Perry tenía solo 14 años cuando probó por primera vez una bebida alcohólica, y creía que la sensación de embriaguez le ayudaba a calmar los nervios y la ansiedad. Años más tarde, necesitaría de un centro de rehabilitación para superar sus adicciones mientras filmaba uno de los momentos más importantes de la comida número uno de la televisión, Friends: la boda de Chandler Bing y Monica Geller (Courteney Cox).
“Me casé con Monica y me llevaron de regreso al centro de tratamiento (en el apogeo de mi punto más alto en Friends, el punto más alto de mi carrera, el momento icónico en el programa icónico) en una camioneta conducida por un experto en sobriedad”, escribió en Friends, Lovers, and the Big Terrible Thing: A Memoir, libro que se publicó un año antes de su muerte.
En 2019, Perry estuvo a punto de morir cuando su colon estalló y fue internado de emergencia en un hospital. La cirugía para salvarlo tardó unas siete horas y él estuvo en coma durante dos semanas. Tras despertar, se mantuvo hospitalizado por cinco meses y se vio obligado a llevar una bolsa de colostomia por nueve meses.
Aunque creyó haber atravesado la peor parte, casi vuelve a morir tras ser ingresado en una clínica de rehabilitación en Suiza. Un anestésico aplicado durante una operación por los dolores súbitamente hizo parar su corazón por cinco minutos.
En su autobiografía, Matthew Perry había descrito su relación con la ketamina como ser “ser golpeado en la cabeza con una pala gigante feliz”. Y narró cómo es que se le era suministrada durante su proceso de recuperación: “Me llevaban a una habitación, me sentaban, me ponían auriculares para que escuchara música, me vendaban los ojos y me ponían una vía”.
“Llevaba tanto tiempo en terapia que ni siquiera me asustaba [...] A medida que sonaba la música y el K me recorría, todo se convirtió en el ego, y en la muerte del ego”, admitió el actor, quien falleció el 23 de octubre de 2023 por una sobredosis de ketamina. Su muerte actualmente continúa en investigación y ha puesto el foco sobre una red de tráfico de drogas en Hollywood.