Francis Ford Coppola se prepara para un hito decisivo en su carrera larga y prolífica: “Tengo todo que perder aquí”, confiesa el cineasta en la famosa entrevista Rolling Stone, pieza central de la nueva edición de la revista. “Y, de alguna manera, ya no tengo nada que perder”. Habla de Megalópolis, su nueva película, que se estrenará el 27 de septiembre y ya ha generado controversia. En el Festival de Cannes fue la más divisiva: polarizó tanto a críticos como a espectadores. Coppola, sin embargo, se mantiene firme en su visión. “Quería que esta película reflejara el caos de nuestra era actual, y sé que lo he logrado”.
El director de la saga de El Padrino recibe a David Fear, periodista de Rolling Stone, en su Niebaum Coppola Estate Winery, en el valle de Napa, California. En una sala repleta de los estantes de libros encuadernados en cuero, con un piano de cola y muebles de refinado gusto, Coppola se muestra a los 85 años tan enérgico y visionario como siempre, a pesar de la reciente pérdida de su esposa Eleanor, con quien compartió seis décadas de vida.
Desde este refugio en sus viñedos, donde ha creado una empresa que produce vinos valorados en todos los Estados Unidos, Coppola revela los detalles de Megalópolis. Su primera película en 13 años, y una de las más ambiciosas de su carrera, es nada menos que “una épica del Imperio Romano ambientada en los Estados Unidos modernos”, comenta.
“Es una historia sobre un arquitecto-futurista que intenta construir una utopía en el corazón de Nueva Roma. Esta película significa todo para mí ahora”, detalla el cineasta, con la misma pasión que lo llevó a financiar la película con su propia fortuna: hipotecó su compañía de Napa. “Todo está en constante cambio, pero es en ese cambio donde encuentro la energía para seguir creando, argumenta”.
El proyecto que ha estado gestando durante 40 años cobró vida con Adam Driver en el papel de Cesar Catilina, un arquitecto-futurista que sueña con transformar Nueva Roma en una utopía resplandeciente, utilizando un nuevo material de su creación, llamado megalon. Además, como comenta Coppola, la película “es una historia sobre una república en decadencia”, donde se entrelazan la corrupción, el hedonismo y la ambición desmedida. La inclusión de una figura similar a Calígula, interpretada por Jon Voight, añade una capa adicional de crítica social que no pasa desapercibida: “Es un reflejo de ciertos líderes actuales”, menciona Coppola, sin esconder las referencias.
La audacia de Coppola se extiende más allá del cine. Durante la entrevista con Fear para Rolling Stone, bajo la luz suave que atraviesa las ventanas, revela su última innovación en el mundo del vino. Ha adquirido 120 tanques nuevos de fermentación, cuyo destino pende del estreno de Megalópolis. “Quiero revolucionar cómo se produce el vino”, declara, mientras sus manos. Para él, cada tanque representa un avance tecnológico y una nueva oportunidad de crear algo único, que perdure.
El desarrollo de Megalópolis ha sido, al igual que la vida misma de Coppola, una travesía repleta de desafíos, transformaciones y momentos decisivos. Comenzó a explorar las primeras versiones del guion, aunque la idea era anterior, en 2001, cuando Robert De Niro, Leonardo DiCaprio, Eddie Falco, Uma Thurman y James Gandolfini participaron en lecturas tempranas. “Fue como una versión embrionaria, explica el cineasta en su conversación con Fear.
Sin embargo, el curso de la historia cambió abruptamente con los atentados del 11 de septiembre. El impacto de este trágico evento fue tan profundo que Coppola sintió que no podía seguir adelante con un proyecto que exploraba la idea de una utopía justo en un momento en que la realidad mundial se sumía en el caos y la incertidumbre. “Aquí estaba yo, haciendo una película sobre la utopía y el mundo en el que logramos este gran avance en el que tengo tantas esperanzas, y entonces se produce un enorme atentado terrorista. No podía encontrar la manera de escribirlo. Así que abandoné el proyecto”, recuerda.
A pesar de este revés, la idea de Megalópolis nunca desapareció completamente de la mente de Coppola. Pasaron los años, y en 2017, tras una profunda reflexión personal y una transformación física significativa que lo llevó a perder más de 20 kilos (casi 50 libras), decidió que era el momento adecuado para retomar la película. De repente, la historia le pareció “más relevante que nunca”, dice a Rolling Stone. Fue una especie de epifanía.
El renacimiento de Megalópolis marcó un nuevo capítulo en la vida de Coppola, y con su perseverancia habitual, comenzó a ajustar y reescribir el guion. “No tengo eso que tienen algunos cineastas, que es ver toda una película en tu cabeza y ser capaz de escribirla sin más. Creo que Steven [Spielberg] tiene ese don. Yo no. Sólo puedo escribir un guión como si fuera a reescribirlo 100 veces”, dice en la entrevista. Tiene, en cambio, otros tres dones, reconoce: “Una buena imaginación, una memoria fantástica y la capacidad de Casandra para ver el futuro”.
Durante su conversación con Fear, Coppola reflexiona sobre el legado de sus obras más icónicas, comenzando por El padrino, una película que le abrió las puertas del mundo. “No solo cambió mi carrera, cambió mi vida”, asegura. Antes de su éxito, el joven director vivía siempre al borde de la ruina. “Nunca lo vi como un peso. Al contrario, El padrino me permitió hablar con prácticamente cualquiera”, recuerda con una mezcla de humildad y gratitud.
Pero el impacto de El padrino tuvo un lado negativo en su vida familiar, en su relación con su hermano mayor, August Floyd Coppola, el padre del actor Nicolas Cage. “Él fue quien me llevó a ver todas esas películas que moldearon mi visión del cine”, explica Coppola. Sin embargo, después del éxito de El padrino, August sintió que su identidad, construida con esfuerzo bajo su propio nombre, se había visto eclipsada por la fama de su hermano menor. Esta tensión en su relación fue algo que Coppola describe como “desgarrador”, una herida que, lamentablemente, nunca se cerró del todo, ya que su hermano falleció sin hablarle.
Apocalipsis Now, otra obra maestra del cine, fue un desafío de una naturaleza completamente diferente. Descrito por el propio Coppola como “la película que casi me destruye”, el rodaje en las selvas filipinas fue una odisea marcada por dificultades extremas, incluyendo tormentas, enfermedades y un elenco que a veces parecía tan volátil como el entorno. “Fue una experiencia límite. No solo estaba luchando por hacer una película, estaba luchando por sobrevivir a ella”, confiesa. A pesar de las adversidades, o quizás debido a ellas, Apocalipsis Now se convirtió en una de las obras más aclamadas y debatidas de la historia del cine, un retrato descarnado de la locura de la guerra y del alma humana.
Coppola analiza cómo su filmografía es a la vez una crónica de su vida, cada proyecto una ventana a su mundo interior. Tras completar The Rainmaker en 1997, tomó una decisión radical: “Dejé de ser un director profesional para convertirme en un estudiante”, revela a Rolling Stone. Durante catorce años se alejó de las grandes producciones para enfocarse en proyectos pequeños y autofinanciados, como Youth Without Youth (2007) y Tetro (2009). “Aprendí mucho durante ese tiempo, especialmente sobre la dirección de actores y la verdadera naturaleza del arte cinematográfico”, comenta.
En la producción de Megalópolis, Coppola aplicó muchas de las lecciones incorporadas durante ese período de introspección. Su enfoque en los ensayos fue especialmente innovador. Debido a la disponibilidad limitada del elenco, decidió trabajar con suplentes para algunos actores principales, como Driver, y empleó estos ensayos como un laboratorio creativo para explorar los personajes. Shia LaBeouf se destacó por su intensidad; tanto que le recordó su dinámica con Dennis Hopper en el set de Apocalipsis Now. “Había una tensión deliberada que generaba algo brillante”, reflexiona el director.
Y como en Apocalipsis Now, el rodaje de Megalópolis no estuvo exento de problemas. Los desacuerdos en el set, especialmente con el equipo de arte, fueron una prueba más de la determinación de Coppola por mantener el control creativo total. “Siempre he tenido que luchar por lo que creo, y esta vez no fue diferente”, dice a Fear. Sin embargo, Coppola desmiente los rumores sobre comportamientos inapropiados en el set: “Están intentando desacreditar el trabajo antes de que siquiera llegue a las salas”, lamenta.
A pesar de estos obstáculos, Coppola mira hacia adelante con nuevos proyectos en mente, entre ellos Distant Vision, una historia sobre tres generaciones de una familia ítaloamericana, que explorará el nacimiento de la televisión. “No estoy listo para detenerme”, afirma.