“Nunca más se hará una película así”, afirmó su protagonista a más de 40 años de su filmación. El Hollywood del siglo XX estuvo marcado por toda una serie de excesos y admisiones que daban rienda por completo a la imaginación de guionistas y cineastas. Douglas Day Stewart fue uno de estos escritores de la gran pantalla que, influenciado por su admiración hacia la novela La laguna azul (The Blue Lagoon) de Henry De Vere Stacpoole, decidió emprender el proyecto de una adaptación en forma de película.
Hoy el film es considerado dentro de las producciones más controversiales de la historia por sexualizar menores, sus malas condiciones de rodaje y el maltrato de animales. “No estaría permitido [volver a hacer esta película]”, afirmó Brooke Shields a finales de 2023 para su podcast Now What? que se emite en iHeartRadio.
La actriz detrás de la recordada Emmeline Lestrange tenía sólo 14 años y no sólo tuvo que desnudarse, mientras que el director Randal Kleiser y más personas estaban detrás de las cámaras; sino que también fue condicionada a tener un romance con su co-estrella, Christopher Atkins (Richard Lestrange), de 18 años en ese momento.
“Querían desesperadamente que nos enamoráramos el uno del otro”, evocó sobre la presión ejercida por su propia madre y el equipo de producción. “No reaccioné bien cuando me obligaron a sentir algo. A esa edad ni siquiera había besado a nadie”, confesó.
“Básicamente, ella quería que dejaras los caballos y te dedicaras a los chicos”, comentó Atkins sobre las intenciones de Teri Shields respecto a su hija (a quien también representaba como mánager). “Por el bien de la película, ella quería que estuviéramos más juntos y cerca el uno del otro y poder tener eso, ya sea el hermano y la hermana o ya sea la historia de amor”.
Desde el principio, la diferencia de edad entre ambos hacía que las grabaciones resultaran incómodas. Shields recapituló un momento en particular en el que tuvo que broncearse totalmente desnuda al lado de Atkins, aunque con una pared improvisada entre los dos. “Estabas justo a mi lado, y eso era aún más extraño porque sólo tenías 14 años en ese momento”, relató el actor.
Y continuó, aunque sin dejar de enfatizar que toda esta nueva experiencia del cine resultaba emocionante: “Hubo escenas en las que yo estaba con el trasero desnudo contigo, si te acuerdas, deslizándome por ese tobogán y cosas por el estilo. Fue un poco incómodo, pero también divertido para mí, porque en ese momento lo hacía y punto. Pero tu reacción era: ‘Ugh, oh Dios’”.
Para Brooke Shields, no resultó agradable, porque “nunca nos facilitaron las cosas”. Al llegar a la isla querían que estuvieran bronceados y, para mantener el realismo de los personajes crecidos en medio de la naturaleza, no podían notarse las líneas de bronceado. Todos los detalles serían notablemente expuestos en el metraje final, ya que los protagonistas se lucían con escasa vestimenta: tenían que ser como dos adolescentes salvajes.
“Llevábamos tiritas de ropa y el pelo pegado al cuerpo para [yo] tapar las tetas, que de todas formas eran mínimas. No sé qué intentaba tapar. ¿Recuerdas las almohadillas abultadas?”, le dijo a su ex compañero de elenco. ”Me pegaban estas cositas de color carne en los pezones porque ‘pezón’ evidentemente era donde ponían el límite en esta película”.
La necesidad de hacerlos ver como naturales de este entorno también involucraba sus comportamientos ante cámara. “Dios, no. Los animales fueron heridos en la película. Estábamos pescando con arpones y todo tipo de locuras”, reaccionó Christopher Atkins espantado al rememorar esa experiencia. “Hay niños desnudos corriendo por una playa; eso no se podría hacer ahora”, insistió el actor en la misma línea que Shields.
Una plaga de ratas y la neumonía de Brooke Shields
La laguna azul se filmó en la isla privada Nanuya Levu al oeste de Fiji, exactamente en un arrecife de coral. De acuerdo a las confesiones de Brooke Shields que llegaron varios años después, tenía en brazos un bebé para sumergirlo en el agua, mientras... “los bichos estaban locos, los cangrejos salvajes estaban locos, los caballos salvajes estaban locos. Y luego la infestación de ratas, esa es otra [situación]”. Es decir, el ambiente no estaba regulado para llevarse a cabo allí una película, simplemente se hizo como fue posible y con la suerte de no tener afectaciones graves de salud.
“Así que si te hacías algún tipo de corte, que era lo único que teníamos porque íbamos descalzos y llevábamos pequeñas tiras de ropa [...] Si te hacías cualquier tipo de corte y te metías en el agua, se te metían trozos de coral en el corte. Y se infectaba y ulceraba por completo”, aseguró también en su espacio de podcast Now What?
El trabajo físico era extenuante, según lo que reveló Christopher Atkins. “Trepando por esos cocoteros, no paraba de sufrir escoceduras”, expresó. “Corriendo sobre el coral y esas cosas, todas las picaduras de bichos y cortes de coral y todas las demás locuras. Las fiebres y todo lo que tuvimos, la gente no sabe nada de eso, no es fácil”.
Pero esta no fue la peor parte para la estrella adolescente. Recordó: “Tuve neumonía en la escena del parto”. Como se recuerda, su par ficticio —con la ayuda de una doble— tiene relaciones sexuales con el personaje de Atkins, quien no tuvo un doble para este caso; y evidentemente, ella se embaraza en el film.
“Cuando se supone que estoy teniendo al bebé, empiezo a tener un ataque de tos incontrolable y no podía respirar. Todo el mundo decía: ‘¡Qué gran elección interpretativa!’. Y yo: ‘No puedo respirar’”, contó Brooke Shields sobre este hecho que quedó marcado en su memoria y que considera una razón válida para decir que nunca más deberían hacerse rodajes de este tipo para el cine.
Después del estreno de La laguna azul en 1980, sus protagonistas tuvieron una explosión de popularidad y pasaron de un set riesgoso en condiciones deplorables a vivir bajo la presión de los medios por su vínculo amoroso, el cual tampoco era algo con lo que estuvieran de acuerdo ni seguros al respecto.