Gore Vidal intentó dar una lección sobre la “orgía” del poder cuando escribió el primer guion de Calígula, película de 1979 que reconstruyó uno de los periodos más depravados, extravagantes y libertinos de la humanidad. El escritor ya había trabajado en el elogiado Ben Hur de 1959, pero esta vez su meta sería llevar el Imperio romano a la pantalla grande con la fidelidad de un historiador. Al enterarse del proyecto, el cineasta vanguardista Tinto Brass se unió rápidamente como director, motivado por las posibilidad de explotar el erotismo y la sátira política presente en la trama.
Con estos dos célebres nombres, la producción atrajo a actores de renombre como Peter O’Toole, Sir John Gielgud, Maria Schneider y Malcolm McDowell, quien había logrado el respeto de Hollywood tras protagonizar La naranja mecánica de Stanley Kubrick. El costo final se estimó en 22 millones de dólares (casi 100 millones de dólares de 2024), dinero que sería financiado totalmente por Bob Guccione.
“¿Un pornógrafo?”, preguntó indignado McDowell a Vidal. Sí, el inversor no era nada más que el fundador de la revista Penthouse, célebre por los desnudos explícitos e historias sensacionalistas que incluía en sus páginas. En el acuerdo, él proporcionaría los modelos necesarios para las escenas sexuales y se limitaría a “firmar los cheques”. Por supuesto, nadie previno el desastre que estaban a punto de experimentar.
La pesadilla de rodar “Calígula”
El rodaje de Calígula comenzó en 1976 en las instalaciones de Dear Film Studios, lugar donde se filmó la Cleopatra de Elizabeth Taylor. Pese a estar acostumbrados a la extravagancia cinematográfica, los vecinos de Roma se mostraron sorprendidos cuando una multitud de personas desnudas y semidesnudas se desplazaron por los alrededores de la ciudad. Además, se notó el transporte de diversos animales (con cabras tibetanas incluidas), y la construcción casas, baños, un palazzo y una cueva subterránea que parecía destinada a recrear una gran orgía de la época imperial.
En la trama original, el emperador Calígula (interpretado por McDowell), asume el poder tras asesinar a su tío abuelo, Tiberio (O’Toole), y rápidamente transforma el Imperio romano en su campo de juegos personal. A pesar de organizar complots y eliminar a sus rivales políticos (y lacayos inocentes por igual), la elite senatorial y los militares no están dispuestos a pasar por alto sus delirios de grandeza y autoritarismo por lo que intentarán poner fin a su volátil mandato.
“Quise hacer a Calígula como un estadounidense feliz y amante de la diversión, que se lo pasa genial matando gente, violando y saqueando. Ningún monstruo piensa que es un monstruo, por lo que tratarlo con simpatía era dos veces más escalofriante”, comentó Gore Vidal a Los Angeles Times.
Sin embargo, al interior del estudio, el set “era un auténtico desastre”, según recordó McDowell en una entrevista para The Independent. Contraria a la idea reflexiva y metafórica original, el director Brass se inclinaba por mostrar gráficamente la depravación en la época, brutalizando la sexualidad en el rodaje. Por otro lado, el productor, en su búsqueda por lograr que el proyecto sea rentable, insistía en que se priorice la sensualidad y el atractivo erótico para atraer el morbo del público, en lugar de espantarlo.
“[Brass] se volvió ridículo. Siempre que era posible, utilizaba ancianas, viejas gordas, feas y arrugadas para desempeñar el tipo de papeles para los que habíamos proporcionado a las Pets [las modelos de la revista]. A él eso le parecía gracioso”, recordó Guccione para Interview.
En los medios, los rumores en relación al rodaje no tardaron en aparecer, y en algunos titulares se hablaba de bestialidad, de crueldad contra las actrices, de violencia animal, y otras depravaciones que daban a entender que tras los muros se cocinaban pecados al propio estilo de Sodoma y Gomorra.
El elenco tampoco estaba exento de la polémica. O’Toole no se tomó en serio la película y según confirmaron varios involucrados, estuvo siempre “colgado” de una droga que “ciertamente no era tabaco”. A su vez, McDowell habló con The Telegraph para decir que se sentía “traicionado” por la producción y admitió que “desearía no haberla hecho”.
Para empeorar la situación, una vez finalizadas las grabaciones, Guccione “despidió” a Brass y regresó a Roma en secreto junto con 12 actrices amateur, 30 miembros del elenco y un pequeño equipo técnico para asaltar la sala de utilería y grabar las escenas eróticas y explícitas que él quería. “Nunca antes había tocado una cámara cinematográfica de 35 mm, pero comencé a disparar”. Las tomas fueron incluidas en la edición final sin el conocimiento de ninguno de los involucrados y sin importar la desconexión que mantenía con la historia.
“Estoy furioso por las libertades que se han tomado al manipular mi trabajo y no quiero formar parte de una película que bien podría ser acusada de obscenidad. Me han pisoteado. Mi guion original estaba destinado a ser una película rigurosamente histórica, no esta caricatura pornográfica que han hecho a partir de ella. El sexo no me molesta, pero no soporto la suciedad”, declaró Vidal a People tras enterarse que dichas escenas serían incluidas en el corte final.
Para aquel momento, lo único que deseaba el guionista era dejar de ser vinculado con el proyecto y amenazó con enviar a juicio a la producción si no retiraban su nombre de los créditos. “Tinto [Brass] nos estaba demandando [por despedirlo], nosotros estábamos demandando a Tinto [por estafa], Tinto estaba demandando a Vidal [por difamación] y Vidal amenazaba”, recordó Guccione. Un caos por donde se mirase.
Director, productor, guionista, actores, todos condenaron el resultado. No fue diferente con la crítica, que para sorpresa de nadie, describieron el filme como un producto de la “ineptitud”, “ridiculez” y “repugnancia” de sus creadores. “Calígula es una basura, absolutamente inútil y vergonzosa. Si no es la peor película que he visto en mi vida, eso lo hace aún más vergonzoso: personas con talento se permitieron participar en esta farsa”, escribió el célebre periodista de cine Robert Eber.
Al tener todo en su contra, casi podría considerar un milagro que su paso limitado en cines haya sido un éxito, con una recaudación de 23 millones de dólares. Más sorprendente aún es que finalmente haya alcanzado el estatus de culto, gracias a su elenco; el diseño de arte del ganador del Oscar, Danilo Donati; e irónicamente, las disputas internas que terminaron por convertirla en uno de los largometrajes más controvertidos y extremos jamás realizados.
La redención de “Calígula”
Caligula: The Ultimate Cut, es la nueva versión en 4K Ultra HD de la icónica película. Esta reconstrucción cinematográfica, fue presentada en 2023 durante el Festival de Cine de Cannes y se distingue por incorporar material visual inédito, ofreciendo tomas y ángulos de cámara alternativos que antes quedaron fuera del montaje final.
Este corte elimina las escenas sexuales descontextualizadas de Guccione y tiene una duración estimada de tres horas. Destaca por la adición de un prólogo ilustrado del artista Dave McKean que rescata “una de las escenas faltantes de Vidal”, además de una nueva partitura para la banda sonora compuesta por Troy Sterling.
Su estreno en América del Norte está programado para agosto de 2024, y tras su paso por las salas de cine, el filme estará disponible en plataformas de streaming y en formato Blu-ray.