Alfred Molina, el actor nominado a los premios Tony y BAFTA, y conocido por su icónico papel como Doctor Octopus en Spider-Man 2 de Sam Raimi, compartió recientemente en una entrevista con Vanity Fair una emotiva historia sobre la trágica relación que tuvo con su padre y cómo la elección de su carrera actoral a una temprana edad, desilusionó a su progenitor de una manera que hasta el día de hoy no olvida.
Molina reveló que en sus inicios, antes de consolidarse como actor, rechazó la oportunidad de seguir una carrera más convencional que le prometía una remuneración más alta. En aquel entonces, gracias a su desempeño como mesero en el restaurante donde trabajaba su padre, llegó un momento donde le ofrecieron ascenderlo a un puesto de mejor paga.
“Cuando era muy joven, mi padre consiguió que trabajara como mesero en el restaurante donde él trabajaba. Si debo decirlo yo mismo, era un buen mesero al punto de que la gerencia me ofreció la oportunidad de hacer un curso de gestión de dos semanas”, comentó el artista británico.
El sueldo que recibiría Alfred iba a ser más alto del que ya tenía hasta esa fecha. Sin embargo, el actor, de ahora 70 años de edad, decidió apostar por su pasión por la actuación, decisión que generó una profunda incomprensión y desaprobación por parte de su padre, quien en ese entonces no veía aquel arte como una verdadera profesión.
Pese a la negativa de su progenitor, el intérprete de El código Da Vinci, eligió seguir su vocación. “Lo rechacé porque conseguí un trabajo de actor. Mi padre dice, ‘Este trabajo de actor, ¿cuánto te están pagando?’ Yo dije, ‘Estoy ganando el salario sindical, así que 15 libras a la semana’”, recordó Molina.
El salario de gestión habría empezado en el rango de las 30 libras, lo cual llevó a su padre a cuestionar la decisión de Molina de aceptar un salario menor por seguir su sueño en el mundo del espectáculo. “Él me miró y tenía la expresión en su rostro que reservas para los locos y los perdidos”, rememoró Molina, indicando cómo su elección decepcionó a su padre.
“Se me quedó mirando como si no me reconociera. Lo único que pude decirle fue: ‘Esto es lo que amo, papá’. Nunca lo entendió del todo. Decepcioné a mi padre. Sí... si mi padre hubiera vivido un poco más, con suerte se habría dado cuenta de que no había perdido el tiempo”, expresó Alfred tratando de contener las lágrimas y dando a entender claramente que este suceso lo ha dejado marcado hasta hoy.
A pesar de la falta de apoyo verbal de su padre hacia su carrera como actor, Molina mencionó que tras el fallecimiento de su padre, descubrió que éste había seguido su trayectoria más de lo que creía. Durante el funeral en España, la viuda de su padre le mostró una maleta llena de algo que no se esperaba.
“No me llamaba por teléfono para decirme: ‘¿En qué andas? ¿Qué pasa? No teníamos ese tipo de relación”, contó Alfred. “Cuando falleció, fui a España para el funeral y estaba con su viuda, que sacó una maleta llena de recortes, fotos, trozos de revistas y cartas de gente que le escribía diciendo que me había visto. Guardaba todo esto, pero nunca habló de ello”, explicó.
Molina nunca se quedó con la maleta, pese a que su madrastra se la ofreció. Años más tarde, luego de una vida de éxitos en el cine y de una gran huella en el corazón de los fanáticos de Spider-Man, Alfred reflexiona sobre la niñez y la paternidad: “Siempre lo he intentado con mis hijos. Todo lo que puedes hacer es decirles lo brillante que eres. Eso es todo lo que tienes que hacer”.
Actualmente, Alfred Molina está de vuelta en Broadway en una nueva producción de Tío Vania junto a Steve Carell. Asimismo, próximamente será visto en el cine en la película Harold y el crayón morado, coprotagonizada por Zachary Levi, la cual llegará a la pantalla grande el próximo 2 de agosto.