Roger Waters se defendió de las acusaciones de antisemitismo y emitió un comunicado en el que afirma que su reciente actuación en Berlín “ha atraído ataques de mala fe” de quienes quieren difamarmlo y silenciarlo porque no están de acuerdo con sus “opiniones políticas y principios morales”.
El ex líder de Pink Floyd protagonizó una nueva polémica por sus shows del 17 y 18 de mayo en el estadio Mercedes-Benz Arena de Berlín. El cantante británico generó un fuerte repudio por haber utilizado durante los espectáculos un uniforme negro, similar a los utilizados por la SS nazi, y la imagen de Ana Frank.
“Los elementos de mi actuación que han sido cuestionados son claramente una declaración de oposición al fascismo, la injusticia y el fanatismo en todas sus formas”, escribió Waters en Facebook. “Los intentos de presentar esos elementos como algo distinto son falsos y tienen motivaciones políticas. La representación de un demagogo fascista desquiciado ha sido una característica de mis espectáculos desde ‘The Wall’ de Pink Floyd en 1980″.
En su mensaje, Waters escribió además: “Me he pasado toda la vida denunciando el autoritarismo y la opresión dondequiera que los vea. Cuando era niño, después de la guerra, el nombre de Ana Frank se pronunciaba a menudo en nuestra casa, se convirtió en un recordatorio permanente de lo que ocurre con el fascismo sin control. Mis padres lucharon contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial, y mi padre pagó el precio más alto. Independientemente de las consecuencias de los ataques contra mí, seguiré condenando la injusticia y a todos los que la perpetran”.
El comunicado difundido el viernes por la noche se produjo poco después de que la policía de Berlín informara que había abierto una investigación sobre el comportamiento de Waters en sus conciertos en Berlín.
La polémica
En un tramo del espectáculo, Waters apareció ante sus fans con una chaqueta negra con un brazalete rojo (haciendo alusión a la estética de la película The Wall, pero también muy similar al uniforme de la SS nazi) apuntando con un fusil falso. La escenografía también incluía un cerdo inflable gigante con diversos símbolos y palabras -incluida una prominente estrella judía- que flotaba sobre el público mientras “pancartas al estilo del Tercer Reich pero con martillos cruzados en lugar de esvásticas” colgaban del techo.
Pero su alusión al Holocausto y al régimen nazi no terminó ahí. Fiel a su estilo transgresor y provocador, en un segmento del show también incluyó los nombres de activistas asesinados por las autoridades de distintos países, entre ellos la activista antinazi Sophie Scholl; la iraní Mahsa Amini, que fue asesinada por la policía de la moral de Teherán; el afroamericano George Floyd; y Ana Frank, la adolescente judía asesinada por el régimen nazi en el campo de concentración de Bergen-Belsen.
El nombre de Ana Frank figuró justo después del de Shireen Abu Akleh, una veterana periodista palestino-estadounidense que se cree que murió el pasado mes de mayo por disparos de soldados israelíes durante un tiroteo con militantes palestinos.
La presentación de Waters en Alemania generó un fuerte repudio en la comunidad judía. El miércoles el Estado de Israel se pronunció a través de las redes sociales: “Buenos días a todos menos a Roger Waters, que pasó la noche en Berlín profanando la memoria de Ana Frank y de los 6 millones de judíos asesinados en el Holocausto”.
El Centro Simon Wiesenthal, en tanto, pidió a las autoridades alemanas procesar a Waters por invocar y distorsionar imágenes del Holocausto: “Vergüenza para las autoridades de Fráncfort y el Mercedes Benz Arena de Berlín, un lugar desde donde los judíos fueron deportados por los nazis, por proporcionar al antisemita Roger Waters este lugar para su concierto sin ninguna preocupación/cuidado por la comunidad judía”.
Gil Artzyeli es embajador de Israel en Chile. También utilizó sus redes sociales para condenar lo sucedido: “La última ‘gracia’ de Roger Waters: en su concierto de ayer en Berlín se vistió de nazi. Así es, se puso el uniforme de las SS. Su estándar moral es más que dudoso, pues apoya también la invasión rusa a Ucrania y defiende la ‘democracia’ de Venezuela entre otras dictaduras”.
El repudio también se extendió a las redes sociales, donde los usuarios expresaron su condena a las polémicas presentaciones de Waters.
En la capital alemana, donde Waters se presentó recientemente, más de 60.000 judíos fueron deportados a la muerte durante la Segunda Guerra Mundial. Además, fue escenario de la purga de la “Kristallnacht”, en noviembre de 1938, en la que se quemaron la mayoría de las sinagogas de la ciudad y se destrozaron y robaron tiendas y viviendas de propiedad judía.
Tras esa etapa oscura para la humanidad, en Alemania está prohibido exhibir símbolos o recuerdos nazis.
No es la primera vez que Roger Waters se ve envuelto en polémicas en torno a esta temática. Ya en una gira que realizó entre 2010 y 2013 había incluido en el escenario un globo con la forma de un cerdo en el que, entre otros símbolos, figuraba una estrella de David.
El británico es un ferviente defensor del movimiento Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), que busca boicotear y desinvertir fondos de Israel. En 2014, por ejemplo, cuestionó a los Rolling Stones por haber actuado en suelo israelí.
LLegó a comprar, incluso, el trato del Estado de Israel a los palestinos con el Holocausto.
En los últimos meses el ex líder de Pink Floyd también fue objeto de críticas por su postura sobre la invasión rusa a Ucrania. Durante una entrevista con el diario alemán Berliner Zeitung, había defendido la decisión de Vladimir Putin de invadir el país vecino.
Esa polémica entrevista también le significó fuertes críticas. Entre ellas la novelista Polly Samson, casada con David Gilmour, otro miembro de Pink Floyd. En un fuerte descargo, lo calificó de “antisemita, apologista de Putin y mentiroso, ladrón, hipócrita, evasor de impuestos, misógino, y megalómano”.
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