La modelo e influencer Sophia Hadjipanteli deslumbró en la alfombra roja de Cannes anoche con un vestido de diamantes de imitación, para asistir al estreno de la película de Martin Scorsese, The Killers Of The Flower Moon.
La chipriota, de 25 años, asistió con un vestido de cuello en V azul marino con un corpiño de cuentas completo. El vestido, que tenía guantes de lentejuelas incorporados, también tenía dos hendiduras hasta el muslo en la parte delantera para dar un destello de pierna.
Sophia remató su atuendo con un par de medias transparentes y tacones negros puntiagudos con una correa enjoyada.
La estrella de las redes sociales, que ha acumulado más de 508.000 seguidores gracias a su campaña de #unibrowmovement (#movimientouniceja) de body positivity, acentuó con orgullo su uniceja al optar por un ojo ahumado marrón y un ojo de gato, detalló Daily Mail.
La estrella se quitó el cabello rojo de la cara en una cola de caballo baja y luego completó su maquillaje con un lápiz labial nude.
La joven apareció en la emblemática Vogue Italia cuando tenía tan solo 15 años, tres años más tarde saltó a la fama cuando las imágenes de su frondosa uniceja se volvieron virales.
En una entrevista para Good Morning Britan, la joven de 22 años habló de los agresivos comentarios que ha recibido y a los que trata de no poner atención.
“Recibo muchas amenazas de muerte”, aseguró a los presentadores Susanna Reid y Piers Morgan.
Hadjipanteli nació en Chipre y después de emigrar a Londres se mudó a Estados Unidos, país en donde se graduó en marketing por la Universidad de Maryland.
Desde que era niña sufrió de bullying, pero no por algo relacionado con su rostro. Las críticas eran por su ropa, tener padres inmigrantes o no hablar inglés.
Por ello, aprendió a no basar su seguridad en cómo otros la trataban o lo que decían de ella.
“Trato de no leer muchos de esos comentarios... es una pena que cuando quieres leer los buenos comentarios tienes que pasar por los malos, pero creo que lo vale”, añadió.
Hadjipanteli atribuye sus asombrosas cejas a la genética, específicamente de su madre, que le enseñó la importancia de cuidarlas desde que era pequeña. Cuando vivía en Grecia no le prestaba atención a su aspecto y menos depilaba sus cejas. Una vez en casa de su abuela en Londres, ella le expresó lo bonita que creía que se veía: allí notó la preponderancia de sus cejas.
La historia de Sophia para promover la autoaceptación comenzó en 2014, cuando accidentalmente pintó sus cejas de negro y en lugar de corregir el color decidió adoptar su nuevo aspecto y lucir sin complejos sus peculiares cejas, algo que le ayudó a conseguir un contrato con una agencia británica de modelos.
La joven recordó que cuando era adolescente quería tener cejas más delgadas, pero justo en esa época se puso de moda tener cejas gruesas y lo aprovechó.
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