La percepción general marca que los chicos están aprendiendo menos de lo que hubieran aprendido en un ciclo lectivo normal. A la espera de una evaluación de aprendizajes que confirme la sospecha, 6 de cada 10 padres considera que sus hijos perdieron saberes durante la cuarentena.
El dato surge de un relevamiento del Observatorio Argentinos por la Educación, que indagó en la situación de las escuelas primarias urbanas a nivel nacional. Si bien la mayoría de las familias está conforme con cómo los docentes sostuvieron las clases a distancia, reconocen el valor de la enseñanza presencial que la pandemia interrumpió hace ya casi seis meses.
En concreto, el 62,7% de las familias piensan que los alumnos perdieron aprendizajes importantes, mientras que solo el 28,7% se muestra optimista respecto a la adquisición de saberes.
De igual manera, 7 de cada 10 padres valoran el esfuerzo que emprenden los maestros de sus hijos. Según el informe, con autoría de Mariano Narodowski, Víctor Volman y Federico Braga, el 35,4% se encuentra incluso muy conforme con el trabajo que están realizando los docentes. En el polo opuesto, sólo el 4,4% dice estar disconforme con la modalidad remota.
“Los datos convalidan una percepción generalizada: hay un gran esfuerzo de docentes y familias para sostener el aprendizaje. Ese entorno compartido de sentido y de compromiso debe sostenerse y protegerse. El riesgo es sentir que los aprendizajes se empobrecen: más esfuerzos que logros desalientan a cualquiera”, sostuvo Irene Kit, presidenta de la Asociación Civil Educación para Todos.
Para la especialista, es crucial que “las propuestas permitan incorporar los saberes propios de las familias, más allá de su nivel de escolarización”. “Cuanto más se convoque a lo que las personas saben hacer y sobre lo que pueden formar a sus hijos e hijas, menos estrés familiar sobre las tareas escolares, y más logros sobre los que los docentes construirán nuevos conocimientos”, reflexionó.
En la última sesión de Consejo Federal de Educación, los ministros de todo el país empezaron a definir cómo subsanarán los aprendizajes perdidos este año que, se sabe, serán muy dispares de acuerdo a las posibilidades de cada hogar. Con esa premisa, los ciclos lectivos 2020 y 2021 pasarán a formar una unidad pedagógica.
Este año no habrá repitencia y se reorganizarán los contenidos para alcanzar a dar al menos los prioritarios entre lo que queda de 2020 y 2021, cuya modalidad de cursada aún es incierta y dependerá de la situación epidemiológica. La resolución aprobada contempla la priorización de contenidos para “garantizar las metas formativas” de cada grado.
Consultados por la percepción de sus hijos, los padres piensan que casi la mitad se encuentra “igual de conforme” que con la escuela presencial. Sin embargo, son clara minoría aquellos que manifiestan que están más satisfechos que antes.
En general, las quejas de las familias se orientan a que la escuela les pide demasiadas tareas a los chicos y que ellos no tienen el tiempo suficiente para acompañarlos. “Que no exijan tanto a los alumnos… Hay mamás que tenemos más de un niño y contamos con solo un celular para realizar las diferentes actividades de todos los nenes”, dijo la madre de un chico de quinto grado. “Hay que ver la manera de que aunque sea una vez a la semana tener una clase online, sea para explicar aquello que no comprende, interactuar docentes y alumnos viéndose y conversando”, agregó otra madre de una niña de cuarto grado.
Al respecto, Gustavo Zorzoli, director de la Escuela de Formación Olímpica, comentó: “Son muchas las familias que afirman que la calidad de la educación no es la que ellos desearían y manifiestan que ha decaído, pero al mismo tiempo sostienen que la educación de sus hijos es satisfactoria. Estas convicciones muestran que las familias valoran el esfuerzo de los docentes, pero reconocen que el mismo no alcanza para que sus hijos puedan apropiarse de los aprendizajes que tenían previstos”.
El ex rector del Colegio Nacional de Buenos Aires fue tajante en su conclusión: “Las acciones llevadas por la escuela en pandemia no pudieron reemplazar a la escuela presencial”, sentenció.
La ex ministra de Educación de Salta, Analía Berruezo, matizó esa definición. Agregó que la escuela no es tan solo un espacio para aprender. “Es más que aprendizaje. Es un espacio de igualdad, de cuidado, de protección. Es un lugar de autonomía, de vínculos. Los propósitos y objetivos educativos son los que deben guiar la transformación digital”, destacó.
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