Preocupa que los futuros docentes no lean textos completos: la solución que encontró Mendoza

En los profesorados, priman los apuntes y la lectura fragmentada por capítulos en vez de los libros enteros. La problemática se da a nivel nacional y todavía hay pocos avances

Buscan que se lean textos completos en los profesorados

En los profesorados, los futuros maestros leen pocos textos completos. Al igual que en otras carreras, priman los apuntes, los capítulos salteados o incluso fragmentos de esos capítulos. La problemática se observa en todo el país, sin distinción, desde hace años. En los últimos días, Mendoza tomó la delantera y resolvió hacer obligatoria la lectura de libros completos en los institutos de formación docente.

La cuestión no es nueva, aunque su origen es difícil de precisar. En 2007 se aprobó la implementación de nuevos diseños curriculares en los profesorados. La currícula pasó a depender de cada provincia y ya no de las instituciones. Durante el kirchnerismo, el Instituto Nacional de Formación Docente (Infod) llevó adelante una serie de estudios para medir su aplicación, que luego se extendieron en la gestión de Cambiemos.

Esos estudios, más otros que hicieron foco en monitorear las prácticas de enseñanza, dieron cuenta de los pocos textos completos que lee un futuro docente en los profesorados. Incluso, otros informes también muestran que, al preguntarle a un maestro cuántos títulos recuerda de su experiencia formativa, son contados los que le vienen a la mente.

"La lectura fragmentaria es propio del nivel superior y nosotros vemos que los institutos de formación docente no están exentos. Para cualquier de nosotros, leer un fragmento no es lo mismo que leer un libro completo. Incluso más allá que no lo leas todo, poder ver la introducción, el índice, la conclusión, te da una idea más amplia del texto. De eso se trata el aprendizaje en profundidad, de poder comprender el planteo total, que no se reduce a un capítulo", le dijo a Infobae Cecilia Veleda, directora ejecutiva del Infod.

En Mendoza resolvieron hacer obligatoria la lectura de textos completos

La funcionaria aseguró que ya es un tema que está sobre la mesa. Cada año se reúnen todos los directores provinciales de formación docente, los representantes tanto de profesorados públicos como privados. "Nosotros decidimos poner el foco en comprensión lectora porque creemos que la lectura fragmentaria en los maestros después se ve reflejada también en los estudiantes. Por eso, llevamos adelante distintas políticas", remarcó.

Entre las acciones que implementaron, Veleda mencionó el reparto de una colección de libros, que reúne pedagogos clásicos y contemporáneos, a los más de 900 profesorados públicos. También aludió a un ciclo de actualización que hicieron equipos de los institutos en conjunto (director y profesores) durante un año, en el que se trabajó con los mismos títulos que repartieron.

Juan Moris, profesor en la carrera de Letras de la UBA, consideró: "Los textos no solo se leen fragmentariamente, sino que así es cómo circulan hoy. De alguna manera, esta forma de circulación fragmentada modela una relación con las fuentes más alejada de la comprensión, que en el fondo es una pregunta por la relación que un texto como unidad entabla con un contexto".

El especialista piensa que esa forma de leer que se da en el nivel superior va de la mano del avance tecnológico, de la explosión de las redes sociales. "Los nuevos soportes para la escritura nos acostumbran a formas de lectura más descontextualizadas, o más difíciles de contextualizar. No es extraño leer a un conocido o conocida en las redes compartiendo 'una idea' en palabras de un autor cuyo sistema de ideas uno sabe no comulgaría en lo más mínimo. Los hábitos de lectura están siendo transformados en nuestro uso del tiempo objetivo y subjetivo, en nuestra atención", sostuvo.

El caso mendocino

Pese a que el problema está reconocido, no hubo grandes avances en los provincias, que son las encargadas de administrar los institutos. Dentro de esa quietud, Mendoza se posicionó como pionera. A partir de la resolución 121-CGES-19, hizo obligatoria la lectura secuencial de al menos un texto por materia.

"De ese modo, una vez que se reciban como docentes, habrán leído un mínimo de entre 35 y 40 libros", planteó a Infobae Emma Cunietti, coordinadora general de Educación Superior de Mendoza. "Nos dimos cuenta de que los nuevos maestros tienen mucha capacidad para la lectura fragmentaria, que se da típicamente en las pantallas, pero que ven a la lectura secuencial como algo más complejo", agregó.

La resolución alcanza tanto profesorados públicos como privados y corre a partir de este cuatrimestre. Los institutos tienen libertad para elegir qué texto creen más pertinente para cada materia, siempre y cuando no se repitan. Incluso, aclaran, el texto no hace falta que sea académico: puede ser un ensayo o un escrito literario.

"El único requisito es que el texto elegido problematice los contenidos vistos en las materias. Buscamos que los futuros maestros incorporen el entusiasmo por la lectura para que, una vez que ejerzan, contagien la misma pasión a sus alumnos", explicó Cunietti. En esa línea, los primeros casos que recabaron dan cuenta de esa flexibilidad: aparecen libros como "El príncipe", de Maquiavelo, y "Martín Fierro" en los profesorados de historia, o los cuentos futboleros de Osvaldo Soriano en educación física.

Cunietti reconoció que algunos directores se sorprendieron con la medida, pero que, en general, hubo buena recepción. Según dijo, harán controles de la aplicación en cada institución, para ver cuáles son los textos que eligen y, sobre todo, para que no se repita el mismo título entre las distintas materias.

Sobre la medida que adoptó Mendoza, Juan Moris opinó: "El trabajo con textos completos puede facilitar lecturas que relacionen el contexto de lectura de los estudiantes y el de la producción de los textos, configurando un marco de interpretación más completa o compleja, pero esa relación no es lineal y puede llevar a una simplificación".

Según su mirada, la clave no está en si se da a leer un texto completo o fragmentado. "La diferencia está en el ejercicio de contextualización y recontextualización por el que recuperamos, interpretamos y utilizamos el sentido de los textos, en cómo lo incentivamos, propiciamos o enseñamos como docentes", señaló.

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