En materia educativa, tras casi cuatro años de gestión, el Gobierno se anota una reforma de la que se siente especialmente orgulloso: la Secundaria 2030. La opinión era casi unánime. Era necesario modificar la estructura de la escuela media, muy expulsiva, de escasa eficacia en el egreso de los estudiantes y, como si no bastara, de muy bajos indicadores de aprendizaje.
A fines de 2017, se aprobó la reforma en el Consejo Federal, con la participación de los 24 ministros provinciales. Mercedes Miguel, secretaria de innovación y calidad educativa, quien hoy habla con Infobae, fue su principal gestora.
-¿En qué etapa está hoy la Secundaria 2030?
-Estamos terminando este 2019 con el 40% de las escuelas -estatales en su mayoría- implementando alguna de las dimensiones de la Secundaria 2030. La reforma tiene un propósito muy claro que es desarmar la estructura de una secundaria absolutamente rígida, dividida en asignaturas. Busca que los profesores puedan pasar más tiempo en las escuelas, que trabajen juntos y por proyectos.
-¿La comunidad educativa coincidía en esa necesidad de reforma?
-En 2017 se le preguntó a todos los profesores y directores sobre la secundaria. 6 de cada 10 directores reconocían que era necesario cambiar el modelo. Hoy está habilitada la innovación. Están todos autorizados a ser disruptivos. El "2030" es por una proyección a largo plazo, de entender cómo es el nuevo aprendizaje que los chicos tienen que tener.
-¿Cuánto toma de otros modelos de éxito internacionales y cuánto tiene de propio?
-En realidad, en Argentina hace muchos años que hay escuelas que trabajan por proyectos. El punto acá era qué tipo de proyectos. Muchas de las escuelas ya venían siendo innovadoras, pero fuera de la normativa. Lo que hicimos fue poner sobre la mesa esa necesidad de innovar. Hay muchos países que, hace rato, miran a la secundaria como el espacio de transición de la vida escolar y la inserción en el mundo del trabajo o universitario. No solamente nosotros identificamos la necesidad de transformarla. En el G20 lo pudimos ver con mucha claridad. No es lo mismo que pasen de año a que aprendan, que estudio para el examen y después me olvido.
-¿Eso es lo que pasaba?
–Hay una estadística que dice que el 70% de lo que se aprende, en 24 horas los chicos lo olvidan si solo se busca que aprueben. Hay que salir del esquema de aprobar materias, de aprender contenido de memoria y pasar a una secundaria que sea un desafío, que sea atractivo y se quieran quedar. Y ya hay algunas buenas noticias: por primera vez en trece años rompimos el techo del 50% de la tasa de egreso. Sigue siendo bajo, pero de a poco estamos logrando mejorar.
-Para lograr esos cambios, necesitan que los docentes enseñen de otra manera. ¿Está cambiando el modo en que se forman?
-Estamos entrando en el núcleo duro de la formación docente. También ahí estamos proponiendo un nuevo marco que va a tener que ser acordado con todos los ministros provinciales. Un docente enseña como aprendió. Entonces también en los profesorados tenemos que romper la lógica de un estudiante que está sentado y recibiendo un profesor y después otro. Nos guste más o menos, la forma de aprender cambió radicalmente, como cambia todo en la sociedad a partir del impacto de las nuevas tecnologías. Tiene mucho más valor el aprendizaje entre pares que un docente que recita un contenido.
-¿Son permeables a esos cambios los institutos de formación docente?
-Es un mito instalado que a los docentes no les gusta hacer cambios. A nadie que está en una zona de comodidad, en realidad, le gusta que le cambien las reglas, pero nosotros creemos en la cercanía al profesor. Toda reforma educativa, al final del día, es una reforma emocional. Cuando el docente reconoce que lo ayuda a ser mejor, que su trabajo a los chicos les gusta, perciben que el cambio fue un paso adelante.
-Se suele -o solía- asociar el aburrimiento del chico con un aprendizaje de calidad. ¿Hoy qué actitud buscan que adopte?
-La propuesta tiene que ver con sacar al estudiante de la pasividad, de la quietud, incorporando conocimiento en su cabeza. Cuando uno trabaja por proyectos hay desafíos, hay búsqueda de información, análisis, conflictos, conversación. La idea es que él genere su propio conocimiento. Incluso con el mismo profesor, que pueda decir: "Está buenísima tu pregunta. No sé la respuesta. Busquémosla juntos". Me gusta hablar de un aprendizaje basado en la experiencia. Los chicos tienen que sentir aquello que están aprendiendo. Cuando lo viven así, no se lo olvidan más.
-La otra dicotomía que se suele plantear es si la secundaria debe formar para dar salida laboral o para seguir una carrera universitaria. ¿Dónde se para la Secundaria 2030?
-Es un debate que no conduce a nada certero porque la realidad es que los chicos tienen que formarse para la vida. El camino que sigan, sea trabajo inmediato o estudios superiores, lo definirán ellos. En las escuelas técnicas se habilita a que hagan pasantías en sus sectores de especialización. Pero en los bachilleres también debemos habilitar la posibilidad de pasantías educativas, que vivan una experiencia lo más cercana posible a lo que va a ser su realidad fuera de la escuela. Y hay un desafío enorme: a futuro no sabemos cómo va a ser exactamente esa realidad.
-En general, tienen mala reputación las pasantías, se las vincula a precarización laboral. ¿La apuesta es quitarle esa carga negativa?
–Es absolutamente falso que un chico en la secundaria esté accediendo a un trabajo precario. Hay leyes que los resguardan. El único propósito es que se acerquen lo más posible al futuro laboral. En otros países hasta se cursan algunas materias en universidades o empresas. El verdadero aprendizaje sucede cuando pueden poner en práctica aquello que están aprendiendo. La clave está en que ganen la capacidad de desarrollar conocimiento continuamente. Hoy en día no se termina más de aprender. Todos: los adultos, los profesores, los supervisores. Estamos sumergidos en un mundo en el que aprendemos todo el tiempo.
-¿Qué metas esperan cumplir en distintos indicadores como repitencia, sobreedad, abandono?
-En 2025 el 100% de las escuelas del país deberían estar implementando las cuatro dimensiones que se proponen: desarrollo profesional docente, una nueva organización institucional, cambios en los regímenes de aprobación y aprendizaje basado en proyectos. Lo que miramos para medir el estado de avance son justamente los indicadores de eficiencia interna: repitencia, sobreedad, deserción y egreso.
-¿Aparecen avances comparativos entre escuelas que aplican la nueva secundaria y las que no?
-Todavía no lo estamos segmentando de esa manera. No estamos haciendo la comparación. Pero sí estamos conformes con lo que vemos en toda la secundaria. Hay avances lentos, pero muy significativos. Mejoró la tasa de egreso, disminuyeron la sobreedad y la repitencia.
-La reforma apunta a completarse recién en 2025, pero en octubre hay elecciones y posiblemente asuma otro gobierno en diciembre. Que se haya aprobado en el Consejo Federal, con clara minoría partidaria, ¿asegura la continuidad?
Más allá de que esperamos revertir el primer resultado, hasta el 10 de diciembre tenemos una agenda. Lo que es cierto es que el Consejo Federal funcionó muy bien. Hubo un gran respeto por la discusión educativa. Estamos orgullosos del federalismo que logramos. No era así antes de nuestra gestión. Somos minoría en lo político-partidario, pero eso nunca primó. Confío plenamente en que, pase lo que pase, hay un rumbo educativo marcado.
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