En Uruguay están decididos a eliminar la repitencia escolar. La Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) avanza en un documento que propondrá quitar la normativa que hace recursar a aquellos alumnos que no logran aprobar un mínimo de materias.
El debate en torno a la repitencia no es nuevo en educación. Desde hace décadas se cuestiona su escasa eficacia en términos de aprendizajes y, peor, su consecuente exclusión. Tan así que, según publica El País de Uruguay, un informe oficial muestra que de cada diez estudiantes que repiten el primer año de la secundaria, nueve abandonan.
"Llegó la hora de que hagamos un pacto social, un acuerdo de que la educación es obligatoria para todos, es un derecho de todos y, por tanto, no puede ser pura meritocracia. Llegó el momento de que la clase media acepte que esos bancos que, históricamente, se reservó para sí misma, ahora los deberá compartir con los recién llegados", consideró Antonio Romano, director de Planificación Educativa de la ANEP.
En las próximas horas surgirá un documento que comenzará a delinear la reforma. Para antes de fin de año esperan que se selle el acuerdo definitivo, aunque todavía no está claro cómo será el nuevo régimen: si la repitencia se eliminará por completo o si, por el contrario, se quitará por ciclos.
La discusión trasciende a Uruguay y también se instaló en Argentina. De hecho, el Ministerio de Educación Nacional hizo un relevamiento en 2016 sobre la repitencia en el mundo. Analizó 155 países y detectó que solo el 23,9% practica la repitencia en todo el nivel primario sin limitaciones; la mayoría de ellos en Latinoamérica y África. Por el contrario, en el 33,5% de los casos analizados hay promoción automática en todos los grados. En tanto, en el 42,6% existe repitencia con condicionamientos: ya sea que está restringido en los primeros grados o que no se puede recursar más de una vez en la primaria.
Entre los efectos negativos, los resultados de aprendizaje también le dan la espalda a la repitencia. Las cifras en matemática son flojas, pero para los repitentes son más bien alarmantes. Aprender 2017 muestra, por ejemplo, que el 34,2% de los alumnos argentinos que nunca repitió alcanzó los niveles satisfactorio y avanzado, mientras que entre los que repitieron una vez ese indicador cae al 18,6%. Y a mayor cantidad de veces que se repite, menos posibilidades de aprobar.
Argentina dio un primer paso en 2012. Hasta entonces repetía más del 6% de los alumnos de primer grado. Ese año, por resolución del Consejo Federal, con la presencia de todos los ministros de educación, se estableció que los dos primeros años pasarían a ser una unidad pedagógica. Por lo cual, se eliminó el castigo de repetir en el primer grado.
En la secundaria, sin embargo, el problema persiste. En 2016, a nivel nacional, repitió el 10,1% de los estudiantes, con fuertes disparidades por provincia. Entre donde más repiten -Santa Cruz- y donde menos -La Rioja- hay más de 15 puntos porcentuales de diferencia, según revela un informe del Observatorio Argentinos por la Educación. Luego se convierte en uno de los factores que incide en que 4 de cada 10 chicos no egresen.
Los indicadores son contundentes. Los estudiantes que repiten aprenden menos que sus pares por más que sea la segunda vez que cursan y, en ocasiones, terminan abandonando. ¿Por qué sostener, entonces, un dispositivo que se demuestra ineficiente? En caso contrario, ¿eliminar la repitencia llevaría a una paulatina baja de la exigencia?
Hugo Labate, director de diseño de aprendizaje nacional, le dijo a Infobae: "El mensaje que hay que bajar es que el castigo no es la solución. La repitencia no es efectiva. Los chicos que no aprenden lo hacen por alguna dificultad a la hora de apropiarse del conocimiento. Lo ideal sería reparar esos conocimientos y no hacerlo repetir el mismo proceso que el año anterior no fue exitoso".
El funcionario aseguró que desde Nación se bajó una serie de propuestas para que las provincias "repiensen los mecanismos de acreditación". En secundaria los alumnos repiten llevar más de dos o tres materias según la jurisdicción. Una de las ideas es formar un cuerpo de profesores que tomen en conjunto la decisión y que se establezcan herramientas de "compensación" en caso promover al estudiante. Otra dispositivo posible, agregó, son las escuelas de verano e invierno para trabajar más horas con los chicos que lo necesitan.
Melina Furman, doctora en educación y profesora de la Universidad de San Andrés, señaló: "Hay un mito de que la repitencia va a actuar para que los alumnos se esfuercen más, pero la evidencia muestra claramente que no ayuda a mejorar la calidad del aprendizaje. De hecho, es una gran predictora de futura deserción escolar. Si un chico durante un año no logró los conocimientos y al año siguiente se vuelve a hacer lo mismo es casi una garantía de que los resultados van a ser iguales".
Del mismo modo, opinó: "Lo que hay que hacer es acompañarlos de un modo diferente, más de cerca. La decisión de Uruguay es acertada siempre y cuando se trabaje con énfasis con los alumnos que no logran cumplir con los saberes mínimos".
Por su parte, Juan María Segura, consultor en innovación y gestión educativa, fue contundente: "La repitencia escolar es tanto un signo de fracaso de un sistema escolar como el emergente más patente de un sistema que, equivocadamente, pretende tratar a todos los aprendices por igual".
Sobre el caso uruguayo, sostuvo: "Si la modificación realizada es solo una acción cosmética con el fin de 'encubrir' un indicador clave de un sistema escolar anticuado, entonces es una pésima política y una mala noticia. Si, en cambio, la modificación nos está dando indicios de que su sistema escolar está comenzando a virar hacia una mirada más centrada en el alumno como un ser individual y no tanto como parte de un lote de personas, entonces merece atención y seguimiento".
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