Solo se recibe una ingeniera cada 10 mil mujeres en Argentina y persiste el "efecto Matilda"

En cambio, entre los varones, el país gradúa uno cada 3 mil. La presencia femenina en el área es de apenas el 24 por ciento y los especialistas lo asocian con la percepción que se tiene de sus carreras

Todavía existe una fuerte brecha de género en las ingenierías (UTN CABA)

Virginia Ballarín fue presidenta de la Sociedad Argentina de Bioingeniería, pero antes, con apenas 21 años tuvo un episodio que pudo haber empantanado su carrera. Cursaba su cuarto año de Ingeniería Electrónica, rendía un final de Sistemas Digitales y debía explicar el funcionamiento de stack pointer en microprocesadores. Ella hizo una comparación con una pila de platos porque el último registro que se almacena es el primero que sale, explica. A eso, su profesor respondió: "Tenía que ser mujer para compararlo con una pila de platos". Ella se enojó, juntó bronca, pero no se le cruzó por la cabeza desistir.

El de Ballarín es solo uno de los relatos que recopila Matilda y las mujeres en ingeniería en América Latina, el libro que lanza en el Día de la Mujer el Consejo Federal de Decanos en Ingeniería (CONFEDI) junto al Consorcio Latinoamericano y del Caribe de Ingeniería. En la publicación, se menciona el "efecto Matilda" como una de las claves para analizar la baja representación femenina en el área.

Es que en Argentina los indicadores de género vinculados a las ingenierías también encienden alarmas. Según los datos de la Secretaría de Políticas Universitarias, en 2017 se graduó una ingeniera cada 10.427 mujeres, mientras que se recibió un ingeniero cada 3.238 hombres en el país.

En 2012 se trazó el objetivo de graduar un ingeniero cada 4.000 habitantes para 2020. Parte del desarrollo productivo, se pensó, vendría de la mano con ellos. Todavía incumplida esa meta, en 2017 se alcanzó a recibir un nuevo ingeniero cada 4.992 personas. Para alcanzar la cifra deseada, es menester empujar el interés de las estudiantes en el área, despertar vocaciones tempranas.

La presencia de las mujeres en las ingenierías asciende, aunque más lento de lo que debería. En 2009 eran el 22%. Ocho años después, el 24% de los ingresantes fueron mujeres y, del mismo modo, del total de graduación solo representaron el 24%. La primera conclusión que arrojan los números es que los indicadores de ingreso, permanencia y graduación son idénticos a la de los hombres.

En el desglose por provincias, se destaca la feminización de la ingeniería en Formosa, Jujuy, Neuquén, Río Negro, Salta, San Luis, Santa Cruz y Santiago del Estero con representación por encima del 30%. En tanto, la ciudad y la provincia de Buenos Aires están por debajo de la media nacional con el 21% y 22% respectivamente.

Más allá de ser minoría, la disparidad entre las distintas disciplinas es notoria. "La diferencia entre las terminales puede ser porque quedan sectores que piensan que el trabajo que hace un ingeniero no puede ser hecho por una mujer, en especial en las áreas eléctrica, electricista, electrónica, mecánica, petróleo, que todavía se ven como campos de acción que no serían favorables para la mujer. Lo cierto es que dentro de cada una de esas terminales es amplio el campo de acción y la mujer puede elegir dónde se siente más cómoda", le dijo a Infobae María Teresa Garibay, presidenta de la comisión mujer en ingeniería de CONFEDI

Estudiantes de ingeniería de la UTN

Hay una suerte de "divorcio histórico" entre las mujeres y algunas ingenierías como Electricista, Electromecánica, Electrónica y Mecánica. La cantidad de alumnas en esas terminales está entre 6 y el 8 por ciento. El proceso inverso se produce en las disciplinas con fuerte carga de química. Por caso, en Alimentos y Ambiental las mujeres son mayoría en las aulas.

"Los cambios no se van a dar instantáneamente. Vencer la inercia no es fácil, pero si logramos cambiar la percepción desde el lugar que cada quien pueda, sin duda, traccionamos. Las mujeres podemos ser ingenieras porque nuestra capacidad nos lo permite. El ingreso muestra una tendencia creciente, pero en un contexto de demanda de profesionales en ingeniería, es indispensable continuar promoviendo el interés", señaló Andrea Pinzón, investigadora de la Universidad General Sarmiento.

Los especialistas observan que persiste el "efecto Matilda" en las carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemática, por sus siglas en inglés). Matilda Joslyn Gage fue una neoyorquina aficionada de la medicina, que se convirtió en activista luego de ser rechazada de la universidad porque en el siglo XIX solo matriculaban a hombres. Desde entonces, se le llamó "efecto Matilda" al fenómeno por el cual las contribuciones de las mujeres a la ciencia se le atribuyó a los hombres, se les quitó representación y reconocimiento. El problema hoy es de percepción: todavía se siguen viendo como carreras para varones.

Roberto Giordano Lerena, expresidente de CONFEDI, explicó: "Creo que hoy es un efecto invisibilizado. El efecto Matilda existe, aunque a veces invisibilizado o naturalizado y llama a la reflexión desde allí. En alguna medida el libro pretende darle visibilidad a partir de historias reales y llamar la atención de todo el sistema educativo. Pese al efecto Matilda, se puede ser una exitosa mujer en ingeniería".

Por su parte, Liliana Rathmann, decana de la Universidad Atlántida Argentina, expresó: "Con la ayuda de todos, podremos terminar de construir un martillo enorme que rompa con el techo de cristal, y así, garantizar que las investigaciones científicas dependan del esfuerzo y el talento que cada uno lleva dentro, sin importar si su par 23 de cromosomas es XX o XY".

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