Cinco meses atrás, Nicolás Aguiar preparaba su video en inglés. Participaba de una postulación que cada año el gobierno británico ofrece a estudiantes universitarios para hacer una experiencia de intercambio en las Islas Malvinas. La convocatoria siempre la habían integrado Chile, Uruguay y Brasil. En 2018, además, se resolvió agregar a Argentina.
Algunas universidades -la UBA, entre ellas- incluso repudiaron públicamente la convocatoria británica. Pero para Nicolás, de 24 años, era una posibilidad. Como estudiante de Relaciones Internacionales por la Universidad de Rosario (UNR), no veía otra experiencia de intercambio más potente que esa. Entonces, mandó su video, contó por qué deseaba viajar a Malvinas, convenció al jurado y se convirtió en el primer estudiante argentino en lograr el viaje estudiantil.
"Cuando me postulé era consciente de que sería una experiencia controversial. Y lo entiendo perfectamente. Comprendo lo que esta causa significa para nosotros los argentinos. Pero aun así, y luego de escuchar con humildad y respeto todas las críticas, acepté el viaje. Estoy convencido de que el diálogo intercultural siempre es positivo", le contó Nicolás a Infobae.
El estudiante de la UNR ya había hecho dos intercambios en Estados Unidos, como becario de la embajada norteamericana. Pero quería conocer las Malvinas: hoy un privilegio de pocos, un viaje por demás caro. A mediados de octubre se enteró que había sido seleccionado y ahí comenzaron los preparativos. Pasaría una semana en las Islas en una casa de familia, rodeado de un supuesto clima hostil.
El recorrido comenzó en Buenos Aires, donde se reunió con el embajador Mark Kent. De allí viajó a Santiago de Chile, hizo una escala en Punta Arenas y finalmente aterrizó en Malvinas.
"Fue una experiencia increíble, la más fuerte de mi vida. Me abrió la cabeza en varios aspectos", dijo Aguiar. "El trato fue siempre excelente. La gente fue muy amable y respetuosa conmigo. Antes de ir a Malvinas, me imaginaba una situación de rechazo total por parte de ellos. Pero afortunadamente hay personas que a pesar de la disputa se dan la oportunidad de conocernos", agregó.
Durante la semana, tuvo una agenda intensa. Desde actividades turísticas y de aventura como volar en avioneta, visitar una isla, andar en cuatriciclo, hacer kayak y trekking. Hasta actividades políticas y culturales: reuniones con legisladores isleños, charlas con locales, una visita al gobierno y -"la más fuerte"- una recorrida por el Cementerio Argentino en Darwin, donde yacen los héroes que combatieron en la guerra.
Nicolás se sorprendió al conocer varios isleños que habían visitado Argentina como turistas. "Me dijeron que les gustó mucho", recordó. Los únicos momentos en los que sintió el rechazo fue de noche, en los bares. "Me habían advertido que, siendo argentino, intente evitar ir. Ahí sí encontré isleños que me admitieron que odian a los gobiernos argentinos. Pero aun así, pudimos charlar e intercambiar opiniones".
Está cerca de recibirse, pero todavía no definió en que área va a desenvolverse. Uno de los ámbitos que más le atrae, sin embargo, es justamente la diplomacia. Su interés viene de la secundaria: era fanático de los modelos de Naciones Unidas, también le gustaba conocer a los estudiantes de intercambio que asistían a su escuela.
Con el paso de los años, su interés por las relaciones internacionales fue en ascenso. Hoy está convencido de que este tipo de experiencias, como la que vivió en Malvinas, son muy enriquecedoras, que el diálogo es el único camino. Pero su postura es la misma de antes de viajar: "Creo que nuestros argumentos jurídicos son muy fuertes. Mi posición de soberanía argentina sigue firme".
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