En el diseño curricular está la propuesta inicial, el punto de partida de la experiencia educativa. En sus páginas se especifica qué es aquello que se va a enseñar en cada año escolar, desde el primero hasta el último. Por eso, todavía hoy sigue siendo tema recurrente en el debate pedagógico.
Un artículo del Banco Mundial apunta hacia los países asiáticos como modelo a seguir. Sobre todo a Singapur, Japón, Corea del Sur y China que lideran edición tras edición las evaluaciones internacionales como PISA o TIMSS.
"El este de Asia es el hogar de siete de los diez sistemas educativos más importantes del mundo. En esos países las reformas curriculares del siglo XXI ven la educación de un modo diferente. Al reconocer que la economía global cambia constantemente y se basa cada vez más en el conocimiento, ponen más énfasis en 'aprender a aprender' para que los estudiantes puedan desarrollar la flexibilidad y la adaptabilidad para mantenerse al día con las demandas del mercado laboral de hoy", dice el artículo.
Hay un punto en común en sus diseños curriculares: todos apostaron a quitar contenido formal. En Hong Kong, por caso, recortaron el plan de estudios a cuatro áreas estratégicas de aprendizaje. En Japón apostaron por la reducción del 30% de la currícula. O también está el ejemplo de Singapur, que quitó un tercio de su currículum y orientó su educación en torno a la máxima de "enseñar menos, aprender más".
Todos ellos, continúa el artículo, coinciden en desprenderse de la memorización a la hora de aprender y apuntan al desarrollo de competencias. Japón cambió su mirada educativa: dejó de hablar de "lo que saben los alumnos" para empezar a preguntarse "qué pueden hacer con aquello que saben". Por eso, en sus aulas instalan trabajos por proyectos, análisis de problemas, aprendizaje experimental, investigación en grupos, debates y presentaciones.
"Lo que están haciendo los países asiáticos es lo que todos los sistemas educativos del mundo saben que deben hacer: rebalancear la currícula entre contenidos core tradicionales y competencias transversales, incluyendo temáticas emergentes del siglo XXI", le dijo a Infobae Juan María Segura, experto en innovación y gestión educativa. "Lo novedoso es que lo están haciendo de verdad, mostrando una gobernanza del sistema que otros países no alcanzan. Eso, en el mediano plazo, tomará la forma de una ventaja competitiva permanente", agregó.
Los cambios en la forma de enseñar se comienzan a reflejar en la forma de evaluar. En 2014, Japón propuso un examen que le quita relevancia a la memorización y prioriza habilidades como pensamiento crítico, razonamiento y expresión que comenzará a aplicarse este año. En la misma línea, Corea del Sur implementó un semestre sin exámenes que permite a los docentes aplicar un uso más flexible del currículum durante medio año escolar.
"Si bien la necesidad de inculcar nuevas competencias a las generaciones futuras es reconocida mundialmente, comprender, definir y cambiar las prácticas de enseñanza y evaluación sigue siendo un desafío a nivel mundial. Los países asiáticos optaron por reducir la currícula escolar para, de esta forma, dar lugar a desarrollar las competencias necesarias para este siglo", planteó a Infobae Rodrigo Miguel, autor de El poder de la educación.
Los currículums en Argentina
Claro que los contextos son diferentes. Los gobiernos asiáticos tienen más control sobre el sistema porque, en ocasiones, hay restricciones en las libertades, no hay oposición sindical ni autonomía escolar. También la profesión docente está muy bien remunerada y goza de un prestigio absoluto en la sociedad.
Pese a esas diferencias imposibles de soslayar, la reforma curricular es un ítem que podría apoyarse en la experiencia asiática: dictar menos contenidos, pero hacerlo con mayor profundidad. Hacer un cambio notorio de los planes de estudio implica, según Segura, un "tremendo desafío político-corporativo". Las materias son consideradas como un derecho adquirido y su modificación genera tensiones.
"En la mayoría de las jurisdicciones educativas de nuestro país, los diseñadores curriculares han obrado históricamente más como guardianes 'templarios' de un derecho, que como articuladores entre un diseño institucional y los desafíos de su época", consideró el especialista.
Con el paso de los años, se terminó sobrecargando especialmente la currícula de la secundaria pese a que ahora existe al menos una voluntad declarada por integrar saberes, por hacer que las materias dialoguen entre sí.
"En Argentina todavía se siguen priorizando los currículums largos donde se resalta el contenido antes que el desarrollo de habilidades como lo podrían ser el trabajo en equipo, la flexibilidad y la adaptabilidad para mantenerse al día con las dinámicas no solamente del mercado laboral si no también de las sociedades en sí mismas. Esta nueva visión de la educación es esencial para el desarrollo del capital humano y su implementación es urgente", remarcó Miguel.
En el plano académico e intelectual, son mayoría los que sostienen que los alumnos no necesitan más información. Más que suficiente con la que ya reciben. Lo que necesitan es dar sentido a esa información. "Hacia allí debería apuntar un diseño curricular de esta época -dice Segura-. Ser una herramienta dinámica, viva, en diálogo permanente para ayudar a interpretar y dar sentido al entorno, que colabore con la inserción en la vida adulta y en el mundo de la producción".
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