Efecto "cuna" en Argentina: los hijos de padres más educados consiguen mejores resultados

Entre los alumnos con familias que terminaron o no la secundaria, hay diferencias significativas de desempeño en lengua y matemática. Las razones de un fenómeno que excede al país

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Es un fenómeno observado a nivel global y Argentina no está exenta. Se lo suele llamar efecto "cuna". A los hijos de padres con nivel académico más avanzado les va mejor en las pruebas. Hay un determinismo de origen: el mayor nivel educativo de los padres se asocia con mejores aprendizajes de los estudiantes

Puntualmente, entre los alumnos de sexto grado, hay un salto significativo en los resultados tanto en lengua como en matemática si se considera la variable familiar. Las pruebas Aprender 2016 así lo marcan también. Los estudiantes cuyos padres terminaron la secundaria están por encima, en promedio, del nivel "satisfactorio" en lengua, mientras que los de menor alcance académico apenas sobrepasan el "básico".

Los datos, que surgen de un nuevo informe del Observatorio Argentinos por la Educación, muestran una correlación similar -aunque menos notoria- en matemática. En esa materia, la escalada es más lenta, pero cuando se trata de hijos de padres que terminaron la secundaria hay un salto pronunciado.

"Es un resultado lamentablemente muy conocido en educación. No solo en Argentina, sino en todo el mundo. El efecto 'cuna', es decir, el capital cultural que tienen las familias influye en su éxito en la escuela", explicó a Infobae Melina Furman, doctora en educación y profesora de la Universidad de San Andrés.

"Hay distintos factores que participan: a qué juegos juegan en la casa, qué palabras utilizan, si tienen libros cerca o experiencias extraescolares de enriquecimiento que los estimulen. También si los papás tienen tiempo y herramientas para acompañarlos en las tareas", enumeró.

En general, las familias tienden a organizarse en torno a escasas diferencias de niveles educativos. El 47% de los padres alcanza el mismo nivel y a otro 29,1% los distancia solo uno. El informe remarca que no consideró estudios superiores porque implica un porcentaje muy menor y no representativo. También aclara que el vínculo entre las dos variables no implica necesariamente causalidad, que se deben hacer estudios más exhaustivos para verificarla.

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En el medio, otra variable que juega es el nivel socioeconómico (NSE) de las familias. "Existe una creencia generalizada de que los más ricos aprenden mejor y los más pobres peor. Sin embargo, cuando uno varía el tipo de escuela al que asisten los alumnos, notará que los NSE más bajos poseen rendimientos sumamente elevados en escuelas de gestión privada en comparación con su misma población en escuelas estatales", planteó Juan María Segura, experto en gestión e innovación educativa.

Más allá de la dicotomía público vs. privado, para Segura hay un punto: "Los aprendizajes de cualquier NSE son altamente susceptibles a las condiciones institucionales y sociales en las cuales se lleva adelante el proceso educativo. Mejores escuelas, mejores docentes, mejor planificación escolar y procesos institucionales ininterrumpidos durante el ciclo anual de trabajo devienen en mejores aprendizajes, con independencia del NSE", remarcó.

Furman coincide con la postura y asegura que la clave está en "generar mejores escuelas, con mejores docentes, para los que más lo necesitan". "Hay algunas experiencias en el mundo con estímulos para que los maestros mejor formados enseñen en escuelas en zonas populares. Pero en Argentina todavía es una deuda pendiente. La escuela no cerró la brecha entre los chicos que vienen de las familias más y menos aventajadas", consideró.

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