El 18 de marzo, Andria Zafirakou se convirtió en "la mejor maestra del mundo". En Dubái, recibió el Global Teacher Prize, que organiza la Fundación Varkey. Sobresalió entre 30 mil docentes de 173 países que se postularon al galardón, que incluye un millón de dólares para desarrollar un proyecto escolar. Desde entonces, su vida cambió.
A los pocos días, llegó a su escuela, la secundaria Alperton Community School, en Brent, uno de los barrios más postergados de Londres, y tenía dos cartas. La primera era de una maestra suya, que la había tenido a los seis años. Le decía todo lo orgullosa que se sentía por su trabajo. La otra carta era de un funcionario del parlamento del Reino Unido que quería conocerla.
Zafirakou, una profesora de Arte, pasó a ser una figura pública, a reunirse con jefes de estado y empresarios de todo el mundo. Desde el miércoles se encuentra en Argentina para lanzar la edición 2019 del premio, que ya abrió sus postulaciones. Fue recibida en la Casa Rosada por el presidente Mauricio Macri y dio charlas a docentes y directores. En el medio, habló con Infobae.
-Ser maestro es una de las carreras más nobles que puede haber. Necesitamos buenos profesores. Necesitamos profesores que de verdad se preocupen por los estudiantes, pero también necesitamos que los gobiernos nos escuchen y ayuden a las escuelas, que ayuden a resolver los problemas que tenemos en las escuelas.
-¿Cree que la profesión no tiene el reconocimiento que merece?
-Se podría hacer mucho más. Hay muy pocos países que valoran realmente a los maestros tanto como a los médicos en términos de respeto. En el Reino Unido nuestro salario no aumentó por más de siete años, por ejemplo. No nos olvidemos que estamos haciendo un trabajo desinteresado y le estamos dando educación y habilidades a más o menos 30 chicos al mismo tiempo. Trabajamos después de horario, los fines de semana. Intentamos ayudar a los chicos y no todos hacen eso. Si les preguntamos a ellos quién es su mayor inspiración, probablemente dirán sus profesores, porque les enseñamos algo, al menos una cosa que los movilizó.
-Con el premio comenzó a desarrollar un proyecto, ¿en qué consiste?
-Está pronto a implementarse porque estamos terminando de desarrollarlo. En el Reino Unido, el arte como materia combina distintos elementos. Por ejemplo, drama, música, diseño tecnológico. Esas materias son dejadas a un costado porque creemos que las STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemática) son las principales materias que los alumnos deben aprender. Lo que yo quiero hacer es invitar artistas a venir a la escuela. Formar una organización benéfica para conectar a los artistas con las escuelas más vulnerables.
Zafirakou, de 39 años, da clases a alumnos que hablan 35 idiomas diferentes. Por ello, debió aprender palabras básicas de cada lengua para acercarse a ellos. El otro problema, por la vulnerabilidad que los rodea, era el alto abandono. Optó por rediseñar el plan de estudios junto a otros profesores y logró llevar a su escuela a la elite de los de mejor rendimiento del país. Ganaron la Marca Platino en Desarrollo Profesional, un reconocimiento que otorga la University College London y que menos de 10 colegios recibieron, además de un reconocimiento por alto estándar de calidad en artes visuales. Todo en un contexto adverso.
-Desafortunadamente donde yo trabajo es un área vulnerable de Londres. Muchos de mis estudiantes vienen a la escuela sin ver a sus padres en las últimas 24 horas y cuando llegan a casa lo más probable es que se cuiden ellos mismos, porque los padres trabajan de noche, si es que tienen padres. A veces vienen a la escuela con hambre porque no hay comida en sus casas. Tenemos chicos que viven en una casa con otras 6 familias más, y una familia entera está en una habitación. Entonces no hay privacidad. No pueden encontrar su propio espacio. También tenemos alumnos que integran pandillas, con crímenes y violencia cerca.
-Cuando estudiaba, ¿tenía la intención de trabajar con chicos vulnerables?
-No era algo que yo buscaba. Era lo lógico por ser el lugar de donde venía, donde fui criada. Creo que cuando sos joven y estás estudiando, te focalizás más en la pedagogía, en tu estilo de enseñanza, en cómo manejar una clase. Los problemas me llegaron inmediatamente cuando empecé a trabajar en una escuela. Y ahora me desvela ayudarlos a salir de esas malas condiciones.
-¿Cuesta mantener la motivación para trabajar en esas condiciones?
-No se trata de mí. El rol de un buen maestro es pensar cómo podés hacer para ayudar a ese chico a tener una buena experiencia educativa, cómo hacer para que aprenda más allá de los problemas que atraviesen. Y más importante: cómo lograr inspirarlos, cómo hacerlos mejorar y cómo lograr que alcancen el éxito en sus situaciones. Tenemos una función crucial.
-¿Cómo se logra tener armonía en clase con estudiantes tan distintos?
-Es una oportunidad fantástica trabajar en una escuela tan diversa, tenemos una gran variedad de nacionalidades. Estamos convencidos de que es una buena idea e invitamos a todas las culturas a sumarse. Yo vengo de una familia de inmigrantes. Entonces entiendo cómo es. Hay que celebrar las diferentes culturas e intentar aprender de ellas. Los estudiantes tienen que valorarse los unos a los otros y la única forma es dándose el tiempo necesario. Con ello, logran convertirse en mejores personas y, sobre todo, es clave para el mercado laboral. Les va a ayudar mucho porque van a estar compitiendo a un nivel global.
La profesora da clases de Arte y textil, una materia que no existe con ese nombre acá. Es muy abarcativa: incluye pintura, dibujo, diseño, fotografía, estilismo. Según Zafirakou, les da a los estudiantes la oportunidad de desarrollar habilidades especiales que otras materias no ofrecen.
-Les da la habilidad de ser creativos, de tener una idea, de desarrollarla. Les ofrece también la habilidad de la resiliencia: cuando tienen un problema, cómo resolverlo, qué camino tomar para ser exitoso. La habilidad de trabajar con alguien más, como un equipo. La comunicación, hablar sobre tu trabajo, hablar sobre el trabajo de un compañero en clase.
-A esas materias se las cuestiona porque no se les suele ver un sentido práctico.
-Creo que las materias artísticas pueden darte muchas habilidades y aspiración. Pero más allá de eso, en un sentido más pragmático, contribuyen significativamente a cada economía. Hay que buscar que los estudiantes aprecien el valor real que tiene el arte para su futuro. Con suerte, podrán usar esas habilidades que adquirieron con el arte en sus futuras carreras.
-¿Son las habilidades que busca el mercado laboral?
-Lo que hay que pensar es qué oportunidades de empleo tendrán los estudiantes. La tecnología está cambiando el mundo dramáticamente. Hace unos años se ponderaban sobre todo las habilidades STEM. Desde el premio, me reuní con muchos líderes de distintas industrias y ellos están buscando un enfoque creativo. Quieren a los ingenieros, pero también quieren a los creativos. Entonces trabajemos en las ciencias, pero focalicemos en el arte, la música, que realmente ayudan a formar seres humanos holísticos.
-Arte y textil es una materia prioritaria en su escuela. ¿Cree que los buenos resultados están relacionados con esa elección?
-Sí, creo que están relacionados. Si le das a los chicos la oportunidad de relajarse, de ser creativos, de encontrar su identidad, lo que pasa con las materias artísticas es que terminan siendo soporte de las otras materias. Hay maestros que me preguntan: "¿Qué hiciste? Este chico cambió. Ahora tiene más confianza, levanta la mano para hacer preguntas. Y me dijo que lo aprendió en la clase de Arte". Eso demuestra que nunca se tiene que subestimar el poder del arte.
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