La Sorbona se fundó en el siglo XIII y hoy es casi una eminencia universitaria. En el medio, hubo un cierre, una reapertura y un nuevo cierre. Hubo transformaciones que derivaron en tres universidades sucesoras. Una de ellas es la La Universidad de París I Panthéon-Sorbonne. El decano de Ecole de Droit -la Facultad de Derecho-, el doctor Francois-Guy Trebulle visitó Buenos Aires en los últimos días.
En su visita, Trebulle buscó fortalecer la doble titulación franco-argentina que, junto con la Universidad del Salvador (USAL), dictan desde 2005. Hoy la matrícula tiene 204 alumnos que, en su mayoría, comenzaron sin saber francés. En los primeros años tienen interpretación simultánea y una formación intensiva del idioma. Quienes se gradúan, reciben el diploma de parte de la USAL y de la Sorbona.
Es la única "filial deslocalizada" de la Sorbona en Latinoamérica. A partir del año que viene, quieren que la carrera sume la posibilidad de hacer un año de maestría después de los cuatro. El decano brindó una conferencia sobre derecho medioambiental, una de sus especialidades, se reunió con las autoridades de la USAL y habló con Infobae sobre la actualidad y el porvenir de la universidad.
-¿Cómo se adapta una de las universidades más tradicionales del mundo a los cambios tecnológicos?
-En el plano académico, tenemos formación de muy alto nivel en el derecho informático y estudios de regulaciones jurídicas a la revolución tecnológica. Estamos involucrados en la evolución en el tema. De hecho, la última colega que se sumó es una experta en informática. Sin embargo, estoy menos orgulloso en otro aspecto: tenemos pocos profesores que utilizan la tecnología para enseñar. Se utiliza más que nada para dar contenidos complementarios al programa.
-¿Qué espera de la universidad en los próximos años?
-Espero volver a encontrar algo del espíritu tradicional de la universidad, de apertura hacia los intercambios internacionales y entre las distintas disciplinas. Dar un conocimiento verdaderamente instruido y no meramente dogmático. Estamos en un momento de la enseñanza superior que quizás tengamos éxito en evolucionar en ese sentido o, de lo contrario, quizás desapareceremos. Si no tenemos éxito en evolucionar, quizás incluso puede ser deseable que desaparezcamos. Pero soy optimista, creo que la evolución va a llegar.
-¿Cree que la modalidad online puede reemplazar a la presencial?
-No, para nada. Es irreemplazable la charla directa más allá de los recursos como videoconferencias. De igual modo, es un elemento que tenemos que desarrollar para amoldarnos. Muchas veces la adversidad nos ayuda. Este verano tuvimos algunas protestas estudiantiles que bloquearon el ingreso a la facultad y tuvimos que buscar soluciones alternativas.
-¿Cómo lo resolvieron?
-Organizamos de urgencias unas filmaciones en video de las clases y las pusimos online. Queríamos garantizar el acceso al conocimiento y, a la vez, logramos que se desdramatice el pasaje a lo virtual. No sabemos si los profesores también lo harán el año que viene, pero logramos un efecto positivo en medio de una situación complicada.
-¿Por qué observa con cierto recelo a la educación a distancia?
-Tengo mis resistencias. Hay que motivar el uso de las nuevas tecnologías, pero eso no debe reemplazar totalmente la pedagogía presencial. Me refiero a carreras de grado y no a cursos cortos. En París tenemos algunas certificaciones completas a distancia, pero de tanto en tanto organizamos reuniones físicas para evacuar inquietudes, para tener el lazo humano necesario.
-En ese contexto, ¿la modalidad semipresencial se presenta como ideal?
-No lo ideal, pero sí una buena solución para un conjunto de estudiantes determinado. No veo que se oponga un modelo a otro, sino que se deben explorar modelos mixtos, con uso de tecnología pero también contacto humano.
-¿Qué requisito debe cumplir un alumno que quiere ingresar a la Sorbona?
-Cada año tenemos 640 plazas para la licenciatura en Derecho, que es la carrera tradicional. Desde este año implementamos un nuevo sistema de selección. Recibimos 14.700 candidatos. Los estudiantes se anotaron a través del ministerio y después debieron sortear un filtro muy grande. Eso generó algunos movimientos sociales que denunciaron esta idea de selección. Sucede que estamos en un cambio de sistema. Hay mucha más demanda que oferta.
-¿Es saludable esa selección?
-Yo creo que es buena. Permite que los estudiantes sean orientados. Por ejemplo, un joven que tuvo malos resultados en el colegio en francés sería mejor que trabaje en sus conocimientos de la lengua antes de ingresar a la facultad. Antes el ingreso era muy libre y la tasa de fracaso en primer y segundo año era muy alta. En dos o tres años sabremos si dio resultado.
-¿Cómo son recibidos los estudiantes extranjeros en Francia?
-La Sorbona es una de las universidades francesas con mayor proporción de estudiantes extranjeros. Es un tesoro y un orgullo, pero al mismo tiempo, a veces, no están todos los recursos para poder recibirlos como deberíamos. Me gustaría que también cada vez puedan salir más franceses al exterior.
-¿Tienen una cantidad significativa de argentinos?
-Hay algunos, pero no suficientes. Es una de las razones por las que estoy aquí, en Buenos Aires. Es importante encontrar caminos para establecer lazos con universidades argentinas. Podemos decir que los sistemas son bastante próximos salvo en las cuestiones metodológicas. El concepto es el mismo más allá de la diferencia obvia de la lengua.
-Para los próximos años, se anuncian cambios absolutos en educación. ¿Comparte esa mirada?
-Es necesario que evolucione el sistema para reforzar la formación profesional, para salir del mito de que toda la población debe llegar a la universidad. Lo que veo en las filiales, como la que tenemos aquí, es que son estudiantes inteligentes, bien educados y muy ávidos de encontrar oportunidades. Es necesario el cambio porque la sociedad es un organismo vivo y como todo tiene que cambiar y evolucionar. Pero yo no creo que deba cambiar todo. Al contrario.
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