Dar más lugar a las dudas que a las respuestas procesadas. Generar espíritus inquietos que ante cualquier situación se pregunten y busquen respuestas. Ése debería ser uno de los objetivos más importantes de la educación del futuro, según Dave Snowden, filósofo galés con un MBA, docente y consultor en gestión del conocimiento.
Snowden es reconocido por el desarrollo del modelo Cynefin, que se utiliza en las organizaciones para la toma de decisiones. El experto estuvo de visita por Buenos Aires esta semana, en el marco de unas charlas que ofreció en la Universidad de San Andrés en colaboración con Fernando Zerboni, docente de la Escuela de Administración y Negocios de esa institución.
Trabajó durante varios años en IBM y una vez que dejó la empresa fundó la consultora Cognitive Edge, donde, según se remarca en la página se busca "desarrollar enfoques que les permitan a las organizaciones absorber la incertidumbre, crear resiliencia y detectar señales de debilidad que otros enfoques más convencionales ignorarán".
Si se quisiera resumir la misión de la organización se podría decir que tiene como finalidad ayudar a pensar y entender las complejidades del entorno para resolver problemas, propiciar la innovación y maximizar el rendimiento. Dentro de los múltiples proyectos que tienen, cuentan con una propuesta educativa de la que forma parte una red de más de 2.700 miembros.
Qué es el sistema Cynefin
Cynefin se llama el modelo que desarrolló Snowden para entender el entorno en el cual una persona o grupo de personas se desempeña. Dentro de este concepto se identifican cuatro dominios: obvio o simple, complicado, complejo y caótico. La forma de abordar los problemas y de generar innovación varía según cada uno de estos dominios.
"Para innovar hay que romper viejos patrones. En una organización se presentan datos a varias personas y si hay un grupo que interpreta eso datos de otra manera, hay que darles fondos para que se dediquen a buscar diferentes soluciones, que piensen diferentes y creen soluciones que van a ser útiles en entornos que son complejos", resume Snowden.
-¿Cómo propiciar esos cerebros diferentes e innovadores desde la educación, cuando muchas veces "los distintos" son expulsados del sistema?
-En educación se suele poner el foco en la educación STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática, por sus siglas en inglés), pero sabemos que el arte antecede el desarrollo del lenguaje en la evolución humana y uno de los motivos por los cuales los humanos son inventivos es porque tienen arte. Entonces si uno va a un concierto, un show de música, se hacen conexiones nuevas y eso se sabe, desde el punto de vista de la biología evolutiva. En el colegio se tiende a pedir que los estudiantes se centren en deglutir y repetir información con objetivos muy precisos en vez de pedirles que tengan diferentes apreciaciones sobre esa información.
Esto es un gran problema para la educación en el mundo y también es una gran oportunidad para América Latina y Argentina para no caer en esa norma sumamente estructurada y en cambio usar la diversidad cultural, fomentar la capacidad de lograr que la gente vea las cosas desde diferentes perspectivas. Eso genera una ventaja competitiva. El arte es parte de eso, ver las cosas de maneras diferentes es parte de eso, conectar las cosas de manera que la gente encuentre coincidencias sorprendentes, todo eso es parte de la innovación.
-¿El arte debería tener un rol más importante en el plan de estudios escolar?
-Absolutamente. Sabemos que el arte es crucial en la capacidad creativa de la humanidad. Es uno de los motivos por los que somos creativos: la música y la pintura vienen antes que el lenguaje. Necesitamos que los niños y los adultos ingresen a ese mundo abstracto para tener innovación.
-¿Se debería cambiar también la forma en que se dictan las clases?
-Sí. No es que no haya que aprender. Cuando yo iba a la escuela, teníamos que aprender un poema todas las semanas. Y eso termina siendo un buen entrenamiento cognitivo. Genera conexiones en el cerebro que te permiten, el día de mañana, otras cosas más adelante. También debatíamos todas las semanas en clase. Nos daban una tarjeta con una consigna como "apoyá la pena de muerte" y sin aviso ni preparación debíamos hablar durante 4 o 6 minutos sobre el tema y eso te hace súmamente crítico porque tenías que defender cosas en las que no creías. Todo eso creaba una generación que podía ver las cosas desde múltiples perspectivas.
Y lo que me preocupa es que ahora estamos entrenando a la gente para que sean muy especializados, no estamos creando "generalistas", gente que pueda ver integración y conexión entre diferentes cosas. Creo que en la educación hay que poner un gran énfasis en que la gente que esté cómoda con las humanidades, las ciencias y el arte porque necesitamos a esa gente para que conviva con los ingenieros y los especialistas, para que la sociedad sea más creativa. Hay mucho que hacer y cambiar.
-¿Cuáles serían las principales cosas que hay que cambiar?
-Hay que eliminar los objetivos. No bien se tienen objetivos explícitos, la gente se focaliza en alcanzar esos objetivos según como sean medidos. Y también sabemos que los objetivos explícitos matan la motivación intrínseca. Entonces reducir la libertad de los docentes para forzarlos a que cumplan objetivos muy definidos, irónicamente reduce la educación.
En segundo lugar, necesitamos una cantidad de niños que estén cómodos con las humanidades y las ciencias. No en una u otra materia. Tenemos demasiados ingenieros ahora. Y lo tercero es que necesitamos que los niños en edad escolar estén más involucrados en sus comunidades y que interactúen con la sociedad para que entiendan el espectro político más amplio y sean menos vulnerables a las noticias falsas. La capacidad de los niños de ser críticos va a ser fundamental en la próxima década.
-Sin embargo siempre se dice que hay que focalizarse en las matemáticas o la computación y que cada vez se van a necesitar más ingenieros, ¿cómo es entonces?
-Está bien siempre y cuando no se vuelve un principio universal. Porque lo cierto es que las computadoras van a volverse mejores. Yo no le enseñaría a los niños a programar en las escuelas. No hay nada que les podamos enseñar a los niños sobre programación de computadoras que no vaya a ser obsoleto para cuando egresen, así que es una pérdida de tiempo. En cambio la antropología y la psicología los equipará mejor para usar la tecnología que se usarán cuando dejen la escuela.
-¿Entonces no se les debería enseñar programación en la escuela?
-No hace falta enseñarles programación porque aprenderán igual. Puede haber clases de programación como de química o idioma, pero no debe ser universal. Cuando estábamos en IBM podíamos entrenar a cualquier graduado inteligente a programar con cierta facilidad, pero no podíamos entrenarlos para que entiendan a la gente, eso lleva mucho tiempo más. Y teniendo en cuenta la velocidad del desarrollo de la inteligencia artificial, muchas de las cosas que hacen hoy en día las personas las terminarán haciendo la inteligencia artificial dentro de muy poco. Así que la capacidad de entender a las personas y a las sociedades serán seguramente ventajas competitivas más importantes que competir con las computadoras por la capacidad de procesar información.
-¿Cuál es su opinión de la educación en la Argentina?
-No sé suficiente sobre la educación en Argentina como para hacer una apreciación, pero haré un comentario general. Estuve mucho tiempo en México y voy a decir esto: por favor, dejen de mirar al Norte y miren al Sur. No deben imitar a Estados Unidos porque se convertirán en un Estados Unidos de segunda clase. Deberían ser una Argentina de primera. Y América Latina y África tienen grandes recursos naturales y grandes recursos humanos y eso es una gran ventaja competitiva, pero no sí imitan a los ex poderes imperiales. Tienen que comenzar a hacer las cosas de manera diferente.
-¿De qué manera se pueden hacer las cosas diferentes?
-Una de las cosas que hacemos en Gales ahora y de lo que estuve hablando en Brasil y nos gustaría que hagan los argentinos es algo que hicimos en Paquistán, por ejemplo y es que los jóvenes de 16 años se conviertan en periodistas ciudadanos, que vayan a sus comunidades cada mes y recopilen historias para aprender e informar sobre políticas públicas y educativas.
En Gales tenemos La Ley de las Futuras Generaciones (The Future Generations Act, 2015), somos el primer país en el mundo en aprobar algo así. Y esta legislación dice que no se puede aprobar ninguna ley que no tenga en cuenta, de manera explícita, las necesidades de las generaciones posteriores. Tenemos una comisión encargada de hacer cumplir este principio.
Tenemos que empezar a ver el presente y el pasado a través de las ojos de las generaciones futuras. Y ése es uno de nuestros proyectos más ambiciosos. Mi ambición es que cada niño de 16 años en todo el mundo sea periodista de su propia comunidad para combatir las noticias falsas y para distribuir la información de manera horizontal en todo el mundo.
-¿Donde llevaron adelante este proyecto de periodismo ciudadano?
-Hicimos varios proyectos en México, Colombia y Egipto y sabemos que funciona. Ahora lo que queremos es crear un sistema global que funcione como Wikipedia. Entonces un niño por ejemplo, reúne historias sobre actividades agrícolas en la zona de los Andes y puede buscar más historias de ese tipo en las Filipinas o Rusia y conectar las ideas. Así se enseña a innovar: conectando varias ideas fragmentadas. Así se logra la novedad y la originalidad.
-La idea es conocer el lugar del que partimos, nuestros recursos, para luego comprender el contexto global y a partir de allí generar propuestas nuevas
-Hay que compartir las ideas de manera horizontal, necesitamos que las ideas fluyan de manera horizontal para que no todo esté mediado por gobiernos y agencias internacionales. Las ideas tienen que fluir de manera horizontal, pero no sólo a través de las redes sociales porque pueden ser manipuladas muy fácilmente por personas malas. Entonces al crear agentes humanos de conocimiento reducimos ese riesgo.
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