Fundó una red de escuelas sin tareas, exámenes ni clases: "Somos mucho más eficientes y no generamos mendigos profesionales"

Julio Fontán creó un modelo disruptivo con el que hoy trabajan 50 mil estudiantes de seis países. "Hay una gran diferencia entre el proceso de aprender y el proceso de memorizar", dijo a Infobae

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-No somos perfectos, pero teóricamente deberíamos ser efectivos con todos los estudiantes. Innovar es hoy un imperativo ético. No es solo una opción. Pero innovar no es meter una computadora en las aulas.

Julio Fontán es contundente en la entrevista con Infobae. El colombiano de 60 años estudió administración de empresas, pero hoy encabeza una de las redes de escuelas más innovadoras de Latinoamérica. Son 50 mil estudiantes en seis países que aprenden con una pedagogía opuesta a la convencional. No tienen tareas, horarios, exámenes, ni siquiera clases. Los resultados, dicen, los avalan: en las pruebas de Estados los rendimientos son superiores, disminuyeron la deserción y erradicaron el bullying.

-¿Qué es innovar entonces?

-Innovar es un proceso constante. Es un proceso de reconocimiento metacognitivo que invita a estudiantes y educadores a seguir desarrollándose todo el tiempo.

-¿Con Colegios Fontán apunta a eso?

-Sí. La educación tiene como meta la calidad de vida de los estudiantes y por supuesto que quienes más lo necesitan son los chicos de bajos recursos. Por eso, un 96% de los estudiantes son de educación pública en los países donde estamos: Colombia, Estados Unidos, México, Costa Rica, Chile y España.

Julio Fontán, fundador y director de Colegios Fontán
Julio Fontán, fundador y director de Colegios Fontán

-Cada uno de sus estudiantes es autónomo. ¿Qué pasa cuando a un alumno se le da libertad?

-No es que de un momento a otro pase a tener libertad donde antes no la tenía. La autonomía es un conjunto de habilidades que hay que desarrollar. Pasa por un proceso de "desatrasarse", de llegar a la autonomía que debería tener para su edad. En los colegios privados nuestros estudiantes están agrupados por diferentes niveles de autonomía. Los más autónomos pueden elegir a sus educadores. Pueden planear lo que van a hacer en sus días. Incluso niños de 11 años hacen sus planes de estudios.

-Se deposita toda la confianza en los niños.

-El sistema educativo cree muy poco en los niños. Cuando uno empieza a hacer el proceso de desarrollo de autonomía, se están desatrasando. Si hubieras nacido hace 200 años, a los 16 ya estarías casado. Lo que hizo la sociedad fue retrasar el desarrollo de la autonomía. Eso tiene un problema. A medida que se aleja el desarrollo de una habilidad a la edad natural, cada vez es más difícil desarrollarla y si se avanza, se hace mal.

-Su planteo es un cambio de paradigma…

-El sistema educativo nació durante la época de la Revolución Industrial y lo que buscaba era mano de obra barata y niños obedientes. El niño se tenía que adaptar al sistema. Se buscaba ponerlos al servicio del poder del Estado. Este proyecto es al revés. Apunta a que sea el sistema el que dé respuestas a los estudiantes. Darles respuestas a cada alumno es más difícil, pero nuestra idea es ser pertinentes a las diferencias entre ellos. Si nosotros no le estamos dando respuesta, es culpa nuestra.

-¿Cómo se lleva la idea a los hechos?

-Cada uno tiene un plan individual, pero el plan no es solo de contenidos. También contempla el ritmo, las formas de aprendizaje, la evaluación. Se personalizan muchos elementos.

“Buscamos que el sistema educativo dé respuestas a los estudiantes”
“Buscamos que el sistema educativo dé respuestas a los estudiantes”

-¿No encuentran resistencia de los sindicatos docentes?

-En Colombia, por ejemplo, estamos en la página web del sindicato como uno de los proyectos que apoyan. Sucede que la meta del sistema es la calidad de vida, pero no solo de los estudiantes, también de los educadores. En vez de estar parados adelante dando clases o haciendo exámenes, todo el tiempo están apoyando el proceso de aprendizaje. Su rol cambia mucho, pero todos los que forman dicen que es un proceso mucho más significativo. Es menos cantidad de trabajo en extensión, pero es más intenso. Eso les encanta. Ya no quieren regresar al sistema anterior.

-¿Los alumnos más avanzados pueden hacer el recorrido más rápido?

-Este sistema es mucho más eficiente que el tradicional. De acuerdo a la legislación, hay estudiantes que pueden terminar su educación un año antes, pero hay países que no lo permiten. Entonces ampliamos el alcance de su trabajo.

-¿Por eso mezclan distintas edades en las aulas?

-Si tú pones estudiantes de la misma edad en un mismo curso, la tendencia es a competir. Cuando pones estudiantes de distintas edades, la tendencias es colaborar. Lo normal es la multiedad. ¿Qué familia tiene varios hijos de la misma edad? Lo artificial es la monoedad en la que se sustentó el sistema educativo. No nos importa el orden institucional, sino el orden en los procesos de aprendizaje.

-¿Qué piensa de las tareas?

-No damos tareas. El proceso de aprender no es emitir un concepto, que los estudiantes hagan unas prácticas y después hacer un examen. Eso no lo hacemos. El estudiante primero tiene que construirle sentido a lo que va a hacer. Si no, no tiene valor. Nosotros no damos la información. Ellos la tienen que buscar. No podemos poner a una persona durante 14 años diciendo "denme, denme, denme". Lo que está aprendiendo es a ser un mendigo profesional. Hay una gran diferencia entre el proceso de aprender y el proceso de memorizar.

-¿Cómo evalúan sin exámenes?

-La evaluación es distinta. En este momento todos los que me están escuchando, están evaluando lo que estoy diciendo. El ser humano es incapaz de no evaluar. Siempre lo estamos haciendo. Un estudiante, cuando entrega un trabajo, ya lo evaluó. Lo que pasa es que el sistema educativo tradicional no visibiliza ni valora esa evaluación.

“Nosotros no damos la información. El estudiante la tiene que buscar”
“Nosotros no damos la información. El estudiante la tiene que buscar”

-¿Cuál es el riesgo?

-Al no valorarlo, no permitimos el desarrollo de la capacidad de evaluación. Que sea cada vez más honesta, más objetiva, que tenga en cuenta cada vez más criterios. Después de cada evaluación, viene una decisión. Entonces no estamos preparándolos para tomar decisiones en el resto de su vida. Una evaluación externa que diga "te sacaste un 6" no sirve para nada. Los educadores deben acompañarlos en el proceso.

-¿Cómo se preparan en sus colegios para el futuro mundo laboral?

-El 65% de los niños que hoy están en primaria van a estudiar carreras que hoy no existen y van a trabajar en puestos que no existen. Fuera de eso, el 50% de los empleos que hoy existen van a desaparecer en los próximos diez años. Estamos en una situación bien compleja. Lo primero es trabajar en la estructuración del pensamiento. Preparar la mente del niño para pensar. Después está la capacidad de gestionar eso que tiene ahí. Tú puedes usar algo que están entregándote como pasa en el sistema tradicional, pero también puedes explorar y buscar las cosas que necesitas. El siguiente paso es transformar y el último es crear. Hacer algo que antes no existía.

-Eso se suma a la autonomía que buscan implementar

-Sí, también están los elementos de gestión personal. Que los estudiantes aprendan a ponerse metas, a planear, a manejar su tiempo, a cumplir sus compromisos, a ser ordenados, responsables y -lo más importante- que desarrollen la capacidad de transformar. El problema está en que la educación está pasando de un sistema estático a otro sistema estático cuando debería pasar a uno dinámico. De ahora en adelante el mundo no va a parar. Va a cambiar cada vez más rápido.

-¿Qué cree que va a pasar con el modelo educativo actual?

-Creo que va a desaparecer. De hecho, el puesto de profesor está entre las primeras posiciones en la lista de profesiones a desaparecer. El profesor que enseña, que da clases va a ser reemplazable por la inteligencia artificial. En el corto plazo, eso estará resuelto. Entonces, esos profesores tienen que pasar a ser educadores que apoyen a los estudiantes a que aprendan, a que desarrollen su autonomía, sus valores éticos. Ese trabajo no es reemplazable por la tecnología.

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