Orgullo nacional: alumnos argentinos brillaron en una prestigiosa competencia internacional de robótica

En el Technion de Israel, estudiantes de la ORT se consagraron en tres categorías. Los chicos visitaron el estudio de Infobae. Contaron cómo fue la experiencia y mostraron a los robots en la pista

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Dos autos de 42 x 31 centímetros, provistos de cables, sensores y placas, se mueven solos. Siguen una línea negra y nunca se desentienden de ella. Frenan en los semáforos rojos, aguardan cuando la barrera está baja, disminuyen la velocidad en las lomas de burro. Los robots jamás se chocan entre ellos. No hay piloto, pero cuando termina el recorrido los chicos festejan.

La escena se dio el jueves pasado, en la competencia Robotraffic que cada año organiza el Technion, el Instituto Tecnológico de Israel, una referencia mundial en robótica. Quienes festejaron fueron alumnos de la ORT de Almagro que lograron reconocimientos en tres categorías diferentes.

Recién llegados de Israel, visitaron los estudios de Infobae. Todos remarcaron que el logro fue fruto de un largo recorrido, imposible sin la colaboración de otros compañeros. A fines del año pasado, los llamaron para participar del evento, al igual que vienen invitando a la escuela desde hace cinco años. Esta vez, sin embargo, los resultados fueron notables.

Los alumnos y profesores que se destacaron en el Technion
Los alumnos y profesores que se destacaron en el Technion

En enero, mientras todos estaban de vacaciones, los tres chicos de sexto año -Mateo Bartellini, Damián Melamed y Franco Zelener- dedicaban parte de su tiempo al objetivo. Avanzaron en sus casas en el diseño de las piezas en 3D, en el funcionamiento y la programación del robot. Desde el 14 de febrero, cuando volvieron al colegio, se abocaron por completo a la preparación. Todos los días desde las 8 de la mañana hasta, en ocasiones, las 11 de la noche para diseñar los dos robots.

"Para construir un robot se necesita tener una base. Nosotros tenemos un auto de los que se compran a escala. Lo desarmamos por completo solo dejando las ruedas y el motor de dirección. Después pensamos en las necesidades, qué había que agregar. Y del análisis pasamos al desarrollo, a construir los circuitos y las placas", detalló Damián.

Franco se encargó de llevar las placas a la realidad. "La función del robot es básicamente imitar la movilidad de un auto automático. Hacerlo seguir una línea, que frene cuando tiene que frenar, que siga las señales cuando se tiene que desviar. Responder ante situaciones de la vida real sin un piloto, como los vehículos autónomos", explicó.

El último paso fue la programación, la etapa más densa del trabajo. "Uno puede ir probando, pero van surgiendo problemas chiquitos todo el tiempo y hay que ir corrigiendo sobre la marcha", comentaron. Con avances y ciertos retrocesos, lograron dos robots confiables, lo más predecibles posible.

Cuando por fin llegaron a Haifa, los primeros dos días fueron de prueba. Tantear la pista oficial, conocer sus obstáculos y calibrar los equipos. Esos días fueron también momentos de compartir. "Más allá de toda esa experiencia, pudimos compartir momentos con chicos de otros países. De México, de Rusia, de Estados Unidos, Israel. Aunque en la competencia uno quiere ganar y ahí la relación no es tan buena, fuera del Technion incluso nos ayudamos mutuamente en algunos casos", contó Damián.

La competencia giró en torno a seguridad vial y vehículos autónomos. Los chicos lograron primeros y segundos puestos en tres categorías. En Racing, cuyo objetivo era seguir una línea negra sobre fondo blanco a la mayor velocidad posible. También en Careful Driving y en Advanced Careful Driving, las categorías principales, donde se espera que los autos respeten semáforos, distintas señales de tránsito y que identifique peatones.

A su vez, debían idear un proyecto sobre protección vial de conductores de bicicletas electrónicas. "El nuestro consistía en una aplicación que usando la cámara del celular detecta posibles amenazas o riesgos para los ciclistas y así detiene la bicicleta para evitar accidentes", comentó Mateo.

A medida que avanzaban en los prototipos, se daban cuenta de que lo que tenían entre manos era bueno. Lo que no sabían era con qué panorama se encontrarían en los competidores. Tampco sabían si surgiría algún inconveniente en la pista.

"Siempre surgen imprevistos. Previo a la competencia habíamos trabajado en equipo para tratar de sacarle obsesivamente todos los problemas que podía tener el auto. Según el ángulo de visión de las señales o semáforos, podía ser que el auto no respetara alguna de ellas. Tuvimos que hacer todas las calibraciones para que respondiera como queríamos", dijo Federico Freccero, profesor del club de robótica, que acompañó a la delegación.

La respuesta de los robots fue óptima. Los numerosos sensores, pequeños agujeritos debajo de los equipos, actuaron de acuerdo a las señales. Fueron eficientes, rápidos cuando debieron serlo, prudentes cuando así lo marcaba el camino. Hoy los chicos, además de con sus robots, se muestran orgullosos junto a sus trofeos.

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