A cien años de la reforma universitaria, 2018 se presenta como el año para discutir a fondo la educación superior. En las últimas dos décadas, se produjo un crecimiento exponencial de todo el sistema, pero con una peculiaridad: las instituciones privadas a la cabeza. En el período 1995-2015, sus graduados incrementaron en un 338%, muy por encima del incremento que experimentaron las estatales: 137%.
"Tengamos presente que, así como el XIX fue el siglo de la escuela primaria y el XX de la secundaria, este siglo XXI es el de la universidad", concluye el informe del Centro de Estudios de la Educación Argentina, perteneciente a la Universidad de Belgrano, aunque bien podría ser el principio. En el boletín se da cuenta de la expansión de la oferta universitaria. Pasó de 86 a 131 instituciones en los últimos veinte años: se incorporaron 18 universidades nacionales, 9 universidades privadas, 4 institutos universitarios estatales, 10 institutos universitarios privados, 3 universidades provinciales y una universidad extranjera.
La cantidad de estudiantes se duplicó en ese lapso. Los graduados también aumentaron. Antes egresaban 13 profesionales cada 10.000 habitantes. En 2015, se graduaron 29 cada 10.000. Sin embargo, la tasa de graduación sigue en lo más bajo de Latinoamérica. "La deserción es muy alta en nuestras universidades, tanto en estatales como privadas. La mitad de los alumnos de la universidad estatal no aprueba más de una materia por año", dijo a Infobae Alieto Guadagni, autor del informe.
"Los análisis cuantitativos son estilizaciones de la realidad que esconden, en términos educativos, una serie de complejidades que no se reflejan en un simple número", advirtió a Infobae Catalina Nosiglia, secretaria académica de la UBA. "Es una tarea pendiente mejorar las tasas de egreso, ayudar a que nuestros alumnos se gradúen, pero a nosotros no nos importa solo la cantidad, sino también la calidad. Debemos garantizar una mayor cantidad de graduación con calidad equivalente", continuó.
Según Guadagni, parte de la deserción universitaria se debe al bajo nivel con el que terminan los chicos argentinos el secundario y al ingreso irrestricto. Pese a ello, la expansión es indudable y en el sector privado mucho más acelerado. Tanto que triplicaron su cantidad de estudiantes y cuadruplicaron sus graduados. En la última década también se presentan diferencias: 85% más de egresados en las privadas contra solo un crecimiento del 29% en las públicas.
Hay más números a favor de las privadas. En 1995, el 84% de los ingresantes se anotaba en instituciones estatales. En 2015, en cambio, se redujo al 75%. En cuanto a los graduados, de la totalidad en 1995, el 79% provenía de universidades públicas. Ese número después cayó al 66%.
"Es una cuestión de necesidad e incentivos", explicó Juan María Segura, experto en innovación y gestión educativa. "Las privadas son administrativamente más eficientes: necesitan que el alumno aprenda, gradúe en tiempo y forma, y demuestre su valía en el mundo laboral. Este proceso les permite crear un prestigio fundamentado, que invita a otros candidatos a postularse, rendir un examen de ingreso y hasta pagar una cuota, que es más elevada cuanto mayor es el prestigio de esa casa de estudios", agregó.
Por su parte, Marcela Mollis, profesora e investigadora del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación (IICE) sostuvo: "Hay múltiples razones que explican el crecimiento sostenido de las privadas. Entre ellas, las modalidades pedagógicas de sus ofertas, con carreras cortas cercanas a las demandas del mercado laboral, que se adaptan más fácilmente a los perfiles de los estudiantes que reciben y reaseguran que culminen sus carreras".
En cambio, en las universidades públicas, continúa Segura, al recibir financiamiento garantizado por ley y no tener filtros de ingreso, la población de ingresantes es más "heterogénea y la vara de exigencia más difícil de establecer".
En el medio, surge otro indicador de relevancia: el de eficacia en la graduación, que contrasta cantidad de ingresantes con egresados al final del cohorte (siete años). Las cifras, una vez más, se presentan deficientes. En los países industrializados oscila entre el 70 y 90%, mientras que algunos latinoamericanos como Brasil (44%), Colombia (61%) y Chile (66%) también están por encima de Argentina, que registra un escaso 32% en el último período analizado.
"Al igual que casi todos los países, incluso de la región, propongo que el Estado aplique la evaluación con un examen final en el último año del secundario, respetando la autonomía que tiene cada universidad pública o privada. Por ejemplo, la UBA puede eximir de hacer el CBC a quienes tuvieron buen desempeño en este examen", sugirió Guadagni que agregó que, pese a la evaluación, "la clave está en la mejor preparación en el nivel secundario".
¿Las universidades públicas son más difíciles?
Hay una sentencia que para algunos es un mito y para otros una verdad innegable. Dice, palabras más, que la universidad pública es más difícil, que exige más a sus alumnos. También dice que, en cambio, en las privadas, al tener un arancel mensual de por medio, se le presentan otras facilidades al estudiante.
Para Nosiglia, afirmarlo en un abánico de universidades tan amplio, sería "generalizar". Asegura que parte los bajos números de graduación en las públicas se deben a la elección de la carrera."Sabemos que hay más problemas de deserción en exactas, ingenierías y ciencias naturales; carreras que la mayoría de los jóvenes sigue en las estatales. Por eso, no es comparable tampoco la oferta", consideró.
Además sumó otro factor a la discusión: el del tiempo teórico de carrera. "La mayoría de los alumnos de universidades públicas, además de estudiar, trabajan. En general, los jóvenes de las privadas pueden dedicarle más tiempo al estudio", indicó.
Para Mollis, "no hay homogeneidad" en ambos sectores. "Hay universidades públicas y determinadas carreras que son muy exigentes y generan mayor deserción, pero también hay otras que tienen programas especiales para evitar el abandono. En los casos de las privadas, hay algunas que mantienen niveles elevados de selectividad", aseguró.
Segura, por su parte, consideró "una mentira infundada" sostener que las universidades estatales exigen más a sus alumnos. "Es un mito construido por quienes tratan de imponer la idea de que, allí donde hay lucro o transacción económica, no puede haber ni exigencia académica ni calidad de aprendizajes. Hoy en día, en Argentina, las mejores universidades son privadas, a pesar de que hay carreras o inclusive facultades públicas que aún mantienen el prestigio", analizó.
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