Muchos factores pueden influir en que un paciente viva o muera. La calidad de los medicamentos que recibe, por ejemplo, el rigor con que se controlan sus síntomas o, lo que es más sorprendente, el sexo del médico que le atiende. Según datos de diversos países, los pacientes atendidos por médicas parecen tener mejor evolución que los atendidos por médicos. El porqué, sin embargo, sigue siendo un misterio.
Uno de los primeros estudios en examinar la cuestión fue publicado en 2017 en la revista JAMA Internal Medicine por Yusuke Tsugawa, de la Facultad de Medicina de Harvard, y sus colegas con sede en Boston. Los autores analizaron las historias clínicas de alrededor de 1,5 millones de adultos mayores que habían sido hospitalizados en Estados Unidos entre 2011 y 2014. Descubrieron que los pacientes cuyo tratamiento primario había sido realizado por una doctora tenían aproximadamente un 4% menos de probabilidades de morir, y un 4% menos de probabilidades de ser readmitidos en el hospital en los 30 días siguientes, que aquellos cuyo médico de cabecera era un hombre. El efecto beneficioso sobre la mortalidad es comparable al de ser hospitalizado en 2013 en lugar de en 2003, con todas las mejoras en tratamientos y tecnología que ello conlleva.
Más adelante, también en 2017, otro estudio, publicado en BMJ por otro grupo de investigadores canadienses y estadounidenses, buscó tendencias similares tras una intervención quirúrgica. Examinaron los resultados de 100.000 pacientes que se sometieron a operaciones en Ontario entre 2007 y 2015, y descubrieron que aquellos con cirujanas tenían, de nuevo, alrededor de un 4% menos de probabilidades de morir, ser readmitidos o tener complicaciones en los 30 días posteriores a la cirugía.
Desde entonces, otros estudios han hecho afirmaciones similares. Sólo en los últimos 12 meses, dos estudios sobre aproximadamente un millón de pacientes de cirugía en Ontario, otro sobre 2,7 millones de pacientes de gastroenterología en la provincia y otro sobre 770.000 ancianos estadounidenses con dolencias médicas han revelado que los pacientes obtienen mejores resultados, según diversas mediciones, después de ser tratados por médicas o cirujanas, o por equipos de anestesistas y cirujanos en los que hay más mujeres.
Uno de los inconvenientes de los estudios es que todos son retrospectivos, es decir, se basan en datos naturales y no en experimentos controlados aleatoriamente. Según Gavin Stewart, experto en síntesis de pruebas de la Universidad de Newcastle, esto podría ocultar cualquier factor subyacente que pudiera estar impulsando realmente el efecto. Podría ser, por ejemplo, que a las médicas se les suelen asignar pacientes más sanos que a sus colegas masculinos. En un experimento en el que a los pacientes se les asignaran médicos al azar, se rompería cualquier vínculo de este tipo.
Para controlar estos efectos, la mayoría de los estudios intentan tener en cuenta el impacto de los distintos hospitales y procedimientos en sus análisis, y algunos comparan grupos de pacientes emparejados por edad, sexo y gravedad de la enfermedad, así como grupos de cirujanos emparejados por edad y experiencia quirúrgica. Independientemente de cómo se repartan los datos, las mujeres parecen salir mejor paradas.
Los investigadores dicen que el siguiente paso es averiguar por qué. “No creo que se trate de la presencia o ausencia de un cromosoma Y”, afirma el Dr. Christopher Wallis, autor principal de varios de los trabajos canadienses. “Creo que se trata de una serie de comportamientos vinculados al género”. Investigaciones anteriores han descubierto que las médicas suelen pasar más tiempo con los pacientes, son más propensas a ofrecer cuidados preventivos y tienden a ceñirse más a las directrices clínicas que sus colegas masculinos. Esto podría minimizar el riesgo de muertes evitables.
Las ventajas de tener una médica parecen ser mayores para las pacientes. Según uno de los trabajos publicados por los investigadores de Boston en abril de este año, aunque los pacientes mayores de ambos sexos tenían menos probabilidades de morir tras ser atendidos por una doctora, el efecto era mucho mayor en el caso de las mujeres (3%) que en el de los hombres (en torno al 0,8%). Un estudio de pacientes con ataques cardíacos en Florida de 2018 encontró la misma tendencia general, al igual que un análisis de pacientes de cirugía realizado por los investigadores canadienses en 2021. En este último estudio, las mujeres operadas por cirujanas tenían un 25% menos de probabilidades de morir que las tratadas por hombres. En el caso de los pacientes masculinos, el beneficio fue del 13
Parte de la explicación puede estar en que las médicas entienden mejor las necesidades de las pacientes que sus colegas masculinos. Por ejemplo, las pacientes afirman tener una mejor comunicación y una relación más estrecha con las médicas. Sea cual sea el sexo del médico, las pacientes parecen responder mejor a la atención médica que los pacientes varones. Esta es otra brecha que hay que desentrañar.
Entender por qué surgen estas diferencias en la atención ayudará a todos los médicos a mejorar su práctica. A pesar de todo lo bueno que pueden hacer los modernos equipos médicos y los nuevos medicamentos, el criterio del médico parece ser más importante que nunca.
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