El hombre desperdicia. La basura es un síntoma de su paso por el lugar, la huella de su desidia o desinterés. No discrimina lugares ni tiempos. El punto más alto del planeta no queda inmune a este mal. A 8.848 metros sobre el nivel del mar se erige el monte Everest, la montaña que coquetea con el cielo. Y que asimila el impacto de entusiastas alpinistas en su reto por subirse a la cima del mundo. Kilómetros de cuerdas, botellas de oxígeno, tiendas de campaña y carpas, cartuchos de gas, baterías, ropa, accesorios, alimentos, latas de conservas, plástico: a su paso, el hombre deja su tendal irreversible.
La ruta al Everest incluso recibe hasta el deterioro de los hombres que allí perecen, a la intemperie del indomable viento y el inclaudicable frío. Inspiró una expedición diferente, no preocupada en alcanzar el pico cúspide. Se llama Everest Green y es franco-nepalesa: escalará la montaña con el objetivo de limpiarlo, liderada por diez sherpas -pobladores de las regiones montañosas de Nepal- expertos en alpinismo. "Enviamos un sherpa el año pasado a reconocer el terreno y, según sus observaciones, en la ruta normal del Everest se acumulan entre cuatro y cinco toneladas de basura", exclamó Gérard Clermidy, presidente de la Asociación Montagne et Partage, organizadora del movimiento ecológico.
Según estimaciones de Everest Green, ya se retiraron 16 toneladas de basura en expediciones anteriores, ubicadas preferentemente en el campo base y el campo 4 del Everest, a 8.000 metros de altitud. Una cifra sensiblemente inferior a la que publicó el Gobierno de Nepal hace tres temporadas: evaluó una acumulación de 50 toneladas de basura. Esta apreciación, exagerada o no, instauró una reglamentación que brega por reducir el impacto ambiental en el punto más alto de la Tierra. Cada alpinista debe obligatoriamente regresar con ocho kilos de basura recolectada, caso contrario será multado con cuatro mil dólares.
La expedición finalizará antes de mediados de mayo. No comprende únicamente recoger los desperdicios del monte Everest, también serán reciclados. "A diferencia de anteriores operaciones de limpieza en el Everest, queremos asegurarnos de que los residuos no vayan a terminar en un valle", agregó Gérard Clermidy. La basura, seleccionada, incursionará en diferentes procesos de reciclaje. Los restos orgánicos serán quemados en Namche Bazar, capital de los sherpas, a donde irán desde el campamento base del Everest en lomo de yaks. Los objetos metálicos y los plásticos se enviarán a India. Las baterías, en cambio, volarán hacia Francia.
Everest Green intenta que este rastrillaje higiénico en el techo del mundo funcione como reflexión ecológica. "Queremos no sólo incrementar la conciencia sobre el problema de los residuos en las montañas, sino también advertir sobre la situación catastrófica de Nepal en esta área", expresó el organizador de la expedición, quien lamentó a su vez el devenir de los desechos que se acumulan en un paisaje de aventura: "Más allá de las bellas imágenes de montañas, este país turístico no tiene ninguna planta de tratamiento de residuos y todo lo que se deposita en vertederos acaba contaminando el suelo".
LEA MÁS:
De muertes, energía y desperdicios, reflexiones sobre el Día Mundial del Agua
La historia del nigeriano que vio en la tecnología una solución contra el hambre