El 24 de febrero el papa Francisco clausuraba un seminario de derecho al agua con una frase de repercusión mundial: "Me pregunto si en esta Tercera Guerra Mundial en pedacitos que vivimos, no estamos en camino de la Tercera Guerra Mundial por el Agua". La declaración fue acompañada por la cruel estadística -"cada día mil niños mueren a causa de enfermedades relacionadas con el agua, millones de personas consumen agua contaminada"- y por un reclamo absoluto: garantizar el acceso al agua potable y segura, "un derecho humano básico y una de las cuestiones nodales en el mundo actual".
Luis Liberman organizó ése seminario. Fundador y Director General de la Cátedra del Diálogo y la Cultura del Encuentro, un espacio académico plural de Argentina inspirado por el Papa, coordinó el cónclave en comunión con la Pontificia Academia de Ciencias en el que se pronunciaron contra la degradación del medio ambiente provocado por sistemas económicos y productivos con modos de uso y de consumo irresponsables. La estridencia en la expresión del Sumo Pontífice recobró relevancia en honor a la fecha: el 22 de marzo, efeméride del Día Mundial del Agua.
"El Papa estaba planteando una alerta, una necesidad de hacer algo, estaba haciendo un análisis geopolítico de un conflicto global. La inclusión, la producción de alimentos, el cambio climático, ponen en debate situaciones de crisis. El agua puede ser el punto de partida para atender estos órdenes", analizó el antropólogo Liberman. En diálogo con Infobae, el especialista desmenuzó las consignas de esta fecha: "Tener un Día Mundial sirve si no lo dejamos en el formato efeméride, sirve si la efeméride se transforma en hito, que vincula un año tras otro metas concretas que promuevan el aumento en el acceso al agua y garanticen el derecho a la misma. Sino quedaría solo una acción declamativa".
Liberman calificó de la problemática como una discusión geopolítica, no meramente ambientalista. Y encontró responsables múltiples: "El problema es integral y por lo tanto el primer orden hay que fijarlo en el Estado y en las políticas de Estado, dado que es el garante de los derechos. Pero no es el único ni tampoco es el gobierno, es más complejo. Hay distintos niveles de intervención comunitaria, de actores económicos que no son menores. Los estados, las corporaciones, los trabajadores, los usuarios, los educadores, cada uno es responsable en su función espacio-tiempo de que este derecho sea respetado por todos".
El agua es vida. #WaterDay #DialogueOnWater. Mensaje de#PapaFrancisco en nuestro seminario sobre Derecho al agua https://t.co/sebE6A8WgC pic.twitter.com/L0ONDcUuYc
— Cátedra del Diálogo (@catedradialogo) 22 de marzo de 2017
El profesional encontró algunos espacios que están experimentando un cambio cultural de concientización. Destacó que los trabajadores del agua y saneamiento no desarrollan solo tareas operativas, "realmente consagran en sus labores un ejercicio de ciudadanía", reveló. Valoró la actitud de los jóvenes, "un jugador interesante para comprender la situación de conflicto". Y advirtió las deudas culturales en la comprensión cabal del fenómeno: "Lo que no hay es una generosa sistematización del análisis del problema. Cada uno vive en su fragmento, en su pedacito. Lo que hace nos falta es construir espacios de diálogo para comprender en común el problema que enfrentamos".
Luis Liberman recalcó que urge garantizar el derecho humano al agua y que es menester propiciar un cambio cultural en torno al reconocimiento del otro y la defensa del recurso y de los ecosistemas. La misma tónica que recordó el Papa Francisco en su discurso: "El respeto del agua es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos. Si acatamos este derecho como fundamental, estaremos poniendo las bases para proteger los demás derechos".
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